Juntos volaremos.
_________________
Acércate: no hace falta
que me digas lo que sientes,
simplemente abrázame
y mírame en silencio…
tus ojos, y la expresión de
tu cara, lo dicen todo…
¡Te conozco tanto -y llevo
tanto tiempo junto a ti-,
que hasta sé de qué color son
tus sueños y los anhelos
e inquietudes que anidan
en tu alma!…
¡Sí, ya sé
que tengo mil defectos y
que hace tiempo que no
te arrullo ni me acerco a tu
almohada, aunque te juro,
que ocupas la hornacina
de mi pecho, por ser madre
de mis hijos, esposa y
compañera… y fuente de
mis alegrías, mi amor y
mi esperanza.
!
¡Ven y abrázame
para sentir tu calor en
mi cuerpo y tu corazón
junto al mío!…
¡Oh,
fíjate en aquella estrella
que reluce más que el sol…!
¿No es la que mirábamos
cuando teníamos toda
la vida por delante e
hilvanábamos proyectos
llenos de ilusión…?
El tiempo nos doblegó
como a los juncos del río
y mitigó la llama de
la pasión... y sin embargo,
ella sigue ardiendo como
una esfera incandescente,
mostrando la belleza de
su blanco resplandor…
¡Ven y abrázame muy fuerte:
no existe azul más claro que
el de tus ojos, ni piel más
suave que la de tus manos,
ni olor más sutil que el de
tu cuerpo!
Ayer pasé por el campo
que sembramos los dos juntos:
las espigas ya granaron,
y los tilos y naranjos
florecieron.
¿Sabes?,
el otro día pensé, que
podíamos emprender un
bello viaje: nuestro amor
está llorando, y desde
hace tiempo, no volamos
ni sentimos la llamada
de la sangre.
¿Qué te parece…?
Podíamos ir más allá
de donde crepita el sol
y la luna se adorna con
la luz de los luceros…
o a donde el arcoíris se
viste de color…
Le diré a los grillos
y a las ranas del estanque
que se callen, no quiero que
nada nos perturbe en esta
noche tan serena y clara…
¡sólo quiero estar contigo
y sentir los latidos de
tu corazón!
No, no digas nada: sólo
abrázame y mírame
en silencio…
Abrazados fuertemente
volaremos hasta el cielo,
para alcanzar el gozo que
sentimos bajo la luz de
aquella estrella… que sigue
ardiendo, entre la galaxia
más hermosa del confín
del firmamento!
______________________
Autor Francisco López Delgado.
Derechos reservados.
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Acércate: no hace falta
que me digas lo que sientes,
simplemente abrázame
y mírame en silencio…
tus ojos, y la expresión de
tu cara, lo dicen todo…
¡Te conozco tanto -y llevo
tanto tiempo junto a ti-,
que hasta sé de qué color son
tus sueños y los anhelos
e inquietudes que anidan
en tu alma!…
¡Sí, ya sé
que tengo mil defectos y
que hace tiempo que no
te arrullo ni me acerco a tu
almohada, aunque te juro,
que ocupas la hornacina
de mi pecho, por ser madre
de mis hijos, esposa y
compañera… y fuente de
mis alegrías, mi amor y
mi esperanza.
!
¡Ven y abrázame
para sentir tu calor en
mi cuerpo y tu corazón
junto al mío!…
¡Oh,
fíjate en aquella estrella
que reluce más que el sol…!
¿No es la que mirábamos
cuando teníamos toda
la vida por delante e
hilvanábamos proyectos
llenos de ilusión…?
El tiempo nos doblegó
como a los juncos del río
y mitigó la llama de
la pasión... y sin embargo,
ella sigue ardiendo como
una esfera incandescente,
mostrando la belleza de
su blanco resplandor…
¡Ven y abrázame muy fuerte:
no existe azul más claro que
el de tus ojos, ni piel más
suave que la de tus manos,
ni olor más sutil que el de
tu cuerpo!
Ayer pasé por el campo
que sembramos los dos juntos:
las espigas ya granaron,
y los tilos y naranjos
florecieron.
¿Sabes?,
el otro día pensé, que
podíamos emprender un
bello viaje: nuestro amor
está llorando, y desde
hace tiempo, no volamos
ni sentimos la llamada
de la sangre.
¿Qué te parece…?
Podíamos ir más allá
de donde crepita el sol
y la luna se adorna con
la luz de los luceros…
o a donde el arcoíris se
viste de color…
Le diré a los grillos
y a las ranas del estanque
que se callen, no quiero que
nada nos perturbe en esta
noche tan serena y clara…
¡sólo quiero estar contigo
y sentir los latidos de
tu corazón!
No, no digas nada: sólo
abrázame y mírame
en silencio…
Abrazados fuertemente
volaremos hasta el cielo,
para alcanzar el gozo que
sentimos bajo la luz de
aquella estrella… que sigue
ardiendo, entre la galaxia
más hermosa del confín
del firmamento!
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Autor Francisco López Delgado.
Derechos reservados.
