El fajador

[F. Enrique]

Qué maravilla de poema se me había pasado!!!

Gracias por rescatarlo, Enrique.

Esta lleno de autenticidad, honestidad.. no sé cualquiera de esos adjetivos que matizan la calidad en poesía.

El inicio ya es demoledor:

"Mi niñez en una urna
donde no puedas besarla,
donde se recluya el aire
que no tocaran tus labios"

Gracias, Ferreiro, me importa tu opinión, lo que resaltas nos da una idea de lo que buscas y tantas veces consigues,

Un abrazo.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

[F. Enrique]

El poema es todo un periplo vital, con sus victorias y sus derrotas, sus esperanzas y sus desvelos, teñido de una fragante melancolía. La última estrofa es una genialidad, sobre todo los cuatro últimos versos. El poema no podría tener un mejor remate.

Enhorabuena, Enrique, es todo un acierto.

Un fuerte abrazo.

Ese boxeador, muy veterano, que pensativo y solo ya, sólo sabe rumiar las derrotas. A base de oficio y resistencia, en cada combate que pierde logra la credibilidad y la dignidad de los vencidos.

Gracias, Ramón, tus últimos poemas me han fascinado.

Un abrazo.

[F. Enrique]

La vida nos va golpeando sin descanso. Hay que aprender a encajar. Me gustó el poema. Gracias por compartirlo.

Un abrazo

Aquí estoy solo en la desembocadura del Hudson lorquiana.

Gracias, Àlex. No puedo sino darte la razón. Cuando no se puede ver porque se tienen los ojos hinchados por el castigo puede aparecer la luz interior. Dichosos los niños porque son libres a pesar de la prisión de los ángeles y la idea rigurosa del pecado.

Gracias.

[jose manuel saiz]

Poderoso.
Así siento este poema.
Invita a varias lecturas, pues en cada lectura aparece un nuevo matiz.
Veo que has cambiado el título. Mejor así.
Un abrazo, amigo
J. Manuel

[F. Enrique]

Magnífico en su brevedad, Enrique:

Un poema para leer y degustar despacio.

Me lo perdí en su momento.

La infancia no solo pertenece a un tiempo pasado sino a un espacio de redención, de asombro, de belleza y de magia.


Felicitaciones
Un beso grande
Ana

Supongo que el rostro castigado de LaMotta es poesía, de esa que se alimenta en el clasicismo trágico para situarse en una vanguardia confusa que se emociona con el recuerdo de la nostalgia sensitiva de la mirada piadosa de una madre, de la amargura de una derrota. No pretendo decirte que Patti Smith sigue viva en mí, en el fulgor de una poesía abandonada, sigo amando el dolor de algunos versos que nunca supe escribir, el silencio de un amor que no supo expresarse entre los duros golpes asertivos de los tiempos modernos, esos que hacen que los poetas aparten la vista cuando se les muestra la poesía, sigo dándole vuelta a la mentira que pueda haber en la verdad, en los caminos que llevan a ninguna parte y siguen llamándonos en el recuerdo, en la tristeza infinita de un boxeador que sabe que tiene perdido el combate, que no compró ningún billete en la lotería a la que sigue abrazándose. Sigue anclado en el amor que no fue amor, ese que se apodera de unos ojos que no saben arrojar una toalla. Ya no siento mi niñez como mía, pero sigo reflejándome en ese hombre confundido que abre cada mañana con el perfume triste de la misma canción.

Muchas gracias, Ana.

Un abrazo.