Publicado: Vie, 12 Jun 2015 21:03
Hermoso querida amiga... fuerza expresiva que conmueve profundamente...
Siempre grato leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
Siempre grato leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
Foro poético-literario, revista y tienda de libros de la Editorial Alaire. Poemas de todo tipo, relatos cortos, ensayos. Debates, discusiones y todo tipo de estudios sobre temas relacionados con el ámbito literario. Convocatorias de concursos de poesía.
https://foro.editorialalaire.es/
Rosa Marzal escribió:Una blancura ácida nos bautiza,
amor mío.
Cose la piedra al párpado; los pies,
a la insidiosa latencia del asfalto.
Siempre intuiste
mi fe en los abismos;
que la mañana suele abrirme sus brazos
desolados
cuando los grillos inoculan su esperma de metal
en el ojo del día.
Te he dicho
que mi sangre se vuelve amarga y lenta;
que me invade las venas un ángel
gris, y van desintegrándose
una a una
las musas de mi lengua.
Así se ata la madrugada a mis manos;
así se mofa de mí la nostalgia
y luego, cuando muere
la séptima penumbra,
destrozo las cortinas del rigor, arranco las agujas
de un reloj cadavérico
y levanto bien alta la copa de mi Sombra.
Entonces araño con ganas la conciencia
de un gesto
y rescato
los pedazos de luz desollada:
ciento ochenta continentes a la deriva en mí
que vendrán nuevamente a morder
mi voluntad de perro
al dar las seis y nadie.
Rosa, me ha emocionado y conmovido el poema, que me parece soberbio, porque dices y haces sentir. Siempre he destacado de tu poesía la fuerza que desprende y la riqueza de las imágenes que nos proporciona. En este poema he visto una cúspide, una voz que despunta y desgrana, esos 180 continentes no van a la deriva, siguen un rumbo bien trazado, que es alegría para los que siempre te leemos.
Un abrazo, Rosa.
Carmen
<a
Rosa Marzal escribió:Una blancura ácida nos bautiza,
amor mío.
Cose la piedra al párpado; los pies,
a la insidiosa latencia del asfalto.
Siempre intuiste
mi fe en los abismos;
que la mañana suele abrirme sus brazos
desolados
cuando los grillos inoculan su esperma de metal
en el ojo del día.
Te he dicho
que mi sangre se vuelve amarga y lenta;
que me invade las venas un ángel
gris, y van desintegrándose
una a una
las musas de mi lengua.
Así se ata la madrugada a mis manos;
así se mofa de mí la nostalgia
y luego, cuando muere
la séptima penumbra,
destrozo las cortinas del rigor, arranco las agujas
de un reloj cadavérico
y levanto bien alta la copa de mi Sombra.
Entonces araño con ganas la conciencia
de un gesto
y rescato
los pedazos de luz desollada:
ciento ochenta continentes a la deriva en mí
que vendrán nuevamente a morder
mi voluntad de perro
al dar las seis y nadie.
<a>