Editorial Alaire

Un poema muy a propósito de la situación que vivimos, donde la indiferencia e inanición, estoicismo frente a los graves problemas en los que está sumida nuestra sociedad, parece ser una actitud generalizada en ciertos sectores más o menos acomodados (por el momento.. después ya veremos).

Como siempre tu inteligente estilo poético, trufado de sutiles ironías, sella cada uno de tus versos.

Un abrazo.

Buenísimo, Ramón, un Poema repleto de reflexión y de talento poético.


Demuestras que es posible aunar imaginación y cercanía, que existen caminos para llegar al lado más profundo de la realidad.

Me ha encantado, compañero.

Un abrazo.

Existen diferentes maneras de vivir, mas no todas son verdaderamente plenas y satisfactorias. La falta de motivación y un exceso de conformismo, pueden llevar a morir en vida. Excelente poema, Ramón. Mis felicitaciones, amigo. Un abrazo.

Pues yo también he tenido que tirar de San google, Ramón, se lee con avidez, somos tan humanos, tan de costumbres, que a veces la rutina hace estragos, despliegas un derroche de aciertos que deleitan a esta que te lee. Escribes de lujo, eres todo un Poeta, sí señor.

Un abrazo.

Excelente, Ramón. Poesía de alto nivel y muy apropiada para los tiempos que corren. Enhorabuena y un abrazo.

[quote="Ramón Ataz"]
¿A cuál de tus amos,
a cuál de tus discípulos
podrá servir la risa en que te abres
cuando las piernas te inciten a correr
y no te muevas?

Pondrán tus dientes árticos,
tu chaqueta colonial,
las guedejas que se arriman
y se asoman a tu frente
-despeñadero abrupto,
tajo a través del cual fluyen las calles-
sobre el jergón que, presumimos, resguarde
tu víspera continua.

Imaginamos (tú y yo)
la humedad un ámbito callado;
las paredes un sector de palimpsestos
sobre capas de miseria;
suponemos un terrario
sobre el suelo perezoso.

Meterás la bondad en tus bolsillos
pues las manos
se alzarán, anchas, extremas,
pretendiendo detener
la rabia azul -la rabia verde-
uniforme, enmascarada.

Sus ojos
están en algún lado;
te miran los fusiles
como si fueras el último elefante.

El aire en tus pulmones se transforma por sí solo en palabras
impropias de los siervos;
tus labios aprendieron a negar, todos tus músculos
desearon recibir tus instrucciones.

Pero incapaz de disentir
ahora te sientas.

Sin nadie que te obligue a estar de pie,
no eres más que un monasterio abandonado
al que piedras desprendidas
comienzan a dejar
lleno de huecos.

Latir, latir,

latir. Latir
es lo que espera a los que viven idénticos
los días que les quedan.


.....................................................................................................................................

El poeta, en estado de gracia, ha escrito una de sus grandes obras. Y, a mi juicio, es una obra importante. Seguridad, madurez y versos para recordar. Se marca el territorio de la hermosura. Se impone el lenguaje del autor, suyo, y es un sonido inconfundible de confortable inteligencia.
Con tranquilidad, habré de volver por aquí, todo aquí reclama un lugar en el sol de los autores con importancia extra y sensorial.
Un fuerte abrazo, colega.

Guillermo Cuesta escribió:Hay Ramón, la diversidad de tu poema se nutre del análisis introspectivo
que la metáfora aguda pone en la imaginación del poeta y en el deseo de seguir hacia adelante con el consuelo de las buenas intenciones.

Ritmo exquisito y escogido calendario para el efecto.

Un abrazo

Guillermo

Muchísimas gracias, colega, por tus generosos elogios hacia el poema.

Un abrazo.

Pablo Ibáñez escribió:Ramón,

Eres Juan, eres el mismo y me ha gustado tanto esta obra de Ramón como me gustaban las de Juan. Me gusta ese aire culto y clásico que tan bien manejas y he aprovechado para aprender en Wikipedia sobre la obra Estico y lo que es un palimpsesto. Ese ambiente clásico que expresa inquietudes eternas es de un lirismo insuperable.

Un abrazo

Como Ramón aprecio tu generosidad todavía más de lo que lo hacía siendo Juan, porque no hay ninguna máscara que me estorbe. Muchísimas gracias, además de un enorme poeta eres un compañero excelente.

Un abrazo, Pablo.