Josefa A. Sánchez escribió:Me inquieta
esa larga quietud de las estatuas.
Me parece que fuera
asomarse a un espejo
muy lejano y con manchas herrumbrosas.
Me perturba su gesto pensativo,
su sonrisa perpetua
o su rictus de eterna permanencia.
Soy yo la que está ahí, pero no estoy.
como no permanezco en el espejo
si dejo de mirarlo...
Cada vez que su frío
reclama mis pupilas
siento en las manos tacto de milenios.
Una clara opulencia
de pechos blancos y caderas níveas,
tensas musculaturas,
enigmáticos rostros que miran al pasado.
cabelleras de piedra retorcida.
¿Seré yo esa cariátide
que bajo la cornisa
sostiene trozos de la misma historia?
¿O el jinete que tira de la brida
de su corcel rampante?
¿O Laocoonte luchando con la sierpe?
No sé, pero me duele
mirarme en esos ojos sin mirada
porque soy yo
la que está en esa piedra como espejo
y ahí me veo, inmóvil,
dura por dentro y con antiguas grietas
por donde aflora el musgo.
Y mis labios de mármol insensible
preguntan al rosario de las horas:
¿Dónde estás, Pigmalión?
Pepa
Josefa, querida amiga
me sorprende que no haya entrado en su tiempo
a disfrutar de este magnífico poema- la única explicación que no estaba por ahí
en ese momento-
Gracias por compartir esta maravilla de poema....
Un abrazo fuerte,