Gerardo Mont escribió:
Uno camina ebrio de noches
con las estrellas crónicas del alma
en los bolsillos, con las migas de los ojos
marcando el lado opuesto
y las llaves emergentes
eludiendo las puertas conocidas,
las voces conocidas
y todo aquello que hace íntima la calle.
Uno encalla en los bares que seducen los recodos
como viejos contándonos historias de neón y de mercurio
y en cualquier cuerpo dominguero
bien servido en las aristas de un rincón
bautiza las pasiones,
recicla apelativos.
Y luego,
uno es un cubo de una noche sin luciérnagas
con los seis costados epidérmicos llagados,
implorando a las sombras otros cuerpos
que rueden lejos de la luz que se avecina,
demarcando los espacios de costumbre.
Porque uno es la individualidad
de la tristeza, la débil retentiva del asombro,
la caída que jamás debió haber sido
una dirección inexistente.
Y cuando el sol usurpa la levedad
de la inconsciencia, uno es el camino habitual
hacia el ocaso, poblado de rostros conocidos
en pasos que acrecientan las distancias.
No me perdono no haber visto antes este poema extraordinario.
Te felicito Gerardo, por el poema del que me resulta imposible separar versos porque todos son necesarios, por el merecido reconocimiento y porque con poemas como este el libro va a ser una joya.
Un abrazo, compañero.