besos de pájaro
que lamen barato la felicidad.
Enamora la pasividad
¿Te diste cuenta que estamos lejos
pero juntos en esa dimensión sin valor?
Hace poco la cursilería teñía tus ojos:
Tamuki me hubiera seducido de alguna otra manera.
“Yo quisiera morder su belleza
la misma de las rosas que mordía en el hospital”
(Sí, madre, te estoy escuchando)
Él es pobre pero honrado,
y vos no sabés el precio.
¡Que si tiene muchos libros!
¡Loca!
Enamorarse de un muerto,
de una canasta vacía,
de un filósofo avispado.
Es mío el amanecer,
¡Piedra libre!
Él me besa tibio y gratis,
me acaricia la médula corroída,
espesa la pérdida cuando lleva algún otro nombre.
Ahora soy un papel
para que te rías de esta enamorada sin uñas,
y me hinques los dientes en el alma.
Vos,
(anudado a la paciencia)
decís quererme en otro puente,
cuando no hiere seriamente la ebriedad
ni mis ojos escurren negro.
Loca, yo.
Y vos tomás el tren de las tres,
porque a las nueve llueve
mientras yo me empapo de nombres en el patio
con sumo dolor de ojos.
Poné vos las palabras
que el silencio va por mi cuenta.
Total, yo ya estoy muerta.
¡Joder!
¡Cuánto silencio!