Editorial Alaire

Queridos amigos:
Os proponemos escribir un poema relacionado con la Navidad; caben todo tipo de visiones, positivas, negativas, neutras..., si bien, es conveniente que tratemos de darle cierta cohesión.
En verso libre, o sea, en el verso que cada cual estime oportuno, cada participante puede escribir una estrofa de como máximo 4 versos. Se puede participar más de una vez, pero se tiene que esperar que antes hayan participado como mínimo 2 compañeros.
Adelante.
Un cordial abrazo.

¡Coño otra Navidad! No tuve tiempo
de olvidar el tabaco que propuse
y el chándal nuevo, sigue sin estreno.
¡Colesterol de mierda! Por las nubes.

Siempre alguno nombra a los ausentes y dice una pavada.
Yo lo escucho; bebo y bebo hasta entrar en un remanso.
Después a la cama; no sé si en estado de coma o descanso.
Al día siguiente, con la cabeza partida, ya no recuerdo nada.

La Navidad es siempre ambivalente.
Por un lado turrón, familia, luces;
por otro los mendigos en las calles,
la gente que está sola y se deprime.

Pero hay voces al aire en villancicos,
risas de niños, cascabel y turrón.
Antiguas promesas con pandereta vienen:
este Año, sí, celebra el corazón.

Soy un gordo vestido
de vergüenza
-coca cola que invierte
su escarlata-.
Los juanetes me impiden caminar
pero mi copla nunca tiene espera.

Cuando comiencen a sonar los villancicos
en honor a ella levantaré mi copa.
Y tal vez así podré sentir el roce
de su risa dichosa en Navidad.

Hasta que no se siente la verdadera alegría no existe la Navidad.
La Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas,
la generosidad de compartirla con otros
y la esperanza de seguir adelante.

Seguimos con una leñera a prueba de intemperies
y la alegría del fuego que todo lo consume...
incluso el consumismo.
Refugiados, con esperanzas y a la espera.

¡Coño otra Navidad! No tuve tiempo
de olvidar el tabaco que propuse
y el chándal nuevo, sigue sin estreno.
¡Colesterol de mierda! Por las nubes.

Siempre alguno nombra a los ausentes y dice una pavada.
Yo lo escucho; bebo y bebo hasta entrar en un remanso.
Después a la cama; no sé si en estado de coma o descanso.
Al día siguiente, con la cabeza partida, ya no recuerdo nada.

La Navidad es siempre ambivalente.
Por un lado turrón, familia, luces;
por otro los mendigos en las calles,
la gente que está sola y se deprime.

Pero hay voces al aire en villancicos,
risas de niños, cascabel y turrón.
Antiguas promesas con pandereta vienen:
este Año, sí, celebra el corazón.

Soy un gordo vestido
de vergüenza
-coca cola que invierte
su escarlata-.
Los juanetes me impiden caminar
pero mi copla nunca tiene espera.

Cuando comiencen a sonar los villancicos
en honor a ella levantaré mi copa.
Y tal vez así podré sentir el roce
de su risa dichosa en Navidad.

Hasta que no se siente la verdadera alegría no existe la Navidad.
La Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas,
la generosidad de compartirla con otros
y la esperanza de seguir adelante.

Seguimos con una leñera a prueba de intemperies
y la alegría del fuego que todo lo consume...
incluso el consumismo.
Refugiados, con esperanzas y a la espera.

Que viene el lobo feroz
en la noche que da pena
familias que son verbena,
la soledad es atroz
cuando es el vino el que llena.