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Monólogo sin respuestas

Publicado: Jue, 16 May 2019 18:44
por Ana García
Qué extraña forma de vida has elegido, no me lo niegues. Ya no puedes casi ni comunicarte, te has perdido en tu propia materia. Me has dejado sin tu voz (intensa, varonil y electrizante), ni mantener largas conversaciones con una gran taza de café hirviendo; sí, ya sé que siempre lo dejaba enfriar o te pedía cubitos de hielo. Bueno, pues con una taza de café frío y algunos cigarros.
¿Recuerdas? Soñabas con exponer tus fotos y yo escribiría la historia de cada una de ellas. ¿Quieres decirme qué escribiré ahora? ¡Ah! No puedes contestarme, no tienes boca; estás frío como los lagartos, se ha congelado tu inspiración corporal. Antes tenías las manos calientes y la sangre a reventar, me abrazabas con tanta fuerza y yo... ¡No borbotees, por favor!
Mira en lo que te has convertido, eres un ser sin forma, sólo materia sin argumentos que te sostengan. ¿Por qué te dejaste engañar? Es absurdo pensar que únicamente estamos dirigidos por la mente, y que el cuerpo es un accesorio sin importancia. Te creíste tu propio cuento, ¡vaya sí te lo creíste! Ahora, ¿qué harás?, ¿cómo voy a transformar tu ruido en palabras?
Pero, ¿por qué me empeño en seguir hablando? De verdad que no lo sé. Si pudieras verte, eres fango mezclado con tu sangre, saliva, sudor y semen. Me asombra ver cómo has perdido tu lugar, avanzas sin control y me inunda tu descomposición. Y, sin embargo, daría lo que fuera por volver a besarte y sentir tus dibujos en mi piel. Podría pisarte, ¡lo sabes, verdad? ¿Por qué no me respondes? ¡Háblame! Eres un charco, sí, un hueco fangoso donde cualquiera puede sumergirse.
Recuerdo la máquina de fotos y aquella frase que tanto repetías: te fotografío, capto tu mirada y el puzzle de tu alma. Diez mil piezas en color; en blanco y negro; con brillo, sin brillo; ampliaciones y reducciones. Las paredes estaban repletas de mi mirada. No querías salir de la cámara oscura y el morado chupaba tu agua. Ya no me contemplabas como antes, ni siquiera percibías los pequeños detalles que cada día me inventaba para sacarte de tu mutismo, de tu indiferencia. Llenaba la bañera con espuma y aceites olorosos; me sumergía en ella sintiendo cómo el agua transparentaba mi cuerpo y en aquel reducido y caliente espacio fui consciente de que ya nunca más nos bañaríamos juntos.
¡Tú sólo tenías ojos para mi imagen muerta! ¡Por favor, no borbotees, ésta es la verdad!
¿Dónde está ahora aquella mirada? La inspiración que anhelabas ha secado el único argumento válido e inapreciable que me enamoraba de ti: tu luz. Y yo me he quemado yendo hacia ella y hacia tu voz. Esa mirada tan tuya, me atrapaba como las luciérnagas pegadas a los farolillos de nuestra casa, reflejaba la vida que corría por tus venas.
Ahora eres marrón, marrón como el otoño que secó tu alma. Fuiste perdiendo forma y mil miradas mancillaron tu sonrisa. Tu realidad disminuía a la par que aumentaban mis fotos, la crueldad del que mira y no participa; del que contempla y no avisa del acechante peligro. Te perdiste, la desidia encogió tus músculos y la quietud deshizo tus huesos.
¡Por favor, no me borbotees, intento que comprendas, que me escuches! Cada día contemplo cómo te has extendido por las paredes y te cuelgas del techo, cómo enfangas nuestro amor. Era tan perfecto, tan intenso que no podía sobrevivir.
Es inútil, tus borboteos no modifican tu presencia, no hacen accesible un reencuentro. Somos dos extraños enjaulados, sin poder tocarnos, perdidos en un monólogo sin respuestas.

Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Sab, 18 May 2019 13:48
por Óscar Distéfano
Ana García escribió:Qué extraña forma de vida has elegido, no me lo niegues. Ya no puedes casi ni comunicarte, te has perdido en tu propia materia. Me has dejado sin tu voz (intensa, varonil y electrizante), ni mantener largas conversaciones con una gran taza de café hirviendo; sí, ya sé que siempre lo dejaba enfriar o te pedía cubitos de hielo. Bueno, pues con una taza de café frío y algunos cigarros.
¿Recuerdas? Soñabas con exponer tus fotos y yo escribiría la historia de cada una de ellas. ¿Quieres decirme qué escribiré ahora? ¡Ah! No puedes contestarme, no tienes boca; estás frío como los lagartos, se ha congelado tu inspiración corporal. Antes tenías las manos calientes y la sangre a reventar, me abrazabas con tanta fuerza y yo... ¡No borbotees, por favor!
Mira en lo que te has convertido, eres un ser sin forma, sólo materia sin argumentos que te sostengan. ¿Por qué te dejaste engañar? Es absurdo pensar que únicamente estamos dirigidos por la mente, y que el cuerpo es un accesorio sin importancia. Te creíste tu propio cuento, ¡vaya sí te lo creíste! Ahora, ¿qué harás?, ¿cómo voy a transformar tu ruido en palabras?
Pero, ¿por qué me empeño en seguir hablando? De verdad que no lo sé. Si pudieras verte, eres fango mezclado con tu sangre, saliva, sudor y semen. Me asombra ver cómo has perdido tu lugar, avanzas sin control y me inunda tu descomposición. Y, sin embargo, daría lo que fuera por volver a besarte y sentir tus dibujos en mi piel. Podría pisarte, ¡lo sabes, verdad? ¿Por qué no me respondes? ¡Háblame! Eres un charco, sí, un hueco fangoso donde cualquiera puede sumergirse.
Recuerdo la máquina de fotos y aquella frase que tanto repetías: te fotografío, capto tu mirada y el puzzle de tu alma. Diez mil piezas en color; en blanco y negro; con brillo, sin brillo; ampliaciones y reducciones. Las paredes estaban repletas de mi mirada. No querías salir de la cámara oscura y el morado chupaba tu agua. Ya no me contemplabas como antes, ni siquiera percibías los pequeños detalles que cada día me inventaba para sacarte de tu mutismo, de tu indiferencia. Llenaba la bañera con espuma y aceites olorosos; me sumergía en ella sintiendo cómo el agua transparentaba mi cuerpo y en aquel reducido y caliente espacio fui consciente de que ya nunca más nos bañaríamos juntos.
¡Tú sólo tenías ojos para mi imagen muerta! ¡Por favor, no borbotees, ésta es la verdad!
¿Dónde está ahora aquella mirada? La inspiración que anhelabas ha secado el único argumento válido e inapreciable que me enamoraba de ti: tu luz. Y yo me he quemado yendo hacia ella y hacia tu voz. Esa mirada tan tuya, me atrapaba como las luciérnagas pegadas a los farolillos de nuestra casa, reflejaba la vida que corría por tus venas.
Ahora eres marrón, marrón como el otoño que secó tu alma. Fuiste perdiendo forma y mil miradas mancillaron tu sonrisa. Tu realidad disminuía a la par que aumentaban mis fotos, la crueldad del que mira y no participa; del que contempla y no avisa del acechante peligro. Te perdiste, la desidia encogió tus músculos y la quietud deshizo tus huesos.
¡Por favor, no me borbotees, intento que comprendas, que me escuches! Cada día contemplo cómo te has extendido por las paredes y te cuelgas del techo, cómo enfangas nuestro amor. Era tan perfecto, tan intenso que no podía sobrevivir.
Es inútil, tus borboteos no modifican tu presencia, no hacen accesible un reencuentro. Somos dos extraños enjaulados, sin poder tocarnos, perdidos en un monólogo sin respuestas.

Ana: me ha dejado muy emocionado este texto tuyo. Además del manejo diestro del lenguaje, prácticamente sin fisuras, con empleos inteligentes de los recursos retóricos del discurso, logras despertar el interés desde la primera línea hasta el fin. El sentimiento de frustración, de dolor, de pérdida, es tan transparente que crea una empatía con el lector. Me ha gustado mucho ese aparente triunfo masculino que se va al carajo con su machismo y, en su lugar, toma la posta la dignidad femenina, defendiéndose de la injusticia de una relación (tan común a lo largo de los siglos) que solo ha denigrado a la mujer. Y más aún me gusta el hecho de que el discurso, la convicción de la voz narradora no se pierde en revanchismos feministas, y se pronuncia por una admirable búsqueda de la verdad. Más allá de que el amor no puede ser exigido, y que cuando termina solo prima la resignación, en tu texto no se trata de rogar la vuelta del amor, sino de denunciar los pormenores de la falsedad, de la hipocresía, de la falta de sinceridad, de la mala intención que, generalmente, se apoderan del comportamiento de los hombres, casi siempre dominados por un orgullo estúpido que prefiere dejar hundirse el barco antes que reconocer su responsabilidad en el naufragio.
En mi afánde ir detectando pequeñas anomalías gramaticales, quiero señalarte un solo caso, nimio por cierto, para tu consideración:

Esa mirada tan tuya, me atrapaba como las luciérnagas pegadas a los farolillos de nuestra casa, reflejaba la vida que corría por tus venas.

En esta cláusula tengo entendido que el verbo no debe separarse del sujeto por una coma. "Esa mirada tan tuya me atrapaba como...", sería la forma correcta. Solo en casos de incisos sucede lo contrario.

Un abrazo fuerte y emocionado.
Óscar

Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Dom, 19 May 2019 18:41
por Ana García
Óscar Distéfano escribió:
Ana García escribió:
Ana: me ha dejado muy emocionado este texto tuyo. Además del manejo diestro del lenguaje, prácticamente sin fisuras, con empleos inteligentes de los recursos retóricos del discurso, logras despertar el interés desde la primera línea hasta el fin. El sentimiento de frustración, de dolor, de pérdida, es tan transparente que crea una empatía con el lector. Me ha gustado mucho ese aparente triunfo masculino que se va al carajo con su machismo y, en su lugar, toma la posta la dignidad femenina, defendiéndose de la injusticia de una relación (tan común a lo largo de los siglos) que solo ha denigrado a la mujer. Y más aún me gusta el hecho de que el discurso, la convicción de la voz narradora no se pierde en revanchismos feministas, y se pronuncia por una admirable búsqueda de la verdad. Más allá de que el amor no puede ser exigido, y que cuando termina solo prima la resignación, en tu texto no se trata de rogar la vuelta del amor, sino de denunciar los pormenores de la falsedad, de la hipocresía, de la falta de sinceridad, de la mala intención que, generalmente, se apoderan del comportamiento de los hombres, casi siempre dominados por un orgullo estúpido que prefiere dejar hundirse el barco antes que reconocer su responsabilidad en el naufragio.
En mi afánde ir detectando pequeñas anomalías gramaticales, quiero señalarte un solo caso, nimio por cierto, para tu consideración:

En esta cláusula tengo entendido que el verbo no debe separarse del sujeto por una coma. "Esa mirada tan tuya me atrapaba como...", sería la forma correcta. Solo en casos de incisos sucede lo contrario.

Un abrazo fuerte y emocionado.
Óscar
Fíjate, Oscar que el uso de las comas no es nímio, y a mí me encanta que lo menciones porque los signos ortográficos son todo un mundo y me gustan.
Creo que estoy en lo cierto si te digo que el uso de esas comas no se restringe a los incisos solamente. Hay más casos, por ejemplo:
—Oraciones subordinadas explicativas, en las que cuando suprimes la información que va entre las comas no cambiamos el significado de la frase:
Esa mirada tan tuya reflejaba la vida que corría por tus venas.
—Tb se pueden usar en cualquier comentario, explicación o precisión a algo dicho. Si son explicativas cumplen una función semejante a la del paréntesis, y por ello esta clase de comas se llaman parentéticas.
—Expresiones u oraciones de carácter accesorio, sin vinculación sintáctica con los elementos del enunciado en el que se insertan:
Se presentó a comer, dime tú si no es para matarlo, con diez amigotes y sin avisar.

Es complicado el tema, ¿verdad, Óscar? A mí lo que se me da peor, y menos uso es el punto y coma.

Me ha gustado mucho tu comentario porque has visto ese grito de dolor. Es un texto-homenaje a Miguel Delibes y su "cinco horas con Mario". Pero en mi caso la que está muerta es la mujer, que se encuentra en otra realidad, y que parece que no lo sabe pq no obtiene respuestas. El lío está en que sí sabe de su muerte cuando recrimina a su pareja el tema de su imagen muerta en tanta fotografía. Ella se va difuminando y solo oye murmullos.
Un abrazo, Oscar y gracias por tu atenta lectura y comentario. Se agradece.



Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Jue, 06 Jun 2019 19:38
por Jorge Busch
Es curioso: he leído el comentario de Oscar y parece que hubiéramos leído textos distintos. Yo veo una relación arruinada por la fetichización: el fotógrafo que se enamora de la imagen y reemplaza con ella al objeto. He conocido casos de parejas así, donde la componente estética del enamoramiento era excesiva. Muchas veces, el fetichista termina buscando consuelo en un amor degradante, a su altura.

Bien escrito, Ana.

abrazo
j.

Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Vie, 07 Jun 2019 22:25
por Ana García
Jorge Busch escribió:Es curioso: he leído el comentario de Oscar y parece que hubiéramos leído textos distintos. Yo veo una relación arruinada por la fetichización: el fotógrafo que se enamora de la imagen y reemplaza con ella al objeto. He conocido casos de parejas así, donde la componente estética del enamoramiento era excesiva. Muchas veces, el fetichista termina buscando consuelo en un amor degradante, a su altura.

Bien escrito, Ana.

abrazo
j.
el fotógrafo que se enamora de la imagen y reemplaza con ella al objeto.

No la reemplaza exactamente. La mujer muere y el fotógrafo se obsesiona con sus fotos.

He conocido casos de parejas así, donde la componente estética del enamoramiento era excesiva

Tuve una pareja así y llega a ser muy cansino el tema. Terminas bastante harta de tanta foto.

Lo que me hace pensar de tu lectura es lo que decimos siempre: que un texto cobra vida cuando se lee. Una vida de distinta lectura, claro está. Y eso muy bueno, creo yo.
Gracias por tus palabras, Jorge.
Un abrazo.

Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Sab, 08 Jun 2019 16:19
por F. Enrique
Me ha gustado mucho tu relato, Ana.


Un abrazo.

Re: Monólogo sin respuestas

Publicado: Dom, 09 Jun 2019 21:59
por Ana García
F. Enrique escribió:Me ha gustado mucho tu relato, Ana.


Un abrazo.
¡Qué bueno, Enrique!
Gracias por pasar y dejar tu comentario.
Un abrazo.