Juan Fionello escribió:
Yo soy el hombre del perro y de la niña,
un crucifijo de carne que pasea
exhibiendo unos labios ensanchados
entreabiertos, blanquecinos.
Globo aerostático que no puede elevarse,
semoviente arrastrado por impulsos,
el de las uñas cortas y limadas.
Husmeo, huelo el aire, identifico
un fuerte aroma a colonia de neumático.
Contemplo, miro, estudio
a un hombre péndulo
al que transportan por el parque sus muletas.
El humo que desplazan mis zapatos
se adhiere a los mendigos que se unen
para buscar en mi ropa enseres viejos.
Persigo las baldosas peregrinas
despojado,
envuelto en párpados,
vestido con sonidos y collares.
Piso algunos escondites
entre arbustos que atesoran
vino envasado en algún bidón advenedizo;
el alcohol humedece las raíces
que como zombies se escapan de la tierra.
La luz regresa, vuelvo intacto,
nazareno, persuadido
de que jamás brillan las lámparas
en la frontera que separa a mis ojos de la noche.
Sugerente poema que en modo subliminal se dirige a la pasion de Jesucristo, y que al travez de excelentes imagenes quasi surreales sugiere sea -en cuanto al dolor del hombre comun- mas largo, mas tortuoso, mas incomprensible. Un excelente poema hacia la busqueda de la humanizacion del hombre, su titulo me deja un poco en la oscuridad porque no veo la conexion con la nina. Sin embargo, me parece extraordinario que en este trayecto por el parque de un mundo interior exteriorisado, el narrador:
" yo soy el hombre del perro"...
"Contemplo, miro, estudio
a un hombre péndulo
al que transportan por el parque sus muletas."
Inviertes los simbolos y el resultado es fenomenal. Nos hablas de balanzas, encontrar un equilibrio ante el meme, con la inconsciencia colectiva que rueda y rueda y si hace mella en como canalizamos esa busqueda por la humanizacion del hombre. Juan, cada vez que te leo me haces ahondar en los valores autenticos. Te felicito.
Un fuerte abrazo,
E. R. Aristy