Historia de un trastorno
Publicado: Mié, 24 Jun 2020 17:38
La mañana era triste, como un halo de humo.
Tú nunca lo supiste, te pusiste tan solo en la piel de tu caparazón.
Ataviado de un sufrimiento indescriptible, abandonaste el mundo de los vivos.
Te sumergiste en hábitos y conductas inhumanas.
Creíste estar en la gloria. Pero el sentimiento de cada mirada te turbaba.
Le cavaste una tumba a tus sentidos. El trabajo de una realidad, tirado por la borda.
Yo te seguí de lejos, pude ver cómo te despellejabas el alma.
Todo estaba en tu mente. Dudar de todo te hizo blando y endeble.
Y cada vez más vulnerable al prójimo, hacías alarde de la verdad absoluta.
Todos éramos tus enemigos, todos te mermábamos no sé qué energía.
Tu desgaste te corroía, pero jamás lo admitiste. No entrabas en razón. Algo tan sencillo se puso en tu contra. Todo era conspiración a tu alrededor.
Presumías de haber superado las debilidades que asociabas a la belleza. Todo te lo tomabas como un ataque.
Te defendías a capa y espada de tu enfermedad y de tu existencia.
No tenías conciencia, ni reparos de ningún tipo.
Te escondías, pero el miedo siempre te daba caza.
La ansiedad te hacía estremecer.
Los delirios, paranoias y manía persecutoria te acomodaban en tu trono ficticio.
Amabas esos jodidos síntomas, solo a ellos, solo a ellos, solo a ellos...
Tú nunca lo supiste, te pusiste tan solo en la piel de tu caparazón.
Ataviado de un sufrimiento indescriptible, abandonaste el mundo de los vivos.
Te sumergiste en hábitos y conductas inhumanas.
Creíste estar en la gloria. Pero el sentimiento de cada mirada te turbaba.
Le cavaste una tumba a tus sentidos. El trabajo de una realidad, tirado por la borda.
Yo te seguí de lejos, pude ver cómo te despellejabas el alma.
Todo estaba en tu mente. Dudar de todo te hizo blando y endeble.
Y cada vez más vulnerable al prójimo, hacías alarde de la verdad absoluta.
Todos éramos tus enemigos, todos te mermábamos no sé qué energía.
Tu desgaste te corroía, pero jamás lo admitiste. No entrabas en razón. Algo tan sencillo se puso en tu contra. Todo era conspiración a tu alrededor.
Presumías de haber superado las debilidades que asociabas a la belleza. Todo te lo tomabas como un ataque.
Te defendías a capa y espada de tu enfermedad y de tu existencia.
No tenías conciencia, ni reparos de ningún tipo.
Te escondías, pero el miedo siempre te daba caza.
La ansiedad te hacía estremecer.
Los delirios, paranoias y manía persecutoria te acomodaban en tu trono ficticio.
Amabas esos jodidos síntomas, solo a ellos, solo a ellos, solo a ellos...