La pasión según el invierno (poema compartido)

Un forista propone un tema, cadáver exquisito, jugar a escribir haikus encadenados, escribir poemas a un autor consagrado (fallecido o no), debatir sobre un tema literario, sobre un autor consagrado, sobre un recurso literario, etc.
Cuando ese forista lo da por terminado propone a un nuevo forista para que se ocupe de una nueva actividad conjunta.
Antonia Mauro
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Antonia Mauro »

Ven, a este palacio de hielo ardiente, donde no hay miedo, ni cobardes, ni valientes.
Solo frío. Solo malditos. A estas calles donde se queman las heridas,
calles transitadas por sexo, sangre y semen: la maldición de las vírgenes. Aquí,
en donde todos formamos parte de una nota a pie de página: fe de errores. Aquí,
en donde somos unos desconocidos en la hora de la muerte.
Para mi epitafio: Antes hablaba más.
Antonia Mauro.
E. R. Aristy
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

Un invierno solitario puebla mis raíces,
alto y negro, me hospeda entre témpanos,
pájaro aislado con fibras de poesía,
sólo tengo un recuerdo, tu corazón,
el sol eterno tatuado sobre tu pecho
"Casandra" , tu único amor.
Última edición por E. R. Aristy el Jue, 24 Ene 2019 13:12, editado 1 vez en total.
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Por si fuera una sensación invernal que nos acecha,
vamos a redimir las cosas por decir o que no han sido,
eterno desnudar al hombre
o la mujer en la sospecha
que de su parte sensorial se hallan suspendidos.

No dudo que la dicha
al fuego del invierno
llegue a penetrar en la conciencia,
de recuerdos suspendidos
en el tiempo.

Es un invierno de intenso frío,
todo a oscuras. En la negrura del día
la noche me circunda y no puedo soñar,
viajo al pasado con los ojos cerrados
bajo las aguas de un río
y nosotros mismos.

Los ecólogos abren y cierran sus paraguas,
los jóvenes revisten su corazón de yeso,
las centenarias solo miman a los payasos
y los músicos giran en torno al sexo pobre.
Se diluyen las luces invernales.

Está nevando, amor.
Le hice fotos a la nieve
pero los semáforos en rojo
hicieron una pantalla de sangre en mi móvil.
Caen copos desgarrados por la soledad.

Pues si hoy nos puede porque el invierno sopla
trataré de encender las sensaciones
con el calor que ofrece el cuerpo sosegado.
Sí puedo obtener gusto y sonsacar provecho
a los sentidos muertos cuando lo exige el alma
y el cuerpo se conforma satisfactoriamente.

Ir como un barco sumergido,
envejeciendo quieto pero soñando;
así, solo, arribar a los puertos de los nombres,
en un muelle a las orillas del invierno,
bajo una estrella oculta en todas las formas de ti.

¿Se oye crepitar la hojarasca?, no,
es el fuego del hogar que en invierno
modela figuras de porcelana
con la entraña fluyendo versos.
Es el atardecer de la luna desnuda,
el amor que, con su música, espera.

Etéreo es el temblor de la esperanza,
mientras la lluvia fría de la tarde
nos trae a la memoria
los instantes atados a la nada
en relojes de espejos sibilinos.

Tengo sobras de ayer, pasiones que van y vienen
y las segundas rebajas.
Tengo un verso al rojo vivo
y un rumor de agua que invita a sembrar
en los surcos de enero...

Soy el último lobo estepario
olisqueando la nieve en busca de tu nombre:
¿moriré sin encontrarte, mi hembra?
Que todos los vientos ululantes del mundo se apacigüen
si dejarán morir mi pasión en este invierno.

Esnifar la nieve y rebozarnos como bolitas de arroz, jugando a ser niños
cuando no supimos ser adultos, jugando a ser adultos porque dejamos de ser niños.
Antes de que marzo y el deshielo borren las huellas de eso que no fuimos y por una vez,
hagamos eso que soñamos que por no ser, no hicimos.
Tan sólo una vez, por una sola vez, amor.

En este enero inclemente
nos estremecemos como enamorados indefensos
y crujimos escarchados por esta aurora boreal,
desnudos, inmaculados, silentes como irracionales
o bailando como ecosistemas ante el estoicismo universal.

Y al final del invierno, de todas las pasiones,
cuando un rayo de sol se adentra en las estatuas,
cuando la nieve es limón y el viento golondrina,
es entonces que miro la estela del hastío
y grito libertad con la voz de mi padre.

En los presidios del invierno
allí donde se revisa el valor de las palabras,
lugar que habita la memoria de las cosas
por decir, lo que ayer se llamaba valentía
hoy atiende por falta de cordura.

Es tu terremoto de sombras lo que hace la nieve,
un día sin recursos de jueves,
lo que está por llegar, una avalancha sucia
de colores que se diluyen
en esa sospecha de asbestos de la sangre.

El ruego de blancas palomas cimentan el invierno,
secuaz fluido de dardos en la muerte del ser,
dios, incógnito, seduce las lluvias infinitas.
Luego en la falaz bruma de los tiempos
silencian, en los árboles las calandrias pájaros menguantes.

Late mi corazón al ritmo de los copos
de nieve que congelan la luz de mis recuerdos,
se irisan un segundo y se adormecen luego
cuando el sol de la vida los disuelve en el viento,
pero una estalactita permanece en el tiempo.

Ven, a este palacio de hielo ardiente, donde no hay miedo, ni cobardes, ni valientes.
Solo frío. Solo malditos. A estas calles donde se queman las heridas,
calles transitadas por sexo, sangre y semen: la maldición de las vírgenes. Aquí,
en donde todos formamos parte de una nota a pie de página: fe de errores. Aquí,
en donde somos unos desconocidos en la hora de la muerte.

Un invierno solitario puebla mis raíces,
alto y negro, me hospeda entre témpanos,
pájaro aislado con fibras de poesía,
sólo tengo un recuerdo, tu corazón,
el sol eterno tatuado sobre tu pecho
"Casandra" , tu único amor.
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Después de todo, entre temores y melancolía,
quizá algunos arrastramos los despojos de un anhelo,
una piedra de afanes sin modelo. Y, sin embargo, sonreímos.
Ay, el invierno, quizá solamente se trate de un árbol de pulsiones derivando a cementerio
de manzanas en celo. Y, sin embargo, sonreímos.
Ana Muela Sopeña
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Ana Muela Sopeña »

Mas la estación de nieve
no es sólo la memoria solitaria.
También en ella anidan utopías,
manos entrelazadas en los pórticos
en un ritual de sueños sin preguntas.
La Luz y la Tierra, explosión que abre el corazón del espacio.
http://www.laberintodelluvia.com
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Marisa Peral
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Marisa Peral »

[quote="Rafel Calle"]

Hemos cultivado el placer de tenernos y hoy
el frío coagula todas las disciplinas
y no adivino qué pasa si nosotros,
que no hemos saltado los muros de esta guarnición,
que no hemos sabido coquetear con los signos,
—-
Marisa Peral Sánchez
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

El compañero que siga, tiene que tener en cuenta que la estrofa de Marisa no está cerrada, por tanto, tenemos que continuarla.
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Marisa Peral
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Marisa Peral »

Rafel Calle escribió:
El compañero que siga, tiene que tener en cuenta que la estrofa de Marisa no está cerrada, por tanto, tenemos que continuarla.
Sí, la he dejado así a propósito... :P

Está saliendo un poemazo, felicidades a todos, compañeros.
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Marisa Aragón Willner
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Marisa Aragón Willner »

nos animamos a derretir los témpanos.

Música que pernocta en las avenidas,
en los braseros despide sus corcheas
pudiendo arder en este invierno
y despedir sus perfumes secos leños,
nevados bosques reposan en silencio.
Aquí en mi corazón crepita un fuego.


Nota. cerrando con el primer verso la estrofa de Marisa Peral
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Por si fuera una sensación invernal que nos acecha,
vamos a redimir las cosas por decir o que no han sido,
eterno desnudar al hombre
o la mujer en la sospecha
que de su parte sensorial se hallan suspendidos.

No dudo que la dicha
al fuego del invierno
llegue a penetrar en la conciencia,
de recuerdos suspendidos
en el tiempo.

Es un invierno de intenso frío,
todo a oscuras. En la negrura del día
la noche me circunda y no puedo soñar,
viajo al pasado con los ojos cerrados
bajo las aguas de un río
y nosotros mismos.

Los ecólogos abren y cierran sus paraguas,
los jóvenes revisten su corazón de yeso,
las centenarias solo miman a los payasos
y los músicos giran en torno al sexo pobre.
Se diluyen las luces invernales.

Está nevando, amor.
Le hice fotos a la nieve
pero los semáforos en rojo
hicieron una pantalla de sangre en mi móvil.
Caen copos desgarrados por la soledad.

Pues si hoy nos puede porque el invierno sopla
trataré de encender las sensaciones
con el calor que ofrece el cuerpo sosegado.
Sí puedo obtener gusto y sonsacar provecho
a los sentidos muertos cuando lo exige el alma
y el cuerpo se conforma satisfactoriamente.

Ir como un barco sumergido,
envejeciendo quieto pero soñando;
así, solo, arribar a los puertos de los nombres,
en un muelle a las orillas del invierno,
bajo una estrella oculta en todas las formas de ti.

¿Se oye crepitar la hojarasca?, no,
es el fuego del hogar que en invierno
modela figuras de porcelana
con la entraña fluyendo versos.
Es el atardecer de la luna desnuda,
el amor que, con su música, espera.

Etéreo es el temblor de la esperanza,
mientras la lluvia fría de la tarde
nos trae a la memoria
los instantes atados a la nada
en relojes de espejos sibilinos.

Tengo sobras de ayer, pasiones que van y vienen
y las segundas rebajas.
Tengo un verso al rojo vivo
y un rumor de agua que invita a sembrar
en los surcos de enero...

Soy el último lobo estepario
olisqueando la nieve en busca de tu nombre:
¿moriré sin encontrarte, mi hembra?
Que todos los vientos ululantes del mundo se apacigüen
si dejarán morir mi pasión en este invierno.

Esnifar la nieve y rebozarnos como bolitas de arroz, jugando a ser niños
cuando no supimos ser adultos, jugando a ser adultos porque dejamos de ser niños.
Antes de que marzo y el deshielo borren las huellas de eso que no fuimos y por una vez,
hagamos eso que soñamos que por no ser, no hicimos.
Tan sólo una vez, por una sola vez, amor.

En este enero inclemente
nos estremecemos como enamorados indefensos
y crujimos escarchados por esta aurora boreal,
desnudos, inmaculados, silentes como irracionales
o bailando como ecosistemas ante el estoicismo universal.

Y al final del invierno, de todas las pasiones,
cuando un rayo de sol se adentra en las estatuas,
cuando la nieve es limón y el viento golondrina,
es entonces que miro la estela del hastío
y grito libertad con la voz de mi padre.

En los presidios del invierno
allí donde se revisa el valor de las palabras,
lugar que habita la memoria de las cosas
por decir, lo que ayer se llamaba valentía
hoy atiende por falta de cordura.

Es tu terremoto de sombras lo que hace la nieve,
un día sin recursos de jueves,
lo que está por llegar, una avalancha sucia
de colores que se diluyen
en esa sospecha de asbestos de la sangre.

El ruego de blancas palomas cimentan el invierno,
secuaz fluido de dardos en la muerte del ser,
dios, incógnito, seduce las lluvias infinitas.
Luego en la falaz bruma de los tiempos
silencian, en los árboles las calandrias pájaros menguantes.

Late mi corazón al ritmo de los copos
de nieve que congelan la luz de mis recuerdos,
se irisan un segundo y se adormecen luego
cuando el sol de la vida los disuelve en el viento,
pero una estalactita permanece en el tiempo.

Ven, a este palacio de hielo ardiente, donde no hay miedo, ni cobardes, ni valientes.
Solo frío. Solo malditos. A estas calles donde se queman las heridas,
calles transitadas por sexo, sangre y semen: la maldición de las vírgenes. Aquí,
en donde todos formamos parte de una nota a pie de página: fe de errores. Aquí,
en donde somos unos desconocidos en la hora de la muerte.

Un invierno solitario puebla mis raíces,
alto y negro, me hospeda entre témpanos,
pájaro aislado con fibras de poesía,
sólo tengo un recuerdo, tu corazón,
el sol eterno tatuado sobre tu pecho
"Casandra" , tu único amor.

Después de todo, entre temores y melancolía,
quizá algunos arrastramos los despojos de un anhelo,
una piedra de afanes sin modelo. Y, sin embargo, sonreímos.
Ay, el invierno, quizá solamente se trate de un árbol de pulsiones derivando a cementerio
de manzanas en celo. Y, sin embargo, sonreímos.

Mas la estación de nieve
no es sólo la memoria solitaria.
También en ella anidan utopías,
manos entrelazadas en los pórticos
en un ritual de sueños sin preguntas.

Hemos cultivado el placer de tenernos y hoy
el frío coagula todas las disciplinas
y no adivino qué pasa si nosotros,
que no hemos saltado los muros de esta guarnición,
que no hemos sabido coquetear con los signos,

nos animamos a derretir los témpanos.
Música que pernocta en las avenidas,
en los braseros despide sus corcheas
pudiendo arder en este invierno
y despedir sus perfumes secos leños,
nevados bosques reposan en silencio.
Aquí en mi corazón crepita un fuego.
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

¿Qué ocurre, si hacemos del soñar algo preciso que llegue con golosas maravillas
de mazapán, chocolate y un buen vino, que endulcen lo salado de la vida?
¿Qué ocurre, si imaginamos una noche, luna llena, bombones
desnudándose en la boca, miradas percutoras dando vueltas
y un halo saltarín entre dos copas? Ocurre que el invierno no sé si es una adivinanza.
Guillermo Cumar
Mensajes: 1045
Registrado: Sab, 29 Sep 2018 11:18

Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Guillermo Cumar »

Hoy mismo estoy sin mí, de forma prematura,
con el icono intempestivo ardiendo.
Edulcorado voy al sabor del invierno,
tan susceptible y predispuesto al temple de la luna
que voy adivinando la venganza
cuando el sabor amargo escuece internamente.
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Marisa Peral
Mensajes: 9965
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Marisa Peral »

Y en este frío invierno nos quedan las caricias,
las que quiero que amanezcan junto a ti y conmigo,
memoria de la piel soy y somos, seremos
hasta paralizar el pulso del corazón del mundo.
Nuestra memoria, sueño renacido, irrepetible.
—-
Marisa Peral Sánchez
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Rafel Calle
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Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Por si fuera una sensación invernal que nos acecha,
vamos a redimir las cosas por decir o que no han sido,
eterno desnudar al hombre
o la mujer en la sospecha
que de su parte sensorial se hallan suspendidos.

No dudo que la dicha
al fuego del invierno
llegue a penetrar en la conciencia,
de recuerdos suspendidos
en el tiempo.

Es un invierno de intenso frío,
todo a oscuras. En la negrura del día
la noche me circunda y no puedo soñar,
viajo al pasado con los ojos cerrados
bajo las aguas de un río
y nosotros mismos.

Los ecólogos abren y cierran sus paraguas,
los jóvenes revisten su corazón de yeso,
las centenarias solo miman a los payasos
y los músicos giran en torno al sexo pobre.
Se diluyen las luces invernales.

Está nevando, amor.
Le hice fotos a la nieve
pero los semáforos en rojo
hicieron una pantalla de sangre en mi móvil.
Caen copos desgarrados por la soledad.

Pues si hoy nos puede porque el invierno sopla
trataré de encender las sensaciones
con el calor que ofrece el cuerpo sosegado.
Sí puedo obtener gusto y sonsacar provecho
a los sentidos muertos cuando lo exige el alma
y el cuerpo se conforma satisfactoriamente.

Ir como un barco sumergido,
envejeciendo quieto pero soñando;
así, solo, arribar a los puertos de los nombres,
en un muelle a las orillas del invierno,
bajo una estrella oculta en todas las formas de ti.

¿Se oye crepitar la hojarasca?, no,
es el fuego del hogar que en invierno
modela figuras de porcelana
con la entraña fluyendo versos.
Es el atardecer de la luna desnuda,
el amor que, con su música, espera.

Etéreo es el temblor de la esperanza,
mientras la lluvia fría de la tarde
nos trae a la memoria
los instantes atados a la nada
en relojes de espejos sibilinos.

Tengo sobras de ayer, pasiones que van y vienen
y las segundas rebajas.
Tengo un verso al rojo vivo
y un rumor de agua que invita a sembrar
en los surcos de enero...

Soy el último lobo estepario
olisqueando la nieve en busca de tu nombre:
¿moriré sin encontrarte, mi hembra?
Que todos los vientos ululantes del mundo se apacigüen
si dejarán morir mi pasión en este invierno.

Esnifar la nieve y rebozarnos como bolitas de arroz, jugando a ser niños
cuando no supimos ser adultos, jugando a ser adultos porque dejamos de ser niños.
Antes de que marzo y el deshielo borren las huellas de eso que no fuimos y por una vez,
hagamos eso que soñamos que por no ser, no hicimos.
Tan sólo una vez, por una sola vez, amor.

En este enero inclemente
nos estremecemos como enamorados indefensos
y crujimos escarchados por esta aurora boreal,
desnudos, inmaculados, silentes como irracionales
o bailando como ecosistemas ante el estoicismo universal.

Y al final del invierno, de todas las pasiones,
cuando un rayo de sol se adentra en las estatuas,
cuando la nieve es limón y el viento golondrina,
es entonces que miro la estela del hastío
y grito libertad con la voz de mi padre.

En los presidios del invierno
allí donde se revisa el valor de las palabras,
lugar que habita la memoria de las cosas
por decir, lo que ayer se llamaba valentía
hoy atiende por falta de cordura.

Es tu terremoto de sombras lo que hace la nieve,
un día sin recursos de jueves,
lo que está por llegar, una avalancha sucia
de colores que se diluyen
en esa sospecha de asbestos de la sangre.

El ruego de blancas palomas cimentan el invierno,
secuaz fluido de dardos en la muerte del ser,
dios, incógnito, seduce las lluvias infinitas.
Luego en la falaz bruma de los tiempos
silencian, en los árboles las calandrias pájaros menguantes.

Late mi corazón al ritmo de los copos
de nieve que congelan la luz de mis recuerdos,
se irisan un segundo y se adormecen luego
cuando el sol de la vida los disuelve en el viento,
pero una estalactita permanece en el tiempo.

Ven, a este palacio de hielo ardiente, donde no hay miedo, ni cobardes, ni valientes.
Solo frío. Solo malditos. A estas calles donde se queman las heridas,
calles transitadas por sexo, sangre y semen: la maldición de las vírgenes. Aquí,
en donde todos formamos parte de una nota a pie de página: fe de errores. Aquí,
en donde somos unos desconocidos en la hora de la muerte.

Un invierno solitario puebla mis raíces,
alto y negro, me hospeda entre témpanos,
pájaro aislado con fibras de poesía,
sólo tengo un recuerdo, tu corazón,
el sol eterno tatuado sobre tu pecho
"Casandra" , tu único amor.

Después de todo, entre temores y melancolía,
quizá algunos arrastramos los despojos de un anhelo,
una piedra de afanes sin modelo. Y, sin embargo, sonreímos.
Ay, el invierno, quizá solamente se trate de un árbol de pulsiones derivando a cementerio
de manzanas en celo. Y, sin embargo, sonreímos.

Mas la estación de nieve
no es sólo la memoria solitaria.
También en ella anidan utopías,
manos entrelazadas en los pórticos
en un ritual de sueños sin preguntas.

Hemos cultivado el placer de tenernos y hoy
el frío coagula todas las disciplinas
y no adivino qué pasa si nosotros,
que no hemos saltado los muros de esta guarnición,
que no hemos sabido coquetear con los signos,

nos animamos a derretir los témpanos.
Música que pernocta en las avenidas,
en los braseros despide sus corcheas
pudiendo arder en este invierno
y despedir sus perfumes secos leños,
nevados bosques reposan en silencio.
Aquí en mi corazón crepita un fuego.

¿Qué ocurre, si hacemos del soñar algo preciso que llegue con golosas maravillas
de mazapán, chocolate y un buen vino, que endulcen lo salado de la vida?
¿Qué ocurre, si imaginamos una noche, luna llena, bombones
desnudándose en la boca, miradas percutoras dando vueltas
y un halo saltarín entre dos copas? Ocurre que el invierno no sé si es una adivinanza.

Hoy mismo estoy sin mí, de forma prematura,
con el icono intempestivo ardiendo.
Edulcorado voy al sabor del invierno,
tan susceptible y predispuesto al temple de la luna
que voy adivinando la venganza
cuando el sabor amargo escuece internamente.

Y en este frío invierno nos quedan las caricias,
las que quiero que amanezcan junto a ti y conmigo,
memoria de la piel soy y somos, seremos
hasta paralizar el pulso del corazón del mundo.
Nuestra memoria, sueño renacido, irrepetible.
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Ara López
Mensajes: 1062
Registrado: Vie, 03 Nov 2017 20:21

Re: La pasión según el invierno (poema compartido)

Mensaje sin leer por Ara López »

Y se han llenado de amores, ilusiones, venturas,
y han soñado con calores de hogueras crepitantes.
¿Han olvidado que el invierno encubre oscuras pasiones?
El recuerdo eterniza en la hoja petrificada lo que fue.
Se les ha olvidado que su frío blanco es una muerte oculta.
Última edición por Ara López el Mar, 29 Ene 2019 18:08, editado 1 vez en total.
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La belleza es el disimulo de la muerte
Ara López
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