Un amor que nunca tuvo invierno

[M. Sánchez]

Para que me contengas

ahora soy partidario de mis debilidades.

Pero no es suficiente, busco también servirme de ese común lamento

de los que saben irse y no saben volver.

Esta intrépida paz de lejanía muestra con persistencia

todo lo que he perdido

por dejar de tocarte, los ritmos transitivos

sobre una piel humana, las palabras más cruentas de la imaginación.

Había un candil álgido. La fuerza de una velocidad.

Consentían los barcos que algún pájaro hiriese

su espinazo dorsal. Era un pequeño hotel

para aristócratas, vencido por los año

en la ruta de alisios.

Recibimos con lluvia la calcinada historia

de un amor que nunca tuvo invierno

y saltó de las manos.

Cuando quisimos levantar la vista

su pequeña apariencia

era más nebulosa que el despertar del puerto

en un día de marzo.

[Guillermo Cumar.]

Difícil muestras de la relación que se atempera malamente. Vi tu inspiración confusa metida en el dilema de la nebulosa que
no apacigua ni consuela.

Un abrazo

[Ramón Castro Méndez]

Para que me contengas
ahora soy partidario de mis debilidades.
Pero no es suficiente, busco también servirme de ese común lamento
de los que saben irse y no saben volver.

Siempre me resulta grato pasar por tus poemas, detenerme, leer más de una vez e intentar descubrir ese universo, a veces tan frágil, de las relaciones humanas. Este me ha encantado, no podía ser de otra manera.

Mi enhorabuena.

Un abrazo.

[Mario Martínez]

Recibimos con lluvia la calcinada historia

de un amor que nunca tuvo invierno

y saltó de las manos.

Buen poema, Manuel, me aferro a estos tres versos. Un placer leerte.

Abrazos.

Mario

[M. Sánchez]

Difícil muestras de la relación que se atempera malamente. Vi tu inspiración confusa metida en el dilema de la nebulosa que
no apacigua ni consuela.

Un abrazo

Muchas gracias, Guillermo.

Te dejo un fuerte abrazo.

[M. Sánchez]

Para que me contengas
ahora soy partidario de mis debilidades.
Pero no es suficiente, busco también servirme de ese común lamento
de los que saben irse y no saben volver.

Siempre me resulta grato pasar por tus poemas, detenerme, leer más de una vez e intentar descubrir ese universo, a veces tan frágil, de las relaciones humanas. Este me ha encantado, no podía ser de otra manera.

Mi enhorabuena.

Un abrazo.

Ramón, me alegro mucho, amigo. Es un gusto saber que alguien te lee con agrado.

Un abrazo fuerte.