Editorial Alaire

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Se puso delante del conocido paisaje.

Horizontal, el pincel buscaba la escala de los volúmenes, identificaba las sombras, limitaba las luces que brillaban ante sus ojos, que sedientos y en batida, cabalgaban inagotables los sueños como centauros iridiscentes.
Buscó en su paleta los colores, y se sumergió en ellos, buceando, aún más lejos, hasta donde no llegaban sus recuerdos.

Encontró a su madre sentada en el naranja. Con una sonrisa abierta, mecía ternuras
y un anacarado silencio.
Le dibujó sobre sus párpados unas pupilas doradas, y extendió la luz hasta el horizonte, de un solo trazo.

El sol salió entonces, y el azul iba aclarando su fondo,
como si le salieran alas.

Las tomó prestadas para llegar hasta la cima de las montañas. Su padre
dibujaba en su escarpado suelo algo parecido a unos brazos, tratando de abarcarlas.
Tomó el verde en su pincel,
y a sus manos les dió hojas, y con ellas, ya de roble, voz al viento.
Y escuchó su nombre.

Despegó en añiles y violetas, flotando, y de repente
tuvo frío.

Sacó del corazón su fuego. Con el rojo
trató de dar, con su calor, eternidad de sangre al paisaje, que ya anochecía, dejando tan solo enfrente del mismo
un lienzo en blanco, que en su centro,
parecía tener un punto infinito,
multicrómatico... sonreía,
¡lleno de ojos a su encuentro!

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Pero qué hermosura; frente a frente con los recuerdos solapados, defensores, paladines. La música aporta maravillas a la brillante acuarela.

Felicitaciones miles, querido amigo; gracias por estar.

Abrazos.

Gracias querida amiga por ese reflejo que tanto se agradece.
Beso grande y felices horas Hallie

Muchas gracias por este comentario tan hermoso Alfonso, que te agradezco muchísimo.
Un placer grande poder compartir este espacio con compañeros como tú, amigo.

Fuerte abrazo

Precioso este texto. Aunque sea prosa tiene un fuerte componente lírico. Me gustó mucho. Abrazos.

Ventura Morón escribió:[BBvideo 560,340][/BBvideo]

Se puso delante del conocido paisaje.

Horizontal, el pincel buscaba la escala de los volúmenes, identificaba las sombras, limitaba las luces que brillaban ante sus ojos, que sedientos y en batida, cabalgaban inagotables los sueños como centauros iridiscentes.
Buscó en su paleta los colores, y se sumergió en ellos, buceando, aún más lejos, hasta donde no llegaban sus recuerdos.

Encontró a su madre sentada en el naranja. Con una sonrisa abierta, mecía ternuras
y un anacarado silencio.
Le dibujó sobre sus párpados unas pupilas doradas, y extendió la luz hasta el horizonte, de un solo trazo.

El sol salió entonces, y el azul iba aclarando su fondo,
como si le salieran alas.

Las tomó prestadas para llegar hasta la cima de las montañas. Su padre
dibujaba en su escarpado suelo algo parecido a unos brazos, tratando de abarcarlas.
Tomó el verde en su pincel,
y a sus manos les dió hojas, y con ellas de roble, voz al viento.
Y escuchó su nombre.

Despegó en añiles y violetas, flotando, y de repente
tuvo frío.

Sacó del corazón su fuego. Con el rojo
trató de dar, con su calor, eternidad de sangre al paisaje, que ya anochecía, dejando tan solo enfrente del mismo
un lienzo en blanco, que en su centro,
parecía tener un punto infinito,
multicrómatico, lleno de ojos a su encuentro.

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Escribes muy bien, poeta! Es un verdadero placer leerte!!

Ramón Carballal escribió:Precioso este texto. Aunque sea prosa tiene un fuerte componente lírico. Me gustó mucho. Abrazos.

Gracias querido amigo, es un placer que te haya gustado de verdad.
Fuerte abrazo y gracias.

Carlos Justino Caballero escribió:

Ventura Morón escribió:[BBvideo 560,340][/BBvideo]

Se puso delante del conocido paisaje.

Horizontal, el pincel buscaba la escala de los volúmenes, identificaba las sombras, limitaba las luces que brillaban ante sus ojos, que sedientos y en batida, cabalgaban inagotables los sueños como centauros iridiscentes.
Buscó en su paleta los colores, y se sumergió en ellos, buceando, aún más lejos, hasta donde no llegaban sus recuerdos.

Encontró a su madre sentada en el naranja. Con una sonrisa abierta, mecía ternuras
y un anacarado silencio.
Le dibujó sobre sus párpados unas pupilas doradas, y extendió la luz hasta el horizonte, de un solo trazo.

El sol salió entonces, y el azul iba aclarando su fondo,
como si le salieran alas.

Las tomó prestadas para llegar hasta la cima de las montañas. Su padre
dibujaba en su escarpado suelo algo parecido a unos brazos, tratando de abarcarlas.
Tomó el verde en su pincel,
y a sus manos les dió hojas, y con ellas de roble, voz al viento.
Y escuchó su nombre.

Despegó en añiles y violetas, flotando, y de repente
tuvo frío.

Sacó del corazón su fuego. Con el rojo
trató de dar, con su calor, eternidad de sangre al paisaje, que ya anochecía, dejando tan solo enfrente del mismo
un lienzo en blanco, que en su centro,
parecía tener un punto infinito,
multicrómatico, lleno de ojos a su encuentro.

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Escribes muy bien, poeta! Es un verdadero placer leerte!!

Cuanto te agradezco estas generosas palabras amigo; Siempre un privilegio tu tiempo y tu lectura.
Abrazos y gracias