una luz celestial, un elegido;
si faltaba su zurda a algún partido
no pagaba la entrada ni el ambiente."
Maradona, el dios del fútbol, Jorge Salvador (Ramón Olivares)
A Maradona, in memoriam
No sé si la luz refleja una lágrima ardiente o una calle brava en San Telmo.
No sé si hoy puede respirar La Bombonera.
Recuerdo aquel verano del 86, en el aire se jugaba la felicidad, el triunfo pedía otra copa.
Argentina, tu Argentina, por ella supiste que no podías parar.
Por verte jugar los pájaros abrazaron el silencio, hundieron las plumas en el jamás te olvidaré de su mejor canto.
El pelo largo y la mirada entera, el latido que cesa ha cambiado el curso de noviembre.
No lo creemos, Pelusa, cómo lo vamos a creer si nos faltás en los brazos de la porteña infancia.
Nada encaja, nada; o quizá sí hay un féretro surrealista en la Casa Rosada.
Villa Fiorito no puede levantarse del suelo, está rindiendo un examen de dolor y aunque pasan las horas, pierde el llanto ante su propia mudez.
Los hijos, el tuyo, el de la vecina de Almagro... conquistaron un segundo de amor hecho jirones.
Alguna vez fueron los chicos de la remera diez, del pase, del mundial, de Boca clavada en los ojos de la esperanza.
No sé si vos me escuchaste cuando el cielo rompió aguas y el mundo dejó de aplaudir.
Nos hiciste de alguna manera a muchos, nos llevaste con Sabina en el bondi de los amores posibles.
Y ahora el sufrido cuerpo libera su vocación flagelante, ahora el Maradona asciende y mientras los colores se acoplan, el universo tiembla con el recuento de tus goles.
Ché, que no existe la parca, es solo un trance, un obelisco transparente y mullido, un guiño de la semilla besada por el Sur.
A vuela pluma, hoy 26 de noviembre 2020.