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Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Vie, 24 Abr 2020 20:00
por R. M. Alemán
Autores:
Alonso Vicent
Rosa M. Alemán
Evasiones
Al contrario que pensar;
igual que la maternidad,
la creación es cosa de dos.
Capítulo 0

Me imagino un mundo en negros, sin galaxias ni miras; porque no teníamos ojos. Me imagino la materia flotando sin espacios antes de la gran explosión que inició la vida. También puedo imaginar los átomos, las moléculas, la energía; solo es proponérselo, integrarse, observar y haber sobrevivido.
Me tengo por parte indivisible de un todo.
Y aterrizamos cuando el universo ya se había dado unas vueltas (nos lleva ventaja), desnudos y sabiamente ignorantes.
Te apuesto un mundo, entre realidades, a que nos deja atrás mientras lo perseguimos o lo intentamos entender.
¿Cuántos mundos caben en un sentirse?, ¿cuántas realidades para un solo objeto? Y objetivamente seguimos nuestra trayectoria, con dudas o sin ellas, al por menor.
¿No será el espíritu y el alma otra de esas conexiones en las que a veces nos falla la cobertura?
Si te digo la verdad, aun busco mi nube perfecta desde los principios del Todo.


Capítulo 1

De pronto me vi en plena intersección: una ciudad, coches, transeúntes y una cara conocida; muy conocida.
Estaba varada en la primera línea del semáforo cuando a través del cristal del coche le vi plantarse frente a mí en medio del paso de cebra del que no se movió hasta que el resto de los conductores con el grotesco ruido de sus vehículos se dieron en protestas.
Ni por un instante atendí el reclamo de sus ojos. Como que ni siquiera me entretuve en pensar en los años que habían transcurrido, pero sí en la única y parecida situación anterior, a poco de divorciarnos, donde el conductor de la situación no era precisamente yo.
De su avejentado aspecto, lo único que llegó a mi mente fue que no me extrañaría que cuando apenas trasluzca el sol por la aureola de la atmósfera, quizás seamos igual a los hombrecillos verdes que algunas personas visionan por el espacio.
Siempre imaginé ser con quien fuera a mi lado, y aunque nunca hubo ese quien, a él, precisamente, no le eché en falta; pero fue cuando salí de él que tropecé conmigo. Y es que el casamiento no fue más que una de esas acometidas en las que como meta nos ignoramos como personas. Por eso no era de extrañar pensar que nací el día en que me divorcié, pues si de algo podía sentir orgullo fue de alejarme de aquella existencia; porque el pasado en relación al matrimonio carecía de valor por razones obvias, claro, ya que la felicidad no deja de ser uno de esos conceptos planos que solo se ajustan para tomarnos la medida.


Capítulo 2

Tropezar con una misma después de darme hasta el abandono, de haberme encontrado entre los eriales en donde aún es posible que renazcan las plantas, las flores y den sus frutos como un presente fue todo un acierto.
Nacemos todos los días, me dijo alguien, y aunque lo intenté, hasta ahora no fue que caí tan bajo, que pude apoyarme en el suelo para saltar. Liberarse de cargas superfluas, de voces que no escuchan, de oídos que no son más que orejas era de instinto; aquel instinto en el que al menos aún tenía confianza.
Cuántas veces deberíamos dar unos pasos atrás para apreciar mejor las perspectivas, para ver con claridad este bosque que guarda mil rincones para que podamos caernos vivos y aprovechar esa capacidad innata de sentirnos y de sentir como aquel primer día que nos trajo al mundo.
Nacer, con o sin testigos; renacer y tomar un protagonismo propio, sin usurpaciones, ni timos ni miedos.


Capítulo 3

Forma en la que con la santa por los suelos, a mis treinta y tantos años, llegué a la vida. Vida en la que pronto me vi inmersa en una transposición en la cual me regalaba el presente con brío, me abría el adelante e interiormente me hacía viajar por mi anterior existencia; corrientes con las que, a partir de esos días, ya no dormí más de vacío.
Sensibilidades que me mantuvieron algún tiempo apartada de mí y después en un estado desconocido para los demás del cual me alejaba cada vez más. Situaciones en las que, entre los cambios de vivienda ocasionales o por motivos laborales, me fui deshaciendo de los enseres materiales.
Sí, quizás el mundo no entienda de vidas si no es la propia; aunque en relación a él, al mundo por supuesto, por aquellas fechas, con el Pensamiento en mayúscula (sí, el primate de nuestras cabezas en su carácter de hombre), me fue imposible reconciliarme. Y aunque sus tiros ya no apuntaban ni a lo deslucido de mis vestidos, durante el recorrido por los escenarios vividos el pensar dejó de ser el de los bienes aprehendidos.
Una vez avenida con el mundo, que sabemos que no es ninguna panacea, me guardaba en un papel que dejaba en la trastienda que sin miras se agrandaba con el paso del tiempo.
Reconocía que mis vivencias se volvieron más cerebrales que físicas.
Enajenada con lo que me rodeaba, me deshacía de aquello que no iba con la vida que a su vez se desarrollaba con lo que me envolvía, me alentaba y alineaba con otras cosas.
El gusto pasó por no querer gustar.
Como decía Gardel, treinta años no es nada; y de esa nada partí para volver a sentirme, para facilitarme un paso franco a la memoria colectiva, para aprender de la historia y no seguir repitiendo sus estipulados argumentos.
Me escapé de un futuro inexistente marchando a pasos leves a donde el recuerdo me condujo; y a partir de allí fui dejando libre el pensamiento aun a riesgo de no poder regresar a mi cuerpo.


Capítulo 4

La niñez. Quien me lo iba a decir. En ella entoné labranza.
No porque no la recordara, muy al contrario; la infancia siempre permanece en mí, en la inocencia del orfanato donde me crié.
La presencia de la locura con una imagen que había olvidado acabó por oscurecerme. No fue para menos. Aunque sé que algunas veces, cuando hablamos del pasado, lo recordamos como si nos hubiese gustado que no fuera como sucedió, pero siempre no es así.
Recuperar la imagen de un bebé en los brazos de su madre cada domingo mientras que, inútilmente, esperaba recibir alguna visita familiar me sacó de mí.
Sin embargo no llegué a reconocerme.
Supongo que ya no tenía edad para ello, pero sí la vi a ella; a la Tierra.


Capítulo 5

La TIERRA; fue salir a su encuentro y sentir la amenaza de un nuevo revuelo. Pero no lo dudé un instante. Después de todo, si tenía alguna enfermedad, para sanarla antes debía sufrirla. Igual de desnuda me hallaba yo con respecto al mundo. ¿Por qué no? Daba por hecho que no era reacia a los cambios; además, nunca había encontrado a nadie mejor con quien hablar que no fuera a solas conmigo. Y esto escapaba a mis sentidos.
Me fundí en Ella. A su amparo, selladas al calor de nuestra oscuridad, no éramos más que huesos.
Me revolucioné.
Qué niña fui. Después no faltó siquiera en darme en danza a lo que llamamos cielo. Y en Ella, acorde a su movimiento, como de parte de su cuerpo, sentada en su regazo, un gran estruendo de nuevo me devolvió a mi estado.
Con la Tierra no solo extravié el sentido del tiempo, también acabé por desechar los restos de la anterior cultura.


Capítulo 6

No hay camino que no nos traiga de vuelta. Trasiego que no quedó en la lactancia. Después el movimiento dejó de reconocer las cercanías y el olvido fue de esos que no sabe comprometerse. Entre el saber y el conocimiento me desprendí del resto de las cargas materiales y sentimentalismos.
Me volví oídos, a los que endulzaba con frases que me transportaban con la imaginación al espacio que iba siendo conmigo.
Cuanto más atrás me iba, más inmenso era el hacia adelante.
No debería llamarlo así pero lo hice, pues las quimeras no dejan de ser frutos que nos amoldan a ser y estar con la vida, e interpretaba mi origen. Y no podría decirse que no estaba en arreglo a lo que denominamos como tiempo; bueno, en razón del gasto que se ocupa en ello.
Mi ser dejó de tener importancia, en un segundo plano me movía por los lugares en los que transitaba por el mundo de a pie y sobre el pasado, ahora, estaba presta la memoria, la que me surtía en arreglo a lo que necesitaba.
Después de todo nadie me aseguraba que el espacio en el que nacemos es tal y como se ve, y aunque pudiera formar parte de una hipnosis más, de un estado catártico donde mis conocimientos solo podían ser producto de mi única y legítima total ignorancia; me di en confianza.


Capítulo 7

La confianza, pensar; a mis ojos se volvieron líquido. Me reafirmé en la insatisfacción que me producía, pues no fue más que una vieja fábrica que se negaba a producir nuevas recetas.
Y eso que solo me refería al pensar que había adquirido en razón del tiempo que me llevó deshacerme en la trastienda de lo establecido, de escuelas o filosofías; pero pronto dejó de tener efecto en aquel confín de claroscuros por los que me desvivía.
En relación al Pensamiento, reconocí que por muy librepensadora que fuera, antes o después, tendía a doblarse, que no era más que una distopía, ya que no dejaba de ser matemático en su función lineal; estático en lo personal.
De hecho no sabía cuántas veces me había dado en evasivas por aquellas fechas. Decir: dos a pensar, más a estropear en imitación a los refranes populares que en su mayoría no suelen ser más que escusas, pretextos para deshacernos de alguna que otra plática o discusión con las que solemos aventajarnos. Aunque, en modo alguno, me convencía del todo. No porque estuviera fuera de lugar, que no, pues en el mundo que vivimos tiene su efectividad; a mí se me hizo insuficiente.


Capítulo 8

Si bien, hasta que no choqué con la realidad no me percaté del vacío del entorno, de la absoluta oscuridad del espacio, ¿y el universo?
Con la caída la tarde, e igual que en cada una de las que el tiempo me lo permitía a través de la ventana, me prendí del horizonte que se divisa sobre el nivel del mar, ese que desde unos meses atrás me concedía el lugar en el que por el momento habitaba. ¿Por qué es tan reducida la vista cuando miramos de frente? Pregunta que disparó mis ojos hacia lo alto, hacia las estrellas. Aunque una segunda toma de contacto por cuenta propia con el planeta fue imposible, además de ensordecer mis oídos, me cegaba la tórrida y encandilante luz que produjo el impacto.
Desde la mecedora de la habitación, lejos de la cápsula que enmarca el tiempo, no fui capaz de ver más allá de lo que afloraba bajo mis pies, trastocada, desde mi asiento, me corté en palabras.


Capítulo 9

La vida es aquello que se te pone delante; reflexión que hizo que se apaciguara la imaginación, incluso así, no la volví a ver antes de que una incipiente película que hacía de pared entre la Tierra y el estruendo que era el Sol, me abrió paso; y aunque aún predominaba el blanco y negro no solo la atmósfera nacía entre ellos. Aun sin poder acceder a su lado, sin dejar de ser Ella, era otra; el desprendimiento de su aura como fruto y embrión fue todo un descubrimiento.
Y aunque esta vez imperó la distancia, me maravillé al ver la burbuja que éramos… en arreglo al vientre encinta de una mujer vi el Universo.


Capítulo 10

Silencio, y más silencio y los ojos cerrados para mejor ver con todo el cuerpo. Y la distancia porque la creí necesaria para habitarme por completo.
Desde el presente me zambullí en un futuro que conducía al pasado, a los orígenes, a imaginar.
Puede que este gran océano siga siendo una tormenta aprendida, una deformación de sí mismo en la que nada tienen que ver las orografías, los elementos, la naturaleza.
Podría haber sido autosuficiente en mi empeño, sobreviviente en la alta mar de la estima o en la misma Tierra. Desde lo pequeño vine para abrirme a lo más inmenso. Al menos si fracasaba iba a ser este un naufragio propio.


Capítulo 11

Si la Tierra era otra, yo estaba pletórica en su interior, es decir, en el mío.
Abrirme a la visión desde dentro, nada más lejos de un estado natural, lo simplifiqué en lo que para unos puede ser una paranoia propia de visionarios, para otros un absurdo para alejarse de las obligaciones establecidas; y los habrá que lo miren como alguna que otra monserga más; y todo en razón de quitarnos el gusto de servirnos por y para nosotros.
Imaginarme en lo que a simple vista parecía estar de vuelta con la oscuridad no era más que la profundidad desde donde emanaban sus entrañas acordes a su estado de ebullición en un sin parar de venas entre grietas; encrucijadas de atravesados fenómenos atmosféricos. Venas que aceleraban las mías, que no dejaba de ver y sentir como el hecho más grande que había vivido, sí he dicho bien, de sentirme más viva que nunca.
Aun sin ser nada, no me alejaba de lo que constituía mi existencia: la Tierra paría la Vida.


Capítulo 12

Nacer es tan accidental como la idea misma. Gloria que no dejaba de zumbar en mis oídos en tanto que me preguntaba que si de nosotros nació ésta última, ¿de dónde tomar la iniciativa?
Hecho que no quita, ni pone, o impide que cada cual tenga la suya con la dualidad que nos permite seguir en tierra firme o naufragar. Un hincapié más de separar, de perseverar y hacer más llevadero el tránsito, el camino por estas lides. Pues, ¿no consistía en eso el truco?
Ilusión que agitaba mi mente creando mi propio vínculo, del cual no deseaba salir. Aunque ya dicen que para ver el futuro, antes hay que observar el pasado, pero se me antojó que no se trataba de las formas simples e individuales de la existencia; de pobres ricos o ricos pobres, cuando se me clavó una duda.
Más tarde, bastante más tarde también, caí en la cuenta de la disfunción del idioma. No tanto por mirar sino por ver a ojos cerrados, de darme cuenta de la dualidad que también arrastra nuestra lengua, en la noción de conceptos, en su mezcolanza; unos, para con el mundo; otros, para con la vida, llevándose ésta última un escaso interés en relación a su uso.


Capítulo 13

Amparándome en la evolución de la idea, no menos sucede en nuestro hábitat natural, en su clima, no hemos dejado de nacer, crecer, reproducirnos, envejecer y transformarnos… En el fragor de mi ardor recordé a los oscuros hombrecillos verdes procedentes de la sabiduría popular.
Entonces, la adolescencia ¿es nuestra edad mundana que responde a la era de los dinosaurios? Hecho donde las aguas, ni por asomo alcanzaban el nivel actual, ni el volumen terrenal la intensidad de nuestro tiempo.
Y, ¿por qué no?, la edad adulta es la nuestra, la media de años cuando el hombre despertó a la necesidad de comunicarse. Sí, tonterías que a la corta no nos dicen nada, pero que si miramos hacia atrás, lo cual no significa por ello hablar para ayer, nos daríamos cuenta de que en esta edad es donde se acumula lo personal, el conocimiento de vida, que no el saber. Aquel que rompe con el pensamiento anterior, forma en la que se demarcan los periodos de tiempo del mundo, así como nuestras corrientes humanas.
Seguro que lo mismo sucede con la estabilidad y armonía de la Tierra, tanto la estabilidad de hoy como la de ayer. Dado que Ella, que no sabe de eso, en cada uno de sus presentes vive acorde al momento, en estado de unión, y no de quienes la miran desde un mismo escenario, ajenos a su obra.


Capítulo 14

Por qué un antes o un después fue mejor o peor sin darnos a hoy, me decía al tiempo que gozaba con la magnificencia de mi caos.
De nada me valió lo deshonroso de tener que vivir atada a unas estáticas reglas cuando lo único que nos acomete es la pertenencia de vida.
Y gracias que ya no existen héroes que se tomen la molestia de guiarnos por esta o u otra movida, que no tienen el beneplácito de guardarse a través de atrevimientos ajenos, de quitar voluntades por simples hechos irracionales que a ninguno nos falta.
Ficción con la que me atrevía a disfrutar por aquellos que se lo perdían. Y aunque no quería parar, a veces mi mente se daba en pausas de dejarme absorta, en blanco, por espacios de tiempo.


Capítulo 15

Nada fácil ver la redondez de la Tierra desde nuestros pies, aunque sin duda la conducción marítima es la esfera que adopta hasta el término de su valía, la burbuja que nos guarda en color y sin cuantías.
Tras deshacerme de lo invisible de mis tormentos, que eran los suyos, desmarcada del Sol, pero ensamblados cual maquinaria de reloj volvimos a juntarnos por el punto menos imaginario: la Luna.
[tab=30][tab=30]Como nunca se ve la estadía,
[tab=30][tab=30]en descanso,
[tab=30][tab=30]una tez vela sus días:

[tab=30][tab=30]a vuelo de ojo, el Universo.

[tab=30][tab=30]Abombada, porosa piel,
[tab=30][tab=30]adherida.
[tab=30][tab=30]Por la ventana flechan rayos Sol:
[tab=30][tab=30]esencia viva.

[tab=30][tab=30]Es su nudo, Luna,
[tab=30][tab=30]giratoria puerta,
[tab=30][tab=30]caras luz-sombra;

[tab=30][tab=30]en concierto,

[tab=30][tab=30]unidos giran que giran la materia y energía:
[tab=30][tab=30]as de vida.

Lo trascendental gira en torno a nuestra naturaleza.

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Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Sab, 25 Abr 2020 11:06
por Alonso Vicent
A los buenos días, Rosa.
Entre “Evasiones” acabamos el relato con el universo por testigo.
Fue un placer esta colaboración, y el Atlántico es testigo de nuestras idas y venidas, je je.
Un abrazote con la alegría de verlo publicado.

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Dom, 26 Abr 2020 11:13
por R. M. Alemán
A los buenos, (uno después, necesario) Alonso

Y como se decía antes, por reír, el placer de aquí, de una servidora… Gracias por ser Tú, por Persona, gracias

Un fuerte abrazo, beso



Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Dom, 31 May 2020 15:11
por Hallie Hernández Alfaro
Rosa, Alonso: este trabajo vuestro es muy bueno. Una cohesión notable de ideas que se superponen y logran una narración filosófica-literaria de mucha altura. Quince capítulos que se leen con fruición y un poema que adhiere a la inspiración de ambos intelectos.
Resalto belleza y cuidado en la sintaxis. También hay momentos de fina ontología, de situaciones con un gran arrastre emocional.

Os pido mil disculpas por no haber comentado Evasiones antes.
Es hoy cuando dispongo del espacio mental y del tiempo necesario para ir poniéndome al día con nuestro foro de Prosa.

Muchas gracias por esta gran aportación.

Abrazos, salud y bienestar.

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Mié, 03 Jun 2020 10:35
por Alonso Vicent
Hallie Hernández Alfaro escribió:Rosa, Alonso: este trabajo vuestro es muy bueno. Una cohesión notable de ideas que se superponen y logran una narración filosófica-literaria de mucha altura. Quince capítulos que se leen con fruición y un poema que adhiere a la inspiración de ambos intelectos.
Resalto belleza y cuidado en la sintaxis. También hay momentos de fina ontología, de situaciones con un gran arrastre emocional.

Os pido mil disculpas por no haber comentado Evasiones antes.
Es hoy cuando dispongo del espacio mental y del tiempo necesario para ir poniéndome al día con nuestro foro de Prosa.

Muchas gracias por esta gran aportación.

Abrazos, salud y bienestar.
Hola, Hallie. No miento si digo que es todo un placer tu llegada. Nos tuvo entretenidos varias semanas este relato y disfrutamos de los trayectos de ida y vuelta, de la colaboración entre buenos compañeros y de ir dando forma a un argumento capítulo tras capítulo.
Estaba pensando en hacer una "merendola"... ya somos tres. ¡Qué alegría! Yo pongo el jamón, el queso y el vino... y el agradecimiento.
Un abrazo gigante aunque medien mares y océanos de por medio.

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Jue, 04 Jun 2020 12:55
por R. M. Alemán
después de varios intentos... sin palabras, Hallie (no veas lo cortada que me siento), Gracias
Abrazos

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Jue, 04 Jun 2020 14:04
por Hallie Hernández Alfaro
Alonso Vicent escribió:
Hallie Hernández Alfaro escribió:Rosa, Alonso: este trabajo vuestro es muy bueno. Una cohesión notable de ideas que se superponen y logran una narración filosófica-literaria de mucha altura. Quince capítulos que se leen con fruición y un poema que adhiere a la inspiración de ambos intelectos.
Resalto belleza y cuidado en la sintaxis. También hay momentos de fina ontología, de situaciones con un gran arrastre emocional.

Os pido mil disculpas por no haber comentado Evasiones antes.
Es hoy cuando dispongo del espacio mental y del tiempo necesario para ir poniéndome al día con nuestro foro de Prosa.

Muchas gracias por esta gran aportación.

Abrazos, salud y bienestar.
Hola, Hallie. No miento si digo que es todo un placer tu llegada. Nos tuvo entretenidos varias semanas este relato y disfrutamos de los trayectos de ida y vuelta, de la colaboración entre buenos compañeros y de ir dando forma a un argumento capítulo tras capítulo.
Estaba pensando en hacer una "merendola"... ya somos tres. ¡Qué alegría! Yo pongo el jamón, el queso y el vino... y el agradecimiento.
Un abrazo gigante aunque medien mares y océanos de por medio.
Alonso, qué buena idea has tenido con esa merendola, eh. Ya llego a la mesa y espero por vosotros. Llevaré un termo con descafeinado y pasteles; no faltará el cariño para compartir.

Evasiones se merece algo de cava sobre sus capítulos, a modo de bautizo y enhorabuena; ya veremos cómo podemos hacerlo.

Abrazos, amigo mío.

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Jue, 04 Jun 2020 14:08
por Hallie Hernández Alfaro
R. M. Alemán escribió:después de varios intentos... sin palabras, Hallie (no veas lo cortada que me siento), Gracias
Abrazos

Gracias por tus palabras, Rosa; ha quedado de maravilla esta obra a dos manos.

Abrazos y felicidad.

En un rato os veo en la merienda :D

Re: Evasiones (Alonso Vicent/Rosa M. Alemán)

Publicado: Sab, 06 Jun 2020 16:26
por Alonso Vicent
Hallie Hernández Alfaro escribió:
Alonso Vicent escribió:
Hallie Hernández Alfaro escribió:Rosa, Alonso: este trabajo vuestro es muy bueno. Una cohesión notable de ideas que se superponen y logran una narración filosófica-literaria de mucha altura. Quince capítulos que se leen con fruición y un poema que adhiere a la inspiración de ambos intelectos.
Resalto belleza y cuidado en la sintaxis. También hay momentos de fina ontología, de situaciones con un gran arrastre emocional.

Os pido mil disculpas por no haber comentado Evasiones antes.
Es hoy cuando dispongo del espacio mental y del tiempo necesario para ir poniéndome al día con nuestro foro de Prosa.

Muchas gracias por esta gran aportación.

Abrazos, salud y bienestar.
Hola, Hallie. No miento si digo que es todo un placer tu llegada. Nos tuvo entretenidos varias semanas este relato y disfrutamos de los trayectos de ida y vuelta, de la colaboración entre buenos compañeros y de ir dando forma a un argumento capítulo tras capítulo.
Estaba pensando en hacer una "merendola"... ya somos tres. ¡Qué alegría! Yo pongo el jamón, el queso y el vino... y el agradecimiento.
Un abrazo gigante aunque medien mares y océanos de por medio.
Alonso, qué buena idea has tenido con esa merendola, eh. Ya llego a la mesa y espero por vosotros. Llevaré un termo con descafeinado y pasteles; no faltará el cariño para compartir.

Evasiones se merece algo de cava sobre sus capítulos, a modo de bautizo y enhorabuena; ya veremos cómo podemos hacerlo.

Abrazos, amigo mío.
Meriendas que no falten, aunque sean virtuales, para disfrutar de amistades y de esta afinidad común.
Qué bueno que trajiste cava y pasteles. Un placer contar con tus atenciones, en nuestras letras y en todo el foro.
Abrazote doble de la Rosa y el Alonso.
Gracias amiga...