Pablo Ibáñez escribió:Jerónimo,
me gusta mucho, amigo. Me encantan este tipo de polimétrico 7-11, creo que se consigue un ritmo magnífico, con ese stop-go corto-largo.
Como estoy en época de "hacer amigos", te pondré a ti, que me das veinte vueltas, alguna pega, en la esperanza de que tu me pongas también pegas a mí. Ahí va: creo que arriesgas poco, Jerónimo. Tu calidad y conocimientos merecen más riesgo en el lenguaje y en la forma. En este poema, y en otros anteriores, el lenguaje resulta casi coloquial, con escaso riesgo, no hay rastro de metáforas arriesgadas y la métrica es monorrítmica, siempre con apoyo en sexta.
Convendrás conmigo que podías haber arriesgado más en versos como:
Dile que estoy contento con mi vida,
que no la echo de menos.
Me ha gustado mucho, amigo.
Un abrazo.
Te agradezco tu proximidad, Pablo. Paso a comentar los puntos que citas.
Los versos que mezclan el endecasílabo con acento en sexta (bien sea enfático, heroico o melódico, es decir: “a maiori”) con el heptasílabo (de obligada acentuación en sexta) son muy frecuentes, tanto en la poesía clásica como en la más reciente, por la perfección de su ritmo. Entiendo que, como buen poeta, gustes de esta mezcla.
No arriesgo en el sentido en que tú lo dices, pero sí en la idea global del poema. Lo hice adrede para darle un tono coloquial. Es un hombre que habla a un amigo que ha venido a visitarle al hospital y que conoce a la ex-pareja del enfermo falso-autor. No es asumible que una conversación así esté engalanada con metáforas, por tanto, creo que no es por no arriesgar por lo que me expreso así. Cuando me propongo otro tipo de poema, sí que empleo esas metáforas. Te remito, por ejemplo a algunos versos de poemas míos ya publicados en el foro y que te transcribo:
Yo te amaba.
Brotaban gaviotas nocturnas de tus labios,
la luna se asfixiaba sobre los espejos de tus muslos
y las sienes del sumo sacerdote carecían de adornos.
La noche que me amaste
mis volutas jónicas se derritieron en las baldosas del claustro,
mis manos de hierba se empaparon con las aguas de los aljibes,
mi grito atávico traspuso los vergeles de las vestales somnolientas.
Salieron las mantas húmedas de sudor agrio
y las sábanas zurcidas con hilo de esperanza
y los sillones tapizados con pétalos secos
A cada poema conviene un estilo y yo procuro ser fiel al tipo de emoción que intento transmitir.
Me alegro mucho de que te haya gustado el poema y te doy nuevamente las gracias junto con mi abrazo.
Jerónimo