Editorial Alaire

Hagamos infinita la amistad,
que las lágrimas que emanenos
sean banderas de felicidad
y que cualquier abrazo sea eterno como el alma.

La amistad erguida en la mesa
con frutos de juventud en el corazón,
como árbol mirando al cielo
rompiendo tormentas y abrazando el futuro.

Y, si el futuro es incierto,
¿quién dijo que el pasado fue mejor?
si solo quedan rescoldos, tamizados
por el velo de unos miles de recuerdos.

Pero a veces se produce una señal
y, desde su destello, el tiempo de la vida se restituye líquido,
chorreado en la lluvia, resbalando en el íntimo sabor
de un descuido o de un recuerdo pálido

Y nacerá de nuevo el día,
la noche se llevará consigo las voces de los muertos,
la brisa se cubrirá de naranja mandarina
para explosionar con su jugo sobre primaveras hermanadas.

Que las palabras sean el líquido de nuestras copas,
que los versos sean nuestras miradas sinceras.
Saquemos a relucir las alas, juntos,
y volemos en bandada...

Al fin y al cabo, volar siempre guarda una respuesta,
una brisa de escape, un velo de pasados
y una conjunción de alas y amistades
para planear los futuros.

A la hora de estar
y subsistir, los años y los signos
han de ser compartidos.
Espérame en cualquier bar.

Copa de vino tinto, una trompeta
desgrana en jazz su música;
con años de sonrisas y de sueños
te espero al otro lado de la mesa.

Pertenencia y lapsus.
¿Os acordáis de los amos
de la eterna juventud?
Era yo con ellos, freudiana e inmortal.

Las arrugas tan solo marcan la decadencia de la vida,
pero no la decadencia de la amistad;
el jazz no ha cambiado, ni acaso la trompeta,
pero probablemente el vino era mejor.

En frente de ti un amigo
para escuchar a viva voz
tu sonrisa, remedio que brilla,
brindemos con el sabor melódico de las copas.

Amigo, al espíritu del vino que resiste entonando una emoción de pena cana,
digámosle que reír es necesario. Mientras cubres de risa la añoranza
del cristal, vives una lucha desde la rebeldía,
en un rincón del bar o en su metáfora.

Elevamos la copa de los sueños
dejando un verso en el trago,
alma de poeta, nido de palabras, confidencias.
Más tarde se harán distancia y no olvido.

Nosotros siempre tuvimos muy claro
que un pájaro podría engendrar el cielo.
Siempre deseamos hombres de muertes diminutas
y de orden más libre; un orden inestable inmediato al desorden creativo.

¿A dónde corren nuestros sueños? ¿la amistad
qué amor esconde? ¿Qué pasado es pájaro
en la jaula del cielo? ¿Y después de la creación
qué verso viste con su adiós el desconsuelo?

Con esa fe que asoma en tus preguntas, de quijote y reflexión poblando las edades,
sometes a un ritual a Sancho, a las amistades y a las jaulas que cautivan aves
y referentes. Pareces reclamar un buen molino que convulsione al pájaro en sus aspas
y te nombre del viento caballero sanador.

Ojalá nos hundiéramos hasta más allá de varias madrugadas
en un solo cerebro donde se viaje por las declamaciones electrizantes
y finalmente saliéramos por las puertas de incendio del histórico bar
incendiados de amor por la vida gracias a la amistad consolidada.

Brindo porque estás aquí,
por este encuentro breve y fortuito
me siento borracho de tus apasionados versos,
levantemos la pequeña copa de la vida,
¡hagamos el poema infinito!

Hagamos infinita la amistad,
que las lágrimas que emanenos
sean banderas de felicidad
y que cualquier abrazo sea eterno como el alma.

La amistad erguida en la mesa
con frutos de juventud en el corazón,
como árbol mirando al cielo
rompiendo tormentas y abrazando el futuro.

Y, si el futuro es incierto,
¿quién dijo que el pasado fue mejor?
si solo quedan rescoldos, tamizados
por el velo de unos miles de recuerdos.

Pero a veces se produce una señal
y, desde su destello, el tiempo de la vida se restituye líquido,
chorreado en la lluvia, resbalando en el íntimo sabor
de un descuido o de un recuerdo pálido.

Y nacerá de nuevo el día,
la noche se llevará consigo las voces de los muertos,
la brisa se cubrirá de naranja mandarina
para explosionar con su jugo sobre primaveras hermanadas.

Que las palabras sean el líquido de nuestras copas,
que los versos sean nuestras miradas sinceras.
Saquemos a relucir las alas, juntos,
y volemos en bandada...

Al fin y al cabo, volar siempre guarda una respuesta,
una brisa de escape, un velo de pasados
y una conjunción de alas y amistades
para planear los futuros.

Queridos amigos:
Dado que, desde el lunes pasado, no hemos tenido más aportaciones, parece ser que damos por bien concluido este poema. Pienso que el resultado ha quedado muy digno y, además, todos hemos aportado versos muy hermosos.
En fin, el tema de los poemas compartidos puede funcionar bastante bien; tenemos que ir puliéndolo, pero la verdad es que este trabajo que aquí hemos desarrollado invita claramente a seguir intentándolo.
Muchas gracias a todos.
Abrazos.