Desperdiciar los sujetos ennegrecidos, sería maravilloso,
adormecer las espinas que dibujan dagas, sería una genialidad,
entender que las lágrimas que inundan el mundo podrían ser evitables,
todo un acierto.
Aquí habría que verlos.
Entorpecidos por las nubes envueltas en tinieblas, inutilizados,
destruidos con los albores de sus doctrinas firmadas al unísono, leyenda,
empobrecidos bajo su misma cultura, sus leyes ciudadanas, un sueño,
demasiado distante a nuestras pesadillas.
Aquí habría que verlos.
Anulados por aquellos tantas veces repudiados, una epopeya,
alimentados bajo el mismo menú, la misma hambruna, subsidio cancerígeno,
repudiados desde el sol hasta la luna más oscura, sacrilegio.
Moribundos desconocidos, muertos anónimos.
Aquí habría que verlos.
que se alimente del calcio destruido del calvario de tanto esqueleto,
que sus calaveras traten de encontrar la paz negada en vida,
que el mañana suspenda el sufrimiento de sus venas,
que el fuego que irradie su piel,
deje de ser bandera de esclavos,
para otear como color de libertad.
Deja que la muerte de los oprimidos
alivie la autopista de los hambrientos de hoy,
que su sufrir no sea un inmenso océano
y que las palabras exhaladas
no sigan llenando vacíos.
Déjame abrazar un poquito de cielo
que alivie la hoguera del infernal vientre de lo oscuro.
Dame la voz de la vida,
el oxígeno de hoy,
borra el silencio enterrado
en cementerios de lágrimas.
Y ahora,
enseña el camino del duelo
a aquellos que nunca lo respetaron.
Aquí quiero verlos.