Rafel Calle escribió:Conozco dos maneras de juzgarme,
reírme de mi suerte o llorar hombre abajo.
Atisbo las virtudes temerarias de un anticiclón
que, si bien, como todas mis bonanzas, sé que solo está de paso,
me seduce el carmín de la sangre cansina,
es un pulso de paz, un preludio afectado
de antiguallas románticas y modernos equívocos
en los trémolos hitos del pasado.
Parece reclamar que acaben mis desganas,
me pide aventurarnos en la vitalidad de los sentidos;
dice que el tacto de la vida a veces nos engaña
por más que decidamos vivir a flor de piel,
menciona las cosas por sentir que aún siguen intactas,
el armazón de sueños, la luna de papel,
la rebelión de las entrañas,
el aroma de la luz
de un astro diligente en la evocación del alba.
Sí, me asegura que todo es veraz, como el vasto vigor
que sucede en un efluvio de corazones y sábanas.
Y, yo, sin poder remediarlo, aún temo transmitir las sensaciones de un castillo de arena en la orilla de un azar implacable, bajo un sol de justicia, cuando azuzan las olas y los miedos ancestrales que se muestran sumisos con las almenas informes, las alturas en vilo, los muros sin rigor, deteriorados, o bien, ya derruidos sobre la base que soporta el peso de la tierra, en la gravedad de saber que de tierra es el destino.
Y, sí, el tiempo es más terco que los mitos.
Poesía introspectiva que describe un estado de ánimo cargado de energía vital. La voz poética se siente con mucha fuerza, aunque consciente de que puede resultar un estado pasajero. Acepta su realidad madura, sus inclinaciones estéticas ya adheridas a su piel artística, no como una resignación existencial sino como una visión franca de su realidad, del largo camino recorrido. Y, a pesar del cuasi pesimista discurrir de los pensamientos, nos hace, sin embargo, una exhortación sumamente reveladora: que está en uno mismo salir del hastío, de la desidia, alcanzar “las cosas por sentir que aún siguen intactas”, y acceder a las bondades de la vida. Para mí, a pesar de todo, es un no perder la fe en el milagro de la vida. Finalmente, queda la duda de sentirse en condiciones de “trasmitir las sensaciones de un castillo de arena…”, pues el destino, compañero inseparable del tiempo, vence todos los mitos concebidos por el hombre.
En cuanto a la forma, no hay nada complicado, sino, más bien, un apego al clasicismo que me encanta: se trata de un esquema de versos polimétricos con predominancia de imparisílabos (muy escasos versos rompen esta cadencia, fundamentalmente en los últimos de los versos, como una preparación de la prosa que se viene más adelante). Esta mezcla de versos y prosa ya he visto en otros trabajos en mismo foro. Recuerdo uno de Alonso de Molina que, en su momento (hace ya varios años), había llamado poderosamente mi atención. Me parece un instrumento absolutamente válido y plástico.
Grandioso poema, apreciado compañero. Me ha emocionado su compacta estructura semántica, y la no menos compacta forma, con los versos asonantados dispuestos a la manera de los romances. También es digno de destacar el uso experimentado de los versos largos compuestos, uso ya familiar de varios poetas del foro Alaire. He leído, y me parece cierta, que las raíz de esta forma de versar se encuentra en el Cantar del Mio Cid. En dicha gesta se utilizó, no sólo la heterometría, sino también la irregularidad métrica de los hemistiquios.
Me reafirmo en decir que eres un gran poeta, amigo. Tu poesía es para buceadores de la estética y de la riqueza poética.
Un abrazo fuerte.
Óscar