Editorial Alaire

Buenos días, queridos amigos y compañeros.

Os propongo escribir entre todos un poema de Otoño. Simbólico, realista, libre.
Máximo 4 versos por autor.
Abrazos y felicidad.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.


.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Bien por usted, doña Hallie.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.


Gracias querido amigo por tus buenos versos; entre todos iremos construyendo nuestro poema de Otoño.


Abrazo y felicidad.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.




Gracias, querido poeta. Hermosa tu aportación. Un abrazo de los grandes.

No me dejes ir herida por soles marchitos
en las alas de un gélido delirio
Quédate en la savia que nuestros nombres hicieron llorar del árbol

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.

No me dejes ir herida por soles marchitos
en las alas de un gélido delirio.
Quédate en la savia que nuestros nombres hicieron llorar del árbol.


Gracias mil, ERA; seguimos adelante con nuestro poema; abrazos.

Ay el árbol en noviembre, allí la sumisión de los sueños
nonatos, allí la ingenuidad del verdor enajenado,
allí las hojas misioneras al límite
que marcan los sucesos.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.

No me dejes ir herida por soles marchitos
en las alas de un gélido delirio.
Quédate en la savia que nuestros nombres hicieron llorar del árbol.

Ay el árbol en noviembre, allí la sumisión de los sueños
nonatos, allí la ingenuidad del verdor enajenado,
allí las hojas misioneras al límite
que marcan los sucesos.



Gracias, querido amigo; este otoño promete; árboles, savia, luz, noviembre, delirios, soplos, fruta madura...

No he llegado a cuatro versos y soy
lágrima viva que humedece
la arrugada y frágil presencia
de una hoja en el asfalto.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.

No me dejes ir herida por soles marchitos
en las alas de un gélido delirio.
Quédate en la savia que nuestros nombres hicieron llorar del árbol.

Ay el árbol en noviembre, allí la sumisión de los sueños
nonatos, allí la ingenuidad del verdor enajenado,
allí las hojas misioneras al límite
que marcan los sucesos.

No he llegado a cuatro versos y soy
lágrima viva que humedece
la arrugada y frágil presencia
de una hoja en el asfalto.


Jo, gracias por esta hermosura de aportación, querida Rosario. Abrazos de los grandes.

Vine de un octubre a sabiendas
que las hojas no vuelven cuando escapan,
que el tránsito propone otro invierno,
estación de húmedas esperas.

Al mirar la hojarasca en las aceras
comprendo que el amor es solo un sueño
vestido con la magia sideral
que se esconde en las horas del crepúsculo.

[quote="Hallie Hernández Alfaro"]

Un tapiz lánguido y gris cubre la cúpula del cielo,
las copas de los árboles escinden la acuarela
con la longitud de una despedida o un hasta pronto
que implora en la distancia simientes de sol.

Quise sanar la caída de tu nombre
en los árboles desnudos,
desarraigar a octubre
con la luz de tus piernas.

De los rumores otoñales pende la forma disolvente del calor
y un sinfin de plegarias y de voces remueve
el estertor que anima los silencios nocturnos
y el granate color de la fruta madura.

Llévame por tu vuelo,
que es la arcilla memoria
derramada en el aire; que es el humo
en la espera la ira del soplo.

No me dejes ir herida por soles marchitos
en las alas de un gélido delirio.
Quédate en la savia que nuestros nombres hicieron llorar del árbol.

Ay el árbol en noviembre, allí la sumisión de los sueños
nonatos, allí la ingenuidad del verdor enajenado,
allí las hojas misioneras al límite
que marcan los sucesos.

No he llegado a cuatro versos y soy
lágrima viva que humedece
la arrugada y frágil presencia
de una hoja en el asfalto.

Vine de un octubre a sabiendas
que las hojas no vuelven cuando escapan,
que el tránsito propone otro invierno,
estación de húmedas esperas.

Al mirar la hojarasca en las aceras
comprendo que el amor es solo un sueño
vestido con la magia sideral
que se esconde en las horas del crepúsculo.

Un tapiz lánguido y gris cubre la cúpula del cielo,
las copas de los árboles escinden la acuarela
con la longitud de una despedida o un hasta pronto
que implora en la distancia simientes de sol.


Alonso, querido amigo, vaya aportación emocionante y lúcida has hecho para nuestro poema.
Gracias de corazón.

Ana querida, tus versos hermosos y pulcros son un lujo para este Otoño que intentamos. Beso grande.

Marisa, con la hermosura de la mano, has conseguido maravillas en cuatro versos; gracias siempre; abrazos, querida poeta.