a las Ventas,
a la emocionante historia de España.
Cuando el reloj de la Maestranza
marca la hora en punto,
los labios encendidos del albero, reclaman
su deuda en clavel.
Escondido el silencio, un capote
aloja su montera.
El Bos,
entre aplausos y luna, rasga el cielo
en cruenta danza.
Habano en mano,
suenan clarines y timbales
con respeto de muerte.
En el coso,
caballo de alguacilillo;
en los tendidos
pañuelo blanco;
y todos los siglos del hombre
revientan en un suspiro:
¡Ay hombre!
¡Ay mujer!
El sur, dorado del Guadalquivir,
es Uro primigenius
que recorre la piel de nuestra historia;
ríos de sangre hasta sus pies.
El cielo, cúpula del Cachorro.
Sal torero sal, gritaba un niño,
que el pasodoble te llama.
Saluda en los medios,
a las miles de almas en celo.
Sal toro sal,
deja rota la arcilla de tu furia
en la embestida.
Tu piel cortada por la verónica.
La ceremonia sólo existe
en el tronco negro
cabal,
que recuerda emocionado
cuando Dios hizo al toro y al torero.
elPrior