Nicolae Labis - La muerte de la cierva

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Marius Gabureanu
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Nicolae Labis - La muerte de la cierva

Mensaje sin leer por Marius Gabureanu »

Desvaneció por la sequía el viento.
El sol se escurrió del firmamento.
El cielo es un vacío caluroso.
Es fango lo que sacan de los pozos.
Y danzan, siempre más sobre las ramas,
Satánicas e implacables llamas.

Sigo a mi padre por las secas breñas
Y cada abeto siento que me araña.
Nos vamos a cazar alguna cierva
Por estos Cárpatos de hambruna y saña.

La sed me hunde. Hierve, en la piedra,
La poca agua que habemos logrado.
La sien me oprime el hombro. Y avanzo
En un planeta extraño y pesado.

Acecharemos donde aún resuena
El dulce son de puros manantiales.
Aquí es donde beberán las ciervas
Cuando se tejan sombras desiguales.

¡Ay, tengo sed! Mi padre me acalla.
¡Qué límpida, oh agua, te me meces!
La sed me enlaza al ser que condenamos,
Nosotros, los abusadores jueces.

El valle aún resopla, marchitado.
¡Qué horrorosa tarde ha comenzado!
En sangre está teñido el horizonte
Y el pecho se me ve ensangrentado.

Están ardiendo estrellas en los cielos
Y helechos en telúricos altares.
¡Oh, ojalá no vengas, ya no vengas,
Hermosa ofrenda de mis tristes lares!

Ella surgió saltando y se detuvo
Mirando en torno algo temerosa.
Palpitan ondas donde ella toca
El agua con narices temblorosas.

Lucía en sus ojos un enigma.
Yo sé que a sufrir y a perecer va.
Me parecía revivir el mito
De la doncella que tornose cierva.

La débil luz de luna le bajaba
Con flores de cerezo por la cara.
¡Oh, cómo por primera vez quería
Que el disparo del fusil fallara!

Pero tronó el valle. De hinojos,
Irguiendo su cabeza un instante,
Se precipita y derrama rojos
Fugaces abalorios de sangre.

Un ave azul portó desde las ramas
El alma de la cierva hacia el cielo,
Gritando, como cuando en otoño
Sus nidos dejan y emprenden vuelo.

Voy vacilando a cerrar sus ojos,
Sus ojos en que ya no queda vida.
Y me sorprendo y turbo cuando dice
Mi padre alegremente: '¡Hay comida! '

Estoy con sed... Podré beber ahora.
¡Qué turbia, oh agua, te me meces!
La sed me enlaza al ser que ya matamos,
Nosotros, los abusadores jueces.

Mas vanas son las leyes y ajenas
Cuando vivir logramos ya apenas,
Qué compasión ni qué costumbres, cuando
Dejamos a mi hermana agonizando.

El rifle de mi padre humo echa.
Del bosque caen hojas por la brecha.
Mi padre alza un fuego espeluznante.
¡Jamás será el bosque como antes!

Mi mano en la grama algo siente:
Un cascabel, me pasa por la mente.
Mi padre saca de entre los tizones
El corazón asado y los riñones.

¿El corazón? ¡El hambre! Quiero vivir... querría...
Perdóname, doncella - ¡ah, tú, ciervita mía!
¡Qué alto es el fuego! De sueño me desplomo.
¿Qué pensará mi padre? Como y lloro. ¡Como!


(1954)


Traducción: Paul Abucean
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Óscar Distéfano
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Re: Nicolae Labis - La muerte de la cierva

Mensaje sin leer por Óscar Distéfano »

Quiero que sepas, Marius, que, así como a ti, este poema me ha gustado mucho. Es una bella y a la vez terrible alegoría.

Saludos.


La compasión es la manifestación civilizada del desprecio.



http://www.elbuscadordehumos.blogspot.com/
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