Editorial Alaire

Gracias, Luis. Lo agradable es verte en mis letras y que me dejes comentarios tan excesivos como este.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, esteban, por el generoso comentario que me dedicas. En esto de escribir siempre hay una opinion por cada lector. Yo no se si es mi mejor poema, pero si tu lo das por bueno, y me doy por satisfecha. Y no aburres nada.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Quinteño. No necesitas decir nada, con estar ya lo dices todo.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Guillermo, por tu amable comentario. Siempre es un placer verte en mi ventana.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Luis, por tu muy generoso comentario.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Hallie, por tu paso y tus siempre amables palabras.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Gerardo, por pasar por estos intentos míos y mirarlos con buenos ojos.
Un abrazo.
Pepa

Gracias, Maria Pilar, por los preciosos adjetivos que me regalas. Un verdadero placer verte por aquí.
Un abrazo.
Pepa

Paso de nuevo por tus versos porque es difícil despegarse de ellos, y porque además quería desearte Feliz Navidad, querida compañera de letras.

Un fuerte abrazo.

Gracias, de nuevo, Maria Pilar.
También te deseo una Feliz Navidad y que el nuevo año te traiga, si no todo lo que deseas, al menos todo lo que necesites.
Un abrazo con campanillas.
Pepa

Había una vez un ser humano, muy humano, que escribía cosas tan hermosas como este poema:
Como olvido las cosas a menudo
suelo peinar con raya el calendario
y señalar algún aniversario
haciendo en el tapiz del tiempo un nudo.

Para contar mis lagrimas me ayudo
con un reloj de arena o un rosario
y tengo una alcancía de a diario
donde guardo los besos que desnudo.

Me enfada mi memoria cuando olvido
el color de tus ojos, cuando caigo
en esta desmemoria traicionera

de no saberte. Y, solo por descuido,
cuando salgo a la vida, nunca traigo
un alma de repuesto en la guantera.

Fue un 28 de noviembre del lejano 2007. Y, en esa sonetera de rango vitalicio, ya se adivinaban unas condiciones excepcionales para la poesía. Se llamaba Pepa, y sí, le iba bien un apelativo tan familiar porque recordaba la nobleza de las muñecas de porcelana y la irresistible y entrañable atracción hacia el pellizco de los mofletes sonrosados. Pero no sé por qué, yo siempre la llamé Josefa.

Y la Pepa se hizo mayor a través de las palabras que se combinan en formaciones del alma. Palabras sencillas, palabras calientes, palabras que evocan las cosas que seducen hasta enamorar las entrañas. Y así se hizo el lenguaje en unos versos de poderío entrañable.

Y ahora qué, Doña Josefa, qué, después de cinco años y poemas altamente evocadores, sino decirte que ha sido un verdadero privilegio seguirte en esa afortunadísima evolución hacia los confines de la hermosura. Y, bueno, con toda esa seguridad y ese tino de autora de tronío que se desprenden de tu poética; ahora que estás a la altura de las mejores autoras de hoy en día, creo que, desde ahora, te voy a llamar Pepa. Nuestra Pepa, ahí es nada.

Feliz Navidad junto a los tuyos. Y salud, estimada amiga y admirada colega (felicita a tu hermana Mari Cruz de mi parte).
Un fuerte abrazo.

Muy bueno este repaso por los siete pecados capitales, Pepa.
Algunos divertidos, otros bien descritos, y la ira escondida en "me enfureces".

Un placer leerte. Como siempre.

Feliz Navidad,

Víctor

Amigo Rafel. Me has dejado fuera de combate. Nunca me han hecho un regalo de navidad como este. Gracias por el panegírico, tan exagerado como fruto de tu bondad. Te aseguro que no merezco tanto, aunque confieso que me han emocionado tus palabras y por un momento me han dado tentaciones de creermelo.
Sí que me hecho mayor, de eso no hay duda; el tiempo no pasa en balde. En cuanto a madurez, que es una cosa distinta a la edad, sigo siendo la niña que empezó a pergeñar sus primeros pseudo-versos casi en la infancia y poco he crecido desde entonces, me temo.
Si algo tiene de bueno lo que escribo, son los ojos de los que que lo leen y trasforman con su propia inteligencia, ternura, sutileza y bondad y si algo he dado de mi, nada es comparado con lo mucho que he recibido de todos vosotros en estos años.
Para mi sí que ha sido un honor y un privilegio compartir esta página con un grupo de autores y personas que se encuentran, sin duda, entre lo mejor de lo mejor.
No puedo decir más, sino agradecerte la paciencia y bondad con que desde el primer día me trataste y acogiste, a ti particularmente y a los demás compañeros por añadidura. La admiración, por supuesto, es mutua.
¡¡Gracias, gracias, gracias!!
Ya no llego a tiempo para devolverte tu felicitación navideña, pero si para enviarte mis mejores deseos de Año Nuevo para ti y tus seres queridos.

Un abrazo inmenso.
Pepa

Pdt: Le daré el recado a mi hermana.

Gracias, Victor, por la clarividencia con que me lees. No estaba tan escondida esa ira, ya que la encontraste. Todos somos pecadores, pero no siempre los pecados conllevan arrepentimiento, como en este caso. Un placer siempre tu visita.
Que el Nuevo Año colme tus deseos.
Un abrazo.
Pepa

Inevitablemente, vuelvo a una de las grandes obras de Pepa.