LA UTOPÍA COTIDIANA (2)
Publicado: Dom, 02 Jun 2019 12:43
LA UTOPIA COTIDIANA ( 2)
(Para una geisha que llegó un día de más allá del mar)
“La prefiero compartida antes que vaciar mi vida”
(Pablo Milanés)
Jamás podrás saber si mi corazón es un pálpito dormido de alondras, si en mis labios tiemblan sus guitarras cuando te nombran después que diluvia sobre arpegios que apagan sin demora la fiebre que incendia mis arterias. Nunca lo sabrás porque presiento que un potro desbocado galopa por el perímetro de mi sangre y acechan a mi carne espadas de dolor, ávidas de amputar de un tajo la ternura. En un presagio de sombras insurrectas, que saquean la luz de mi universo, la noche vuelve a perpetuarse sobre un lecho de oscuros alabastros. Allí agonizan los últimos jazmines sujetos al corazón de un guerrillero que fue por mi locura herido y derrotado en la batalla del deseo. Será difícil creerte si me dijeras que mi expresión perdurará tatuada en los secretos de tu piel, porque el idioma de mi cuerpo se ha hecho gangrena y se enmudeció la voz. Ahora todo calla envuelto en las mordazas de tu ausencia. Por eso, nunca sabrás que todo lo hubiera aprendido jugando a serte fiel porque renunciaría a buscar en burdeles de pasión esos amores confusos que al amanecer se conjugan con fracasos. Hoy siento que con el lodo que empoza la palabra, maleable se torna esta tristeza y como un cierzo magullado se muestra el lenguaje en mi nostalgia. Ningún plenilunio habitará ya estos ojos. De mis lágrimas nacerá un escalofrío ciego, por eso no conocerás el por qué de ti regresé desnudo al sitio de partida. Ni tampoco que hay retales de mi infancia esperándome aún en los trigales del recuerdo; ni por qué se me rompieron tantos sueños después que abandonaste mi quimera.
(Para una geisha que llegó un día de más allá del mar)
“La prefiero compartida antes que vaciar mi vida”
(Pablo Milanés)
Jamás podrás saber si mi corazón es un pálpito dormido de alondras, si en mis labios tiemblan sus guitarras cuando te nombran después que diluvia sobre arpegios que apagan sin demora la fiebre que incendia mis arterias. Nunca lo sabrás porque presiento que un potro desbocado galopa por el perímetro de mi sangre y acechan a mi carne espadas de dolor, ávidas de amputar de un tajo la ternura. En un presagio de sombras insurrectas, que saquean la luz de mi universo, la noche vuelve a perpetuarse sobre un lecho de oscuros alabastros. Allí agonizan los últimos jazmines sujetos al corazón de un guerrillero que fue por mi locura herido y derrotado en la batalla del deseo. Será difícil creerte si me dijeras que mi expresión perdurará tatuada en los secretos de tu piel, porque el idioma de mi cuerpo se ha hecho gangrena y se enmudeció la voz. Ahora todo calla envuelto en las mordazas de tu ausencia. Por eso, nunca sabrás que todo lo hubiera aprendido jugando a serte fiel porque renunciaría a buscar en burdeles de pasión esos amores confusos que al amanecer se conjugan con fracasos. Hoy siento que con el lodo que empoza la palabra, maleable se torna esta tristeza y como un cierzo magullado se muestra el lenguaje en mi nostalgia. Ningún plenilunio habitará ya estos ojos. De mis lágrimas nacerá un escalofrío ciego, por eso no conocerás el por qué de ti regresé desnudo al sitio de partida. Ni tampoco que hay retales de mi infancia esperándome aún en los trigales del recuerdo; ni por qué se me rompieron tantos sueños después que abandonaste mi quimera.