Editorial Alaire

Juan Fionello escribió:

No era yo el cabello, ni el escozor
la inequívoca marca de mi infancia.
Huyó la negritud y por lo tanto
no fue en mí en quien el frío hundió sus uñas.

Que ahora el Sol emplee uno solo de sus dedos
para trazarme,
que me desvele el exilio de la luz
o muestre antiguas sajaduras mi garganta,
son ilusiones, faxes del tiempo, serosidad
imitadora de la sangre.

No, no era yo
aquel niño sin aire, pintor de piedras,
protomártir estival, mesías de leche.

E. R. Aristy escribió:

Juan Fionello escribió:

No era yo el cabello, ni el escozor
la inequívoca marca de mi infancia.
Huyó la negritud y por lo tanto
no fue en mí en quien el frío hundió sus uñas.

Que ahora el Sol emplee uno solo de sus dedos
para trazarme,
que me desvele el exilio de la luz
o muestre antiguas sajaduras mi garganta,
son ilusiones, faxes del tiempo, serosidad
imitadora de la sangre.

No, no era yo
aquel niño sin aire, pintor de piedras,
protomártir estival, mesías de leche.

Profundo poema al yo de la develacion quien vive dentro de su desnudez, y pasa por todas las estaciones de la piel. Me maravillas Juan.

Abrazos,
E. R. Aristy ( Roxane)

Pilar Morte escribió:Precioso poema, Juan. Lo he disfrutado, sobre todo la 1ª y 3ª estrofa. Un placer
Abrazos
Pilar

Ramón Carballal escribió:Nostálgico y evocador poema. Como siempre en tus versos sobresale la técnica y las imágenes muy conseguidas. Un placer la lectura. Abrazos.