La ciudad sin ti

[Ramón Carballal]

Otra doctrina, otro sol, otra penumbra.

Vi tejados rojos y escuché a los pájaros,
todo era frágil como un racimo o un pensamiento
sin fe.

Me escondo en la minúscula sed de los niños, se oyen sus risas
y yo sé que no aman el ruido de las mareas
ni la canción de un jueves, ni los números
que ambicionan los autobuses blancos.

Tengo letras en el hombro que acechan como duendes.

Y tu miseria y dos candiles de sol y el adjetivo que pronuncia risa,
dolor, miedo.

La ciudad hoy me visita, leo sus abecedarios,
sus músculos que anhelan la indiferencia de los días,
los rótulos como un párpado de alacrán
y ese latido de cabellos que nunca eligen piedad.

Cuando se anuncia el invierno las golondrinas dejan de ser disparo
y yo me acuerdo de tus preguntas, de las manos viajeras,
del murmullo del labio que concentró una sima
o un destino.

Y es que éramos como espigas o sueños,
y algo -el silencio del tiempo- nos adornaba
con sus flores rojas.

Y había hoteles sin desengaño (qué fantasía de dorados),
y al salir a las plazas, el púrpura de los metros,
la suave música como arrullo o renuncia.

Yo he vivido en una tómbola de espejos,
busqué los capiteles o las orillas o la memoria de vértebras doradas.

Pero no estabas tú. Es inútil recorrer los senderos vacíos,
me miro en los estanques, en los palacios de metal
y sólo veo máscaras, pálidas como un reflejo,
intermitentes como el pulso que antecede al invierno.

Tu nombre es un corazón doblado, hay en ti dibujos sin mar,
colores de un solo ojo, la impaciencia de los collares oblicuos
que no regresan.

[Pilar Morte]

Este poema no deja indifernte y hace sentir el dolor y la nostalgia, todo como una pérdida. Me gustó, como siempre
Abrazos
Pilar

[Mario Martínez]

Hola Ramón.
Hay ocasiones en que la ausencia de ciertos seres queridos nos hace la ciudad poco menos que irrespirable.
Como siempre una cascada de buenos versos. Abrazos, amigo mío.
Mario.

[Ana Muela Sopeña]

Qué bello, Ramón. Qué bien escribes. Leerte es siempre un ejercicio de poética interesante y singular.

Felicidades
Un abrazo
Ana

[Javier Dicenzo]

tremendo poema me deja un sentimiento de desolacion tremenda
javier

[Ramón Carballal]

Este poema no deja indifernte y hace sentir el dolor y la nostalgia, todo como una pérdida. Me gustó, como siempre
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu lectura y comentario. Un fuerte abrazo.

[lazaro Habana]

Tengo letras en el hombro que acechan como duendes.

Me ha gustado muchísimo Ramón. Hay de todo,
nostalgia,sabiduría poética, algo peronal creo yo
y sobre todo ese deseo de continuidad que brinda la ciudad.

abrazos y felicitaciones navideñas

lázaro

[Ramón Carballal]

Hola Ramón.
Hay ocasiones en que la ausencia de ciertos seres queridos nos hace la ciudad poco menos que irrespirable.
Como siempre una cascada de buenos versos. Abrazos, amigo mío.
Mario.

Gracias, Mario, por leerme y comentar. Un abrazo.

[E. R. Aristy]

Ramon, no dejare de decirtelo: me maravillan tus imagenes caudalosas , bellas, dicientes.

Abrazos,

Roxane

[Ana Muela Sopeña]

Un poema que leo por segunda vez y me encanta.

Un abrazo
y
enhorabuena
Ana

[Alberto de la Mata]

Estupendos versos y metáforas potentes, un gusto leer tanta poesía.
Saludos cordiales.

[Rafel Calle]

De lo mejor que te he leído, amigo Ramón. Creo que estamos ante una magnífica lección de poesía. Espero tener un rato para comentarlo más a fondo.
Indudablemente, estás posicionando tu estilo de una manera rotunda. Con sinceridad, colega, veo poquísimos detalles que mejorar y eso, ciertamente, no me pasa casi nunca, y no será por leer poca poesía puesto que no me canso de leer poemas.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por tan bellísimo trabajo.
Un fuerte abrazo.

[paula varela]

Es asombroso cómo podés mantener un nivel tan elevado y magistral en todos tus poemas. El principio es excelente. El medio y el final lo superan.

un beso,
Paula

[Ramón Ataz]

Resultaría trabajoso destacar todo lo destacable de este poema, Ramón. Solo con ese primer verso, fantástico, intrigante, y la estrofa que lo sigue, que nos da la primera visión de la ciudad, desde el cielo, como si llegáramos a ella en avión, o a lomos de esos pájaros que escuchamos. Después la ciudad es observada minuciosamente desde todos lo ángulos, pero siempre con esa sensación de soledad, de la desolación que producen los recuerdos cuando no está esa otra persona que ayudó a originarlos.

Como dice Rafael, es difícil encontrar algo que mejorar.

Muy, muy bueno.

Un abrazo.

[Aubriel Camila de la Prad]

Otra doctrina, otro sol, otra penumbra.

Vi tejados rojos y escuché a los pájaros,
todo era frágil como un racimo o un pensamiento
sin fe.

Me escondo en la minúscula sed de los niños, se oyen sus risas
y yo sé que no aman el ruido de las mareas
ni la canción de un jueves, ni los números
que ambicionan los autobuses blancos.

Tengo letras en el hombro que acechan como duendes.

Y tu miseria y dos candiles de sol y el adjetivo que pronuncia risa,
dolor, miedo.

La ciudad hoy me visita, leo sus abecedarios,
sus músculos que anhelan la indiferencia de los días,
los rótulos como un párpado de alacrán
y ese latido de cabellos que nunca eligen piedad.

Cuando se anuncia el invierno las golondrinas dejan de ser disparo
y yo me acuerdo de tus preguntas, de las manos viajeras,
del murmullo del labio que concentró una sima
o un destino.

Y es que éramos como espigas o sueños,
y algo-el silencio del tiempo-nos adornaba
con sus flores rojas.

Y había hoteles sin desengaño(qué fantasía de dorados),
y al salir a las plazas, el púrpura de los metros,
la suave música como arrullo o renuncia.

Yo he vivido en una tómbola de espejos,
busqué los capiteles o las orillas o la memoria de vértebras doradas.

Pero no estabas tú. Es inútil recorrer los senderos vacíos,
me miro en los estanques, en los palacios de metal
y sólo veo máscaras, pálidas como un reflejo,
intermitentes como el pulso que antecede al invierno.

Tu nombre es un corazón doblado, hay en ti dibujos sin mar,
colores de un solo ojo, la impaciencia de los collares oblicuos
que no regresan.

Entre imágenes deslumbrantes y emociones agridulces se pasea tu nostalgia, Ramón, y sale del monitor y ya no es la tuya, es mi nostalgia la que baila delante de mis ojos de la mano de tus letras.
Un poema bello como pocos.

Besos.