Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera...

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ana García
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Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera...

Mensaje sin leer por Ana García »

Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera invisible

La entrevista fue positiva. Me concedieron mi primer trabajo en una fábrica en la que aparecía colgado de dos cadenas un cartel de chapa gruesa al lado de la entrada, que se movía balanceado por el viento, emitiendo un sonido semejante al óxido de herrumbre que chirría. Tenía unas letras en relieve que formaban el anuncio con el nombre de la empresa: "Cremalleras la tinta negra". No sé quien fue el listo, de medio pelo, al que se le ocurrió colocar debajo del nombre una figura de neón cambiante. Iba desde el hombre mas delgado hasta el más obeso, con un parecido extraordinario a un eunuco de película serie B.
Al tercer día de mi jornada entró él, el que iba a ser mi compañero en una perfiladora de dientes de cremallera.
Comenzó a hablarme con una voz aflautada para decirme que además del hijo del jefe sería mi encargado. Relacioné su voz con la figura del cartel y me costó la vida no reírme.
Me miró con unos ojos viscosos, tipo pez-globo, haciéndome sentar en un lugar poco claro donde las luces me producían sombras, aunque en el medio podía contemplar los tenues destellos en dorado y plateado metal.
Me envolvió una monotonía gris, con los dientes aferrados entre sí en un trozo alargado y resistente de tela, mientras comprobaba, una y otra vez, dos y cien veces, seiscientas, hasta mil tiras de lengüeta en una tarde y él mirando por la ventana, saliendo, entrando, paseando y comprobando el techo sin hacer nada.
—Señorita, que llega con retraso —me dijo una mañana con voz epicéntrica y mirada de hambre.
Cuando cruzaba los brazos sobre su enorme barriga, yo no podía dejar de pensar en pinchar ese globo produciendo una detumescencia, un posible cambio de estilo que fuera más agradable a la vista.
Habían pasado dos minutos de la hora de entrada. En la calle la niebla cerrada envolvía el cartel de la puerta en un gris profundo. El autobús había parado más que de costumbre antes de cruzar el puente. Entre las cremalleras me levanté y en voz bajita le susurré al oído, a la vez que hacía cimbrear las tiras metálicas dentadas.
—Me despisté de calle porque el neón del cartel se ha estropeado y usted no ha sido capaz de arreglarlo.
Hizo una mueca con la boca, mostrando media sonrisa que dejó ver sus dientes perfectos, alineados, pequeños y juntos. Parecían los dientes de las cremalleras que allí se encontraban dispuestas en las bocas de casilleros, en blanco.
Llegó un día en que tanta homogeneidad me produjo desasosiego, era todo tan lineal, tan sin enigma, tan cremalleril que no tuve más remedio que forjar un plan.
Se aproximaba la fecha de la semana internacional de la moda y un modisto francés presentaría, en sus diseños, nuestras mejores cremalleras invisibles. Sería el lanzamiento internacional de la firma.
Se trabajaba a un ritmo frenético, como autómatas, en medio de un silencio interrumpido cada diez minutos por un Cambalache a media voz. A mí me gusta el tango pero no a toda hora, ¡hombre por Dios!
El encargado comentaba que ese ritmo era un estímulo para la imaginación y se trabajaba más y mejor. ¿Imaginación? Me preguntaba a mí misma; si aquí lo único que concuerda es un hastío uniforme mal pagado y peor recompensado.
Según mi plan, todo iba a ir sobre ruedas en la Pasarela. Y me frotaba los dientes. Lo tenía todo previsto. ¡Mira que si debo todo lo que ocurrió al tango!
Sin que nadie me viera cogí un buril dentado para hacer palanca en los últimos dientes de todas las cremalleras, era un pequeño desencaje y no se notaba nada.
Comenzó el día del desfile y claro, ocurrió lo inesperado. Al caminar con movimientos zigzagueantes los modelos, su pase rápido y vigoroso hizo que se fueran abriendo todas las cremalleras de la ropa que mostraban, reventando sisas, costados y tropezando con vestidos caídos en el suelo. Fue un desastre, se vio lo que no figuraba en el programa.
El dueño, mi verdadero jefe, tuvo que indemnizar al modisto con una fuerte suma de euros. Fue demoledor para su economía.
Afortunadamente el hijo, con voz de eunuco, fue relevado de inmediato de su puesto y las operarias respiramos profundamente.
Entonces, alguien dijo que ya era hora de innovar de verdad con otras cremalleras más resistentes, con uniformes, más animados, para las trabajadoras y con el gran cambio: quitar ese horrible cartel de los años treinta.
Las compañeras llevaron una tenazas y se dispusieron a cortar las cadenas que sujetaban el letrero a las columnas de entrada.
Sin que nadie pudiera evitarlo, con el fuerte viento que soplaba en libertad por la calle, el objeto volador fue a parar a la cabeza del encargado, que por primera vez llegaba tarde a su puesto de trabajo, haciéndole caer de bruces al suelo.
Lo peor de todo fue el golpe que recibieron sus lindos dientes, que saltaron por el impacto hasta el bordillo en forma de piñones descascarillados.
Después se oyó un grito semejante al del metal oxidado que al moverlo fuerte chirría.
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Julio Gonzalez Alonso
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Julio Gonzalez Alonso »

Bueno, pues si es autobiográfico (como si no) el relato está lleno de ironía y un buen humor crítico que hace de la empleada una consumada activista justiciera y saboteadora. La descripción del hijo del dueño no tiene desperdicio. Un retrato físico y psicológico realmente logrado. Y me he reído con ganas imaginando el desfile de las esculturales y casi desvestidas modelos en un desfile que acaba totalmente en cueros. Claro que, por otra parte, hubiera pagado para disfrutar la exhibición de las bellezas liberadas por las cremalleras. El remate del cartel, inmejorable.
Salud.
Última edición por Julio Gonzalez Alonso el Mié, 27 May 2020 16:55, editado 1 vez en total.
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F. Enrique
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por F. Enrique »

Muy bueno, Como suele ser norma en ti, eres como Marilin antes de caer en los braoz de un sueño en el que ella serí a la Primera Dama. agresiva, valiente y distinta. Me ha gustado mucho.

Un abrazo.
***
Unos versos caídos en el cielo de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no puede desplegarse
cuando no encuentra el camino de tus labios./align]
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Ana García
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Ana García »

Muchas veces he querido sabotear a jefes que no tenían ni pajolera idea de lo que era su trabajo, y hacia planes mentales para dejarlos con el culo al aire. Pero estoy segura de que con mi mala suerte me hubieran pillado fijo. En la vida real soy más de ir de frente, cosa nada aconsejable, jajaja.
Yo también me he reído, Julio, mientras escribía la escena de los modelos.
Gracias por pasarte. Vamos animando el rincón de la prosa.
Salud, compañero.

¡Qué bueno tu comentario, F.Enrique! Me ha recordado una obra de teatro que vi hace tiempo, titulada "Los hijos de Kennedy". La actriz que quiere imitar a Marilin aparece con toda su fuerza y descaro. Y, como no, su declive y desilusión.



Me maravilló conocer a los antihéroes de los sesenta.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Recuerdo un texto tuyo con parka, cremalleras y ahogos. No pude encontrarlo porque lo quería subir.

Este teorema es una pasada; muy fluida la narración y las consecuencias.
Volveré con más tiempo, querida Ana.

Abrazos.
"En el haz áureo de tu faro están mis pasos
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."

El faro, Ramón Carballal
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Ana García
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Ana García »

Parka Asesina, un poema muy especial, Hallie. Ahora lo subo.
A veces me da por el mismo tema y le doy vueltas y vueltas. Y no me digas los porqués de la relación que tengo con las cremalleras y momentos de agobio y de risas.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
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Alonso Vicent
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Alonso Vicent »

Me gusta este relato-sabotaje... y que los planes salgan bien.
Era mi localidad una ciudad industrial con el textil de base; quizás por ello me llegue más este relato. Historias hubo, pero la tuya me encantó.
Un abrazo Ana.
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Ana García
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Re: Teorema Integral: gracias y desgracias de una cremallera

Mensaje sin leer por Ana García »

Alguna historia de la industria textil nos podrás contar, Alonso.
Gracias por tus palabras. Se agradece tu compañía.
Un abrazo.
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