re: Verso libre
Publicado: Mié, 12 Jun 2013 16:37
Queridos amigos, trataré de dar mi opinión en lo asuntos que planteáis.
El artículo de Fernando Gómez Redondo, a mi juicio, no tiene en cuenta algunos detalles, los mismos que no tuvo en cuenta Juan Ramón Jiménez y que luego quiso clarificar. Uno de los detalles se debe a que, en muchas ocasiones, se mezclan el verso multimétrico, ese que llaman libre, y el versículo, o sea, a veces, lo que llaman verso libre -versolibrismo- no es tal, sino que es versículo - poema versicular-, es decir, un poema a base de renglones, que no son versos, y que se llaman versículos. En estos casos, no se trata de versificación libre, ni isosilábica, ni irregular…, por la sencilla razón de que no son versos. Y sí se trata de una forma de prosa que no atiende a los preceptos irrenunciables del verso, ya que de atenderlos, obviamente, se trataría de versos. Pero no son versos y sí son versículos.
Creo que es muy de admirar la gran preocupación innovadora del maestro Juan Ramón. Está claro que sus intenciones eran investigar sobre aspectos de un verso que, por aquel entonces, empezaba a liberarse, a buscar nuevas formas, nuevos caminos…, siempre intentando prescindir de la rima y la métrica, todo lo cual desembocó en un galimatías que, con el aditamento del nombre que le pusieron, “verso libre”, acabó y aún permanece en un mar de extraordinarias confusiones.
Está clarísimo que el gran Juan Ramón Jiménez pretendía llegar a conclusiones válidas sobre el verso de aquellos días. Juan Ramón, no veía nada claro que en el “verso libre” valiera todo. Era difícil solventar el problema, porque la propia denominación, “verso libre”, propiciaba que los autores hiciesen lo que les viniera en gana. Fue grande la profusión de autores mediocres que se las daban de autores innovadoramente importantes, aprovechando la confusión de unos tiempos en que, bajo la denominación “verso libre”, parecía que todo era válido.
No me extraña que Juan Ramón no encontrara la solución, porque es muy fácil, quizá demasiado para caer en la cuenta. La solución está en que no se puede llamar libre a ningún verso, porque no hay ningún verso que sea libre, puesto que todos los versos tienen un número de sílabas, un nombre y un apellido, un ritmo determinado, etc. Es decir, todos lo versos están clasificados o se pueden clasificar, y, si se pretende desclasificarlos, se convierten en prosa, en una forma de prosa versicular; en versículos. Los versículos no son versos, se parecen, pero no son versos porque les faltan las señas de identidad del verso: alteración del cómputo silábico y pausa versal.
Aunque el comentario que, en este mismo posteo, dejé de Vicente Alexandre, valdría para hablar de Juan Ramón, volveré a tratar de explicar en qué consiste el verso libre de Jiménez.
Veamos, emplearemos el aforismo de Juan Ramón que ha dejado Ángel, está escrito en verso largo o en versículo, según se respete o no, la pausa versal:
Cada día, ciego, señor de la lectura, voy separando menos el verso de la prosa, quiero decir, lo que llamamos verso y prosa. En realidad no hay verso, eso que solemos llamar verso, digo, línea aislada, los poetas. Todo es prosa, lo que llamamos prosa, digo, escritura seguida, sea el ritmo que fuere.
Ahora coloquémoslo de otra manera, por ejemplo, así:
Cada día, ciego,
señor de la lectura,
voy separando menos
el verso de la prosa,
quiero decir,
lo que llamamos verso y prosa.
En realidad no hay verso,
eso que solemos llamar verso,
digo, línea aislada, los poetas.
Todo es prosa, lo que llamamos prosa,
digo, escritura seguida,
sea el ritmo que fuere.
Como se puede observar, el aforismo de Juan Ramón está escrito a base de periodos sintácticos, de detención a detención, que a su vez corresponden a medidas propias de los versos convencionales en una combinación imparisílaba. Lo que pasa es que Juan Ramón utiliza las licencias métricas pero al revés, o sea, las utiliza para tratar de presentar una versificación alejada de la métrica convencional. Y, claro, la forma está en consonancia con el mensaje, puesto que el texto de Juan Ramón se puede convertir en verso polimétrico, multimétrico y, también, en versículo.
Juan Ramón dice que todo es prosa, y casi acierta porque la realidad es que todo se puede convertir en prosa. Así pues, Jiménez se equivocó, pero solo en un pequeño detalle: Sí que hay verso. No todo es prosa, porque el verso no es prosa, pero sí que todo, incluso el verso, se puede convertir en una prosa.
Veamos el segundo aforismo que nos deja Ángel:
Señor de la lectura, ciego: ¡me equivoqué, me equivoqué en la forma de publicar mi verso libre! No, verso es sólo lo que termina en consonante o asonante. El verso libre que no es blanco es mejor imprimirlo como prosa, porque prosa ¿no es verso, siempre verso, y verso libre que no es blanco?
Ahora, como en el anterior aforismo, lo pasamos a verso polimétrico:
Señor de la lectura, ciego:
¡me equivoqué, me equivoqué en la forma
de publicar mi verso libre!
No, verso es sólo lo que termina
en consonante o asonante.
El verso libre
que no es blanco
es mejor imprimirlo como prosa,
porque prosa
¿no es verso, siempre verso,
y verso libre que no es blanco?
Bien, vayamos al fondo del aforismo. Jiménez dice que se equivocó en la forma de presentar su verso libre; luego, dice que todo lo que no sea verso blanco (verso medido pero sin rima), es mejor imprimirlo como prosa, lo cual no puede ser cierto, ya que existe una combinación versal que no se premedita o que no tiene que ser necesariamente premeditada, y que se llama verso multimétrico.
A mi juicio, Juan Ramón también se equivoca al ponerle ciertos nombres a los versos, nombres que, en todo caso, corresponden, no a una clase de verso, sino a una combinación de versos. Que si verso libre, que si verso blanco. Pues no, verso, solo verso, simple o compuesto, sin más. Después, podemos ponerle nombre a las posibles combinaciones versales.
En cuanto a lo que dice de que la prosa es todo menos el verso blanco, tampoco estoy de acuerdo; la prosa puede ser todo, incluso el verso blanco y el verso rimado; eso, a día de hoy, está archidemostrado, sin ir más lejos, en Alaire hay muchos trabajos que lo demuestran.
Finalmente, decir que estoy de acuerdo con Jiménez en la cuestión del ritmo. El ritmo prácticamente no cambia si el poema está bien escrito; Por ejemplo, un poema monométrico puede pasarse a polimétrico, multimétrico y versicular, y no cambiará el ritmo, salvo en el asunto de la pausa versal. La cuestión es que los periodos sintácticos estén rítmicamente bien definidos. No se trata de analizar el ritmo de un verso, sino de analizar los periodos rítmicos dentro del propio verso. De ahí que el verso libre no exista; lo que existe es el verso multimétrico, y, desde luego, de libre tiene poquísimo.
Por cierto, en cuanto a lo que dijo Juan Ramón, respecto a que un ciego no podría discernir si un poema era prosa o verso, tampoco estoy de acuerdo. Si un poema está bien leído o recitado, su estructura será perfectamente reconocible para cualquier oyente que sepa lo que es un verso. Así pues, no se trata de ver lo que se ha escrito, se trata de saber mínimamente lo que es un verso. El verso, solo el verso, únicamente el verso está afectado de la pausa versal, siempre y en todo caso, por lo que cuando se produce, cualquier oyente sea ciego o no, puede saber que se trata de versos y no de prosa.
En fin, el hecho de que Juan Ramón Jiménez, no llegara a afinar sus conclusiones, no significa que no existan conceptos que se pueden concretar en aras de que los autores aclaren sus dudas respecto a los intríngulis del mundo del poema.
Verso monométrico, polimétrico, multimétrico, y versículo; esas son las 4 combinaciones posibles para escribir un poema. Tres de ellas son a base de versos, la cuarta es a base de versículos que son una forma de prosa. No hay más.
Conclusión: El verso libre que trabajaron Juan Ramón Jiménez y otros grandes autores, por ejemplo, Vicente Alexandre, está impregnado de los conocimientos de métrica y técnica que esos autores poseían. Ellos parten de unos esquemas semánticos de altura, periodos sintácticos perfectamente acotados, para producir un verso detrás de otro, sin parar -hasta la pausa versal- o no parar sintácticamente, aunque siempre temporalmente, por medio del encabalgamiento. ¿Qué tenemos? Una sucesión de versos, nada más.
Cuando se sabe trabajar el verso, pero bien trabajado, se puede trabajar el verso multimétrico, ese que llaman libre, y se pueden hacer las combinaciones que se quieran, se pueden hacer piruetas rítmicas, semánticas, sintácticas, estilísticas…, como hacían los grandes maestros aquí comentados. No tenían claros algunos conceptos, pero no hay duda de que sin los Juan Ramón, Alexandre..., nosotros, los poetas actuales, estaríamos mucho más atrasados.
Abrazos, compañeros.
El artículo de Fernando Gómez Redondo, a mi juicio, no tiene en cuenta algunos detalles, los mismos que no tuvo en cuenta Juan Ramón Jiménez y que luego quiso clarificar. Uno de los detalles se debe a que, en muchas ocasiones, se mezclan el verso multimétrico, ese que llaman libre, y el versículo, o sea, a veces, lo que llaman verso libre -versolibrismo- no es tal, sino que es versículo - poema versicular-, es decir, un poema a base de renglones, que no son versos, y que se llaman versículos. En estos casos, no se trata de versificación libre, ni isosilábica, ni irregular…, por la sencilla razón de que no son versos. Y sí se trata de una forma de prosa que no atiende a los preceptos irrenunciables del verso, ya que de atenderlos, obviamente, se trataría de versos. Pero no son versos y sí son versículos.
Creo que es muy de admirar la gran preocupación innovadora del maestro Juan Ramón. Está claro que sus intenciones eran investigar sobre aspectos de un verso que, por aquel entonces, empezaba a liberarse, a buscar nuevas formas, nuevos caminos…, siempre intentando prescindir de la rima y la métrica, todo lo cual desembocó en un galimatías que, con el aditamento del nombre que le pusieron, “verso libre”, acabó y aún permanece en un mar de extraordinarias confusiones.
Está clarísimo que el gran Juan Ramón Jiménez pretendía llegar a conclusiones válidas sobre el verso de aquellos días. Juan Ramón, no veía nada claro que en el “verso libre” valiera todo. Era difícil solventar el problema, porque la propia denominación, “verso libre”, propiciaba que los autores hiciesen lo que les viniera en gana. Fue grande la profusión de autores mediocres que se las daban de autores innovadoramente importantes, aprovechando la confusión de unos tiempos en que, bajo la denominación “verso libre”, parecía que todo era válido.
No me extraña que Juan Ramón no encontrara la solución, porque es muy fácil, quizá demasiado para caer en la cuenta. La solución está en que no se puede llamar libre a ningún verso, porque no hay ningún verso que sea libre, puesto que todos los versos tienen un número de sílabas, un nombre y un apellido, un ritmo determinado, etc. Es decir, todos lo versos están clasificados o se pueden clasificar, y, si se pretende desclasificarlos, se convierten en prosa, en una forma de prosa versicular; en versículos. Los versículos no son versos, se parecen, pero no son versos porque les faltan las señas de identidad del verso: alteración del cómputo silábico y pausa versal.
Aunque el comentario que, en este mismo posteo, dejé de Vicente Alexandre, valdría para hablar de Juan Ramón, volveré a tratar de explicar en qué consiste el verso libre de Jiménez.
Veamos, emplearemos el aforismo de Juan Ramón que ha dejado Ángel, está escrito en verso largo o en versículo, según se respete o no, la pausa versal:
Cada día, ciego, señor de la lectura, voy separando menos el verso de la prosa, quiero decir, lo que llamamos verso y prosa. En realidad no hay verso, eso que solemos llamar verso, digo, línea aislada, los poetas. Todo es prosa, lo que llamamos prosa, digo, escritura seguida, sea el ritmo que fuere.
Ahora coloquémoslo de otra manera, por ejemplo, así:
Cada día, ciego,
señor de la lectura,
voy separando menos
el verso de la prosa,
quiero decir,
lo que llamamos verso y prosa.
En realidad no hay verso,
eso que solemos llamar verso,
digo, línea aislada, los poetas.
Todo es prosa, lo que llamamos prosa,
digo, escritura seguida,
sea el ritmo que fuere.
Como se puede observar, el aforismo de Juan Ramón está escrito a base de periodos sintácticos, de detención a detención, que a su vez corresponden a medidas propias de los versos convencionales en una combinación imparisílaba. Lo que pasa es que Juan Ramón utiliza las licencias métricas pero al revés, o sea, las utiliza para tratar de presentar una versificación alejada de la métrica convencional. Y, claro, la forma está en consonancia con el mensaje, puesto que el texto de Juan Ramón se puede convertir en verso polimétrico, multimétrico y, también, en versículo.
Juan Ramón dice que todo es prosa, y casi acierta porque la realidad es que todo se puede convertir en prosa. Así pues, Jiménez se equivocó, pero solo en un pequeño detalle: Sí que hay verso. No todo es prosa, porque el verso no es prosa, pero sí que todo, incluso el verso, se puede convertir en una prosa.
Veamos el segundo aforismo que nos deja Ángel:
Señor de la lectura, ciego: ¡me equivoqué, me equivoqué en la forma de publicar mi verso libre! No, verso es sólo lo que termina en consonante o asonante. El verso libre que no es blanco es mejor imprimirlo como prosa, porque prosa ¿no es verso, siempre verso, y verso libre que no es blanco?
Ahora, como en el anterior aforismo, lo pasamos a verso polimétrico:
Señor de la lectura, ciego:
¡me equivoqué, me equivoqué en la forma
de publicar mi verso libre!
No, verso es sólo lo que termina
en consonante o asonante.
El verso libre
que no es blanco
es mejor imprimirlo como prosa,
porque prosa
¿no es verso, siempre verso,
y verso libre que no es blanco?
Bien, vayamos al fondo del aforismo. Jiménez dice que se equivocó en la forma de presentar su verso libre; luego, dice que todo lo que no sea verso blanco (verso medido pero sin rima), es mejor imprimirlo como prosa, lo cual no puede ser cierto, ya que existe una combinación versal que no se premedita o que no tiene que ser necesariamente premeditada, y que se llama verso multimétrico.
A mi juicio, Juan Ramón también se equivoca al ponerle ciertos nombres a los versos, nombres que, en todo caso, corresponden, no a una clase de verso, sino a una combinación de versos. Que si verso libre, que si verso blanco. Pues no, verso, solo verso, simple o compuesto, sin más. Después, podemos ponerle nombre a las posibles combinaciones versales.
En cuanto a lo que dice de que la prosa es todo menos el verso blanco, tampoco estoy de acuerdo; la prosa puede ser todo, incluso el verso blanco y el verso rimado; eso, a día de hoy, está archidemostrado, sin ir más lejos, en Alaire hay muchos trabajos que lo demuestran.
Finalmente, decir que estoy de acuerdo con Jiménez en la cuestión del ritmo. El ritmo prácticamente no cambia si el poema está bien escrito; Por ejemplo, un poema monométrico puede pasarse a polimétrico, multimétrico y versicular, y no cambiará el ritmo, salvo en el asunto de la pausa versal. La cuestión es que los periodos sintácticos estén rítmicamente bien definidos. No se trata de analizar el ritmo de un verso, sino de analizar los periodos rítmicos dentro del propio verso. De ahí que el verso libre no exista; lo que existe es el verso multimétrico, y, desde luego, de libre tiene poquísimo.
Por cierto, en cuanto a lo que dijo Juan Ramón, respecto a que un ciego no podría discernir si un poema era prosa o verso, tampoco estoy de acuerdo. Si un poema está bien leído o recitado, su estructura será perfectamente reconocible para cualquier oyente que sepa lo que es un verso. Así pues, no se trata de ver lo que se ha escrito, se trata de saber mínimamente lo que es un verso. El verso, solo el verso, únicamente el verso está afectado de la pausa versal, siempre y en todo caso, por lo que cuando se produce, cualquier oyente sea ciego o no, puede saber que se trata de versos y no de prosa.
En fin, el hecho de que Juan Ramón Jiménez, no llegara a afinar sus conclusiones, no significa que no existan conceptos que se pueden concretar en aras de que los autores aclaren sus dudas respecto a los intríngulis del mundo del poema.
Verso monométrico, polimétrico, multimétrico, y versículo; esas son las 4 combinaciones posibles para escribir un poema. Tres de ellas son a base de versos, la cuarta es a base de versículos que son una forma de prosa. No hay más.
Conclusión: El verso libre que trabajaron Juan Ramón Jiménez y otros grandes autores, por ejemplo, Vicente Alexandre, está impregnado de los conocimientos de métrica y técnica que esos autores poseían. Ellos parten de unos esquemas semánticos de altura, periodos sintácticos perfectamente acotados, para producir un verso detrás de otro, sin parar -hasta la pausa versal- o no parar sintácticamente, aunque siempre temporalmente, por medio del encabalgamiento. ¿Qué tenemos? Una sucesión de versos, nada más.
Cuando se sabe trabajar el verso, pero bien trabajado, se puede trabajar el verso multimétrico, ese que llaman libre, y se pueden hacer las combinaciones que se quieran, se pueden hacer piruetas rítmicas, semánticas, sintácticas, estilísticas…, como hacían los grandes maestros aquí comentados. No tenían claros algunos conceptos, pero no hay duda de que sin los Juan Ramón, Alexandre..., nosotros, los poetas actuales, estaríamos mucho más atrasados.
Abrazos, compañeros.