Luis M. escribió:¿Sabes lo más gracioso, Ramón? ...que ni siquiera los taurinos se creen sus argumentos..
Antes se podían escudar en la costumbre y la tradición, hoy en día solo se justifican con pobres excusas, ..como que la gente come chuletas o que sin ellos no existiría el toro de lidia..
La verdad es que no concibo una especie que agradeciese sobrevivir para acabar su vida siendo matado lentamente para diversión del respetable...Que yo sepa el fin existencial de los animales no es que su muerte sirva de diversión al ser humano (por lo menos en el siglo XXI)...
Un abrazo.
Es una afirmación gratuita, y una descalificación innecesaria hacia el otro tertuliano con el que se discrepa y charla, eso de que lo taurinos no nos creemos nuestros argumentos.
Nosotros no defendemos pobres excusas, si así fuera ya habría desaparecido hace tiempo la fiesta de los toros. La fortaleza de nuestros argumentos est´á en la ética.
Ningún torero ni aficionado siente el más mínimo placer sádico en el sufrimiento del toro con el que ha convivido gran parte del año, como argumenta algún antitaurino porque sienten ese dolor similar al suyo, como si estuviera en el mismo trance. Pero aquí radica la diferencia, se sabe todavía poco del dolor animal.
Muchos nos preguntamos qué es lo que se condena: ¿el acto de matar un animal? ¿El hecho de matarlo para algo diferente de comérselo (como si al toro no nos lo comiéramos)? ¿O el hecho de matarlo en público, el malestar ante la visibilidad de la muerte? Proclamar que todos los seres vivos tienen derecho a la vida es un absurdo ya que, por definición, un animal sólo puede vivir en detrimento de lo viviente.
Lo propio del hombre, lo que le diferencia de los animales -nunca humanizables- es lo siguiente: cuando mata un animal respetado (y no una bestia dañina de la que tiene la obligación de deshacerse), el acto de darle muerte va generalmente acompañado (en las sociedades tradicionales o rurales) de un ritual festivo o de una ceremonia expiatoria.
Es entonces cuando existe un gran contraste con la muerte en mataderos del animal. La valoración ética depende de muchas variables: culturales, veterinarias, emocionales, etnológicas, históricas, psicológicas. No es lo mismo para un español que para un escandinavo, por poner un ejemplo, valorar una corrida de toros. El aficionado no goza con la muerte, es más apenas la tiene en cuenta. Existen una multitud de factores que abrigan su percepción, la cual es filtrada a través de otros cristales con los que puede mirar un defensor escandinavo, que aplaude matar peces por capricho, de los animales.
Un abrazo