LA DESPEDIDA ÚLTIMA DEL DÍA.

[Juan Vicedo]

Alguien debió anunciarles
el paso de la muerte,
la llegada de la muerte a los pulmones
del cisne, que cantaba en su canto
la despedida última del día.

Un horizonte de vertederos,
de caballos con las manos rotas,
alentaba en lo oscuro de la noche.

Mientras seguía la fiesta en la taberna,
los ancianos buscaron su retiro
en el retrato de una madre muerta.
Sin ambición, sin la gloria en los ojos,
también ellos se miraban en el cisne,
en sus últimos vuelos sobre el lago,
el anuncio amarillo de su partida.

Silenciosos desde sus habitaciones
los ancianos entregaron silencios
a los pálidos labios que venían.

[Julio Bonal]

Muy bueno el tema, muy bueno el enfoque, transmite. Oficio y talento.

Juli


PS: Quizá solo al final "desciendo algo" pero no te apures, mi opinión es muy limitada.

[Juana Martín]

Me ha gustado mucho tu poema, Juan. Mi felicitación.

[Guillermo Cumar.]

Dulce y angustioso al mismo tiempo amiga. Mexclaste el paso de la muerte
con tanta dulzura que el silencio besaba en el ambiente.

Un abrazo

Guillermo

[Juan Vicedo]

JULIO BONAL: Te agradezco tu mensaje. Es pesimista el poema, pero a veces las cosas vienen así. Un abrazo.

[Juan Vicedo]

GUILLERMO CUESTA: Yo los miraba y sentía una profunda piedad por todos ellos, que habían sido convocados al destierro definitivo. Gracias por tus palabras.

[Juan Vicedo]

JUANA MARTÍN: Gracias por tus palabras, Juana. Espero terner un poco más de tiempo. Un abrazo.

[Josefa A. Sánchez]

Un poema bello, aunque triste, que se lee con verdadero agrado. Un placer venir.
Un abrazo.
Pepa

[Hernán Correa]

Me gustó tu propuesta poética, Juan. Felicitaciones y un saludo.

[lazaro Habana]

Alguien debió anunciarles
el paso de la muerte,
la llegada de la muerte a los pulmones
del cisne, que cantaba en su canto
la despedida última del día.

Un horizonte de vertederos,
de caballos con las manos rotas,
alentaba en lo oscuro de la noche.

Mientras seguía la fiesta en la taberna,
los ancianos buscaron su retiro
en el retrato de una madre muerta.
Sin ambición, sin la gloria en los ojos,
también ellos se miraban en el cisne,
en sus últimos vuelos sobre el lago,
el anuncio amarillo de su partida.

Silenciosos desde sus habitaciones
los ancianos entregaron silencios
a los pálidos labios que venían.

Muy buen poema Juan. Trasmite.

saludos

lázaro.

[Juan Vicedo]

JOSEFA A. SÁNCHEZ: Tienes razón: el poema es triste, escrito también en un momento de tristeza ante la vida. Un beso y gracias por tus letras.