El poeta ¿nace o se hace?

[Óscar Distéfano]

El poeta ¿nace o se hace?

La poesía sigue siendo un territorio inexplorado por la gran mayoría de la gente. Muy pocos poseen el estoicismo para entrar en dicho mundo con la predisposición de indagar seriamente en su misterio, leyendo sin descanso poemas de poetas consagrados (y, por qué no, trabajos de poetas que se empeñan con ahínco en la red), y tratando de aprehender sus vericuetos semánticos, retóricos y gramaticales.

Ser poeta no es un privilegio (ni siquiera para los que son reconocidos), por la razón de que para lograr la autenticidad, sí o sí, debe seguir lidiando con los demonios que nunca son exterminados por los aplausos del público. Luego de algún triunfo, por más resonante que sea, el poeta regresa a su lucha existencial, a su infierno de inconformidad, a su búsqueda perpetua del “poema”; es decir, a su inseguridad, a sus miedos, a sus martirios de vacíos del estro.
Si bien el poeta es una persona que puede determinar cambios profundos en una sociedad, ya que de sus obras beben filósofos, psicólogos, y una gama amplia de intelectuales y hombres de ciencia; si bien es así, a la sociedad le es muy difícil encontrar al “iluminado”. Y si lo encuentra, a veces es demasiado tarde, ya que el poeta ha cumplido su ciclo vital. Y por otra parte, como vivimos en sociedades inmorales, donde las editoriales sólo buscan el lucro ante todo, se le brinda espacio a poetas que venden sus conciencias poéticas, para entregar a la masa una poesía que sea deglutible para la baja capacidad intelectual y emocional que posee. Así, pues, los que más influyen en la conciencia colectiva son los poetas que crean obras de sentimientos románticos, sobre adaptaciones ingeniosas (y explícitas) del lenguaje poético.

Luego, además de no ser una persona privilegiada, el poeta puede ser cualquiera. Todos nacemos con la predisposición innata de escribir poesía. Ese dicho popular que expresa: “De poeta y loco, todos tenemos un poco”, me resulta, más allá de su tosquedad satírica, un mensaje cierto. Están los que nacen con el talento y, desde pequeños, les resulta fácil comprender la armonía y el lenguaje especializado de la poesía; están los que, sin tener mucho talento, tuvieron la ventaja de nacer en el seno de familias inclinadas a la intelectualidad así como al arte; y están los que ni uno ni lo otro: nacen en un ambiente ajeno al arte, con una formación educativa mediocre, sin recursos económicos que le puedan otorgar la desocupación de la subsistencia que se necesita para encarar el exigente cultivo del arte poético. Y, ante estas tres categorías de poetas, yo me inclino por creer que el tercero es el que, generalmente, puede alcanzar, gracias a su enconado esfuerzo consciente, no una popularidad vulgar, sino la profundidad de su poética, que le permita vencer la tiranía del tiempo, y dejar una impronta al mundo. ¿Cuántos talentos innatos no se han perdido a causa del complejo de superioridad? Creemos en la diferencia de capacidades, pero rechazamos que exista una predestinación milagrosa para ser poeta.

Escribir poemas, al menos en mi caso, se dio como consecuencia de una determinación. Muchos analistas dicen que es la poesía la que le llama a uno, y no lo contrario. Si bien, a la edad de trece años, tuve una revelación luego de leer el famoso poemario de Neruda: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, en el sentido de descubrir la magia que podía producir la utilización especializada del lenguaje, así como el asombro de las metáforas paradojales, y el rechazo racional (aunque sin negar su fascinación) a las expresiones contradictorias: “Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.” (expresión que pude comprender tiempo después, cuando caí en cuenta de que se trataba de trasmitir la turbulencia, la indecisión del sentimiento amoroso). A partir de ese momento, quise conocer todo lo referente a la poesía, y quise ser poeta. Me dediqué a leer y escribir con la convicción de que llegaría a conquistar ese fantástico mundo, y a convertirme en esclavo de la esencia de la búsqueda.

Finalmente, me considero un poeta que se ha hecho, que nunca se permitió el lujo de la relajación sobre un talento innato, simplemente, porque no nací con ello. Cuando me inicié, carecía de los conocimientos más básicos para encarar la versificación y/o la composición poética. Mi educación primaria, a pesar de haberlo llevado a cabo en estrictos colegios salesianos, nunca me abrió ninguna puerta que condujera a incentivar la inclinación poética. Estudiábamos literatura, ciertamente, pero de una manera absolutamente somera, sin análisis de ninguna laya, y más se le daba énfasis a la prosa que a la poesía. Leyendo la biografía de Arthur Rimbaud (por poner un ejemplo), nos enteramos de la alta calidad humanista de la educación francesa. El gran poeta simbolista, siendo un estudiante de 15 o 16 años de edad, componía ya (bajo la atenta mirada de su profesor de colegio) soberbios poemas utilizando la simbología del olimpo griego. Este grado educativo estaba (y, sin duda alguna, se encuentra todavía) a años luz de nuestra triste educación sudamericana. Me convertí, pues, en autodidacta.

[E. R. Aristy]

He querido venir a este escrito varias veces desde que lo publicaste, Oscar. Por fin hoy encuentro el momento, y pues lo primero es expresarte mi alegría al constatar tu amor por La Poesía. Si nace o se hace el poeta, es cosa para la especulación, motivo de escribir y celebrar éste acontecimiento que es sufrir el rapto poético. Lógicamente tiene que haber una formación de algún tipo. Comparto la lógica de los autodidactas como tú así también te identificas. Necesitamos más artículos de poetas que en forma personal nos cuenten sus procesos creativos. Seguramente la variedad de formas serán como el bello poema de Ramón Carballal ; La belleza y sus formas.
Creo que nos serviría de mucho desmitificar a La Poesía con poesía. Y claro no llegaremos a su fondo.
El músico estudia la escala, aprende a tocar piezas originales de otros compositores, las replica a perfección, hace arreglos creativos a lo ya clásico, pero es su deseo y satisfacción mayor crear su propia composición. Creo que toda composición original, toda forma innovadora, que posea una cualidad que nos redima, nos humanice, nos eleve a la reflexión y al autoexámen, que nos haga enfrentar el meollo de un conflicto, y más, como celebración a las cosas cotidianas y propias de nuestra naturaleza humana, es el poema que en conjunto estámos creando.

¡Viva la Poesía!
¡Salud Poeta!

Un abrazo, Oscar,
ERA

[Eduardo Gregori]

Yo creo que, como casi todo en esta vida, el poeta nace y se hace.
Se tiene un cierto talento para la expresión verbal, para la musicalidad del lenguaje, y para "ver" la realidad y establecer conexiones emocionales e intelectuales entre elementos, aparentemente, disparejos.
Pero el poeta también se hace. A mí la lectura me parece absolutamente primordial. Me resulta increíble y tristísimo que un número muy elevado de gente que escribe poemas no lea habitualmente nada de poesía, más allá de los dos o tres tópicos que a todos nos han explicado en la escuela. Es imposible, además de deshonesto, intentar escribir poesía sin ser un lector voraz de poesía. Y, sin embargo, los que escriben sin leer son legión. En prosa esto no pasa con tanto descaro. Y no pasa por varios motivos, pero fundamentalmente porque la poesía aún arrastra muchos estereotipos y muchos tópicos (en su origen, ciertamente peyorativos):

1. El poeta es pura inspiración súbita, por lo tanto, no hay necesidad de trabajar el texto. El poema está bien en el primer borrador.
2. Por eso mismo, el poeta no debe escribir regularmente, como los prosistas, sino única y exclusivamente, en momentos de rapto sublime.

Con esos elementos, evidentemente, tienes una receta perfecta para el desastre. Se ha de leer y releer y escudriñar los textos poéticos admirados, para lograr entender cómo están hechos, cómo y por qué son buenos poemas. Y escribir regularmente. Claro que no siempre lograremos escribir algo decente, pero la rutina es esencial. Dedicarle un tiempo regular a la poesía, escribir 30 o 40 minutos todos los días, aunque al final rompas todo, me parece importantísimo.

Hablando de mí, diré que siempre he tenido facilidad para la expresión escrita y que siempre he tenido buen oído. Nada más. A la poesía llegué gradualmente, por lecturas del colegio. Recuerdo especialmente una antología de poetas de la generación del 27 (editorial Castalia) que me abrió las puertas de la poesía. Quedé deslumbrado con Cernuda y con Salinas. Luego leí por cuenta propia Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y me enganché a la poesía para siempre. Y luego, más y más profundos deslumbramientos: Li Po, Neruda, Claudio Rodríguez, Octavio Paz, Gil de Biedma, Carlos Marzal, Jorge Luis Borges, Vicente Gallego, José Angel Valente, Mario Benedetti, Felipe Benítez Reyes...Tal vez el mayor acontecimiento poético de mi vida fue una lectura que el gran poeta español Francisco Brines dio en mi instituto. Ahí me enamoré para siempre de la poesía.

[jose manuel saiz]

Me resulta, cuando menos llamativa, la afirmación de Gregori cuando dice que es imposible y deshonesto escribir poesía sin leer habitualmente poesía.

No sé en qué sitio leí, u oí, que Messi no veía apenas partidos de fútbol por la tele o en los estadios. Después de entrenar o de jugar un partido lo único que deseaba es ir a casa a desconectar y descansar. ¿Es Messi deshonesto por no ver partidos de fútbol? ¿Es posible que juegue tan bien al fútbol sin hacerlo?

Yo, lo he dicho más de una vez, apenas leo poesía (con el ejemplo anterior no me trato de comparar con Messi, ni mucho menos, pero viene bien el ejemplo a mi argumento). Además pasa que, cuando me pongo a leerla, a menudo me aburro bastante, excepto en contadas ocasiones. Y cuando eso ocurre, cuando un poema consigue conmoverme, me parece algo extraordinario, milagroso, algo que despierta en mí las ganas de transmitir a otras personas la misma emoción por ese medio. Por eso agradezco mucho un subforo de Alaire que se titula “Autores preferidos de los foristas de Alaire”, donde he encontrado (no muchos, pero si algunos) poemas extraordinarios de poetas prácticamente desconocidos para mí (pero no creo para la mayoría de autores de este foro). Ahora bien, cuando he profundizado en la obra de los autores de esos poemas, la mayoría de las veces me he defraudado bastante, es decir, me han aburrido soberanamente. Ello me ha hecho ver el buen tino de los compañeros que han subido esos poemas al coincidir con mi gusto. Solo me llena la poesía que me llega. Siempre he creído que la mayoría de los poetas consagrados se han hecho famosos (entendiendo por famoso cuando su nombre llega a todo el mundo) por 4 o 5 poemas de sus extensos poemarios (sin embargo, su obra ha sido acertadamente valorada por los eruditos por su innegable calidad técnica o lírica, pero sin esos poemas que han conseguido llegar al gran público, tal vez sus nombres no hubieran llegado tan lejos).

Mi ignorancia en literatura es grande. Fui un alumno mediocre en esa asignatura. Que yo pretenda escribir poesía sin leer apenas poesía no me convierte en deshonesto, sino todo lo contrario, seré un iluso, pero honesto conmigo mismo. Podría, me parece más acertado, decir que soy eso, un iluso o un osado, y con altas probabilidades de hacer el ridículo.

Yo nunca seré escritor, ni lo pretendo. Pero poeta soy desde que nací. Un poeta nace y se pule. Así como fuere la pureza del poeta que llevemos dentro, así podrá llegar a ser nuestra poesía. Por mucho pulir una piedra no conseguiremos un diamante.
He aprendido algo de técnica leyendo, no poemas, sino comentarios que han vertido generosamente aquí compañeros que dominan este arte, y, con ello, con esas pocas herramientas, pretendo transmitir mi forma de ver las cosas a mi estilo, con más o menos éxito.

¿Por qué hay tanta gente que se atreve a escribir poesía? Pues porque en general les parece más sencillo y cómodo escribir un poema que escribir una novela (cuando no necesariamente es así). Piensan que escribir poemas no es más que (en esto coincido con Gregori) plasmar lo que uno piensa o siente aserruchando palabras en forma de versos para componer una pequeña historia (estoy generalizando, no siempre es así, yo sí lo he hecho). Y podrán leer o no mucha poesía, pero esto no les convierte en deshonestos, sino en ilusos u osados (qué es quizá lo que yo soy).

Una vez leí que la profesión de uno es aquella en la que se emplea más de 8 horas del tiempo al día. Atendiendo a ello, yo podría considerarme un profesional de la poesía, pues, debido a mi “verdadera” profesión, puedo dedicar no solo 8 horas a escribir poesía a menudo, sino bastantes más, incluyendo vacaciones y festivos. Aquí me alivia pensar que no estoy en el grupo que hace Gregori de los que escriben todo lo que se les pasa por la cabeza sin tamizarlo. Me lleva semanas, meses, o nunca, dar por finalizado un poema. La mayor parte de ese tiempo no lo empleo a crear, sino a corregir.

Por lo tanto me defiendo de la “acusación” de deshonesto que hace Gregori a los que planteamos la poesía como yo (y lo digo de buen talante, todo lo que he dicho va con ese buen talante, pues entiendo lo que quiere decir Gregori) y no me causa vergüenza ni siento contradicción al admitir que la poesía, en general, me aburre mucho (como a la mayoría de la gente que lee literatura). Creo que en esto, al menos soy honesto.

Un poema de Juan Ramón fue el que despertó en mí, a los 9 o 10 años, esas ganas de transmitir a otros esos sentimientos. Nunca concebí la poesía para guardarla para mí, siempre a estado presente la necesidad de que me lean, por encima incluso del riesgo al ridículo.

Perdonen que lleve el tema al prisma personal, pero es que así me resulta más fácil y directo exponer mis argumentos.
Un saludo y abrazos a todos.

J. Manuel

[Eduardo Gregori]

Tal vez la palabra "deshonesto" es demasiado fuerte. No he pensado en nadie al exponer mis ideas sobre el tema, estaba generalizando.
Dicho lo cual, me parece perfecto que haya gente que quiera escribir poesia sin mayores pretensiones. Es una aficion maravillosa y, desde luego, no le hace daño a nadie. Al contrario.

Lo que quise decir es que hay poetas (con obra publicada) que no leen poesia habitualmente. Eso es lo que me parece deshonesto. Escribir poemas en el foro para comentarlos con los compañeros me parece genial, en cualquier caso.

[Óscar Distéfano]

Tal vez la palabra que yo utilizaría es: "temerario" y no "deshonesto". Y creo que existen todo tipos de conductas y personalidades en este mundo de la poesía. Yo he leído de un poeta (cuyo nombre no recuerdo en este momento) que sólo leía prosa para crear poemas, con el fin de librarse de cualquier contaminación. Yo, personalmente, soy de los que leen mucha poesía. Y soy de los que defienden el estudio de la preceptiva. Pero, sinceramente, no creo que el no hacerlo descalifique a una persona para publicar. Se ha demostrado con los poetas populares incultos, que la poesía está más allá de la cultura, de la educación y de la formación intelectual. Y se ha demostrado que estos atributos de nada sirven cuando no existe talento.

Un abrazo a los dos.
Óscar

[Alberto Madariaga]

En mi personal óptica Óscar, creo que el poeta nace, pero son las circunstancias las que lo definen. Como todo en la vida; cada individuo tiene un talento en particular y es su tarea desarrollarlo o no. En mi caso vine a descubrir que tenía facultades para esto cuando contaba con 10 años, allá en 1998, pero eso no me convirtió de facto en un poeta. Tuvieron que pasar muchos años de trabajo, de lectura, de experimentación si se quiere ver, para llegar a una conclusión sólida de:

a) Generar mi propia opinión firme de lo que representa la poesía.
b) Defender con verdades estéticas que lo que hago es un poema por esta y tal razón.
c) Abordar una técnica con la mejor pericia posible.
d) Indudablemente la capacidad de transformar el lenguaje más sencillo en una intención deseada.

Si no hubiese nacido con el talento, quizá hubiese aprendido a versificar, que es el paso más sencillo desde la comprensión de la métrica, pero dudo mucho que de ahí hubiese pasado.

Un saludo Óscar.