Focos II. Hallie/Pablo

[Hallie Hernández Alfaro]

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Noventa y dos años: una cronología abrumadora. Con la barba fieramente crecida husmea en las imágenes de la guerra. Capitán de navío, ascendencia nórdica, coleccionador de insectos. Todavía conquista la sonrisa de ella. Ella, en singular, ella imperiosamente joven, sólo desea escucharle, saberle, congraciarse con la heroica raza de su uniforme.

Hay un brillo nerudiano entre ambos; comparten lo imposible, sitian las últimas ventajas del oxígeno; es tan complejo explicar lo que flamea en sus diferencias, esa luz nada restrictiva que abrasa las miradas, que ennoblece la carne sobre la carne y hace que los sentidos sean mucho más de seis.

Les he visto ayer, juntos, inseparables; edificados y contrahechos, renuentes a besar la cruda realidad.


Y no es tan complejo en realidad, es más bien fácil. Oh, Capitán, mi Capitán… Una turbamulta de imberbes emocionales gusanean por ella en las discotecas baratas de la playa. Su oferta se limita a un paseo tronado de reggaetón en un coche asquerosamente limpio. Siempre fue un poco rarita, después de todo. Evitó una adolescencia en minifalda y coleta suspirante; prefería la amura de babor, las uñas rotas, la piel de la cara rugosa de salitre y carcajadas.

¿Y él? Aún más fácil. Una tarde brumosa de nostalgia, el olor a limpia podredumbre de las redes en el puerto, el trantrán diésel del pesquero atestado de gaviotas, cruzando la bocana.
Alguien joven que le escucha.

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Hallie Hernández
Pablo Ibáñez

[Pablo Ibáñez]

Hallie,

Querida amiga, gracias por darme la oportunidad de participar en estos focos. Se nota mucho la diferencia de enfoque de los textos respectivos. Me encantan estas cosas.

Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Hallie,

Querida amiga, gracias por darme la oportunidad de participar en estos focos. Se nota mucho la diferencia de enfoque de los textos respectivos. Me encantan estas cosas.

Un abrazo.

Gracias a ti por engrandecer estos focos de la imaginación, amigo mío.
En esa diferencia y, a la vez, en ese complemento, los escenarios se fortifican. Cámara y lente en mano, hemos intentado fijar la mirada en la situación de los protagonistas. Una interioridad ambigua, unos motivos excéntricos, y como bien dices, coincidir no es tan irreal como se puede pensar a primera vista.
Después de leer tu texto, senti que habías capturado de manera asombrosa, los detalles primordiales del imaginario expuesto.

Felices horas y un abrazo grande.

[Ventura Morón]

Hermosa esta fotografia, mucho. La aprehensión del instante, como si pudiera fijarse la vida en una estación singular en la que confluyeran dos trenes que nunca debieron encontrarse, y a su pesar, los viajeros se miran... y se aman. Aman lo que está en el otro, aquello que no los nombra pero que les hace fluir hacia su eco, una respiración que pudiera tornarse en esa brisa de destino que hiciera descarrilar los vagones hacia un andén misterioso y verdadero, en el que el billete se imprime a medida que se vive.

Un placer de nuevo felicitaros a los dos, zambullirme en esta iniciativa y propuesta que os une y que a mi me permite disfrutaros.
Abrazos gigantes

[Hallie Hernández Alfaro]

Hermosa esta fotografia, mucho. La aprehensión del instante, como si pudiera fijarse la vida en una estación singular en la que confluyeran dos trenes que nunca debieron encontrarse, y a su pesar, los viajeros se miran... y se aman. Aman lo que está en el otro, aquello que no los nombra pero que les hace fluir hacia su eco, una respiración que pudiera tornarse en esa brisa de destino que hiciera descarrilar los vagones hacia un andén misterioso y verdadero, en el que el billete se imprime a medida que se vive.

Un placer de nuevo felicitaros a los dos, zambullirme en esta iniciativa y propuesta que os une y que a mi me permite disfrutaros.
Abrazos gigantes

Así es, amigo mío; dos lejanísimos en materialidad y más que unidos por cordones invisibles. Espíritus avenidos que juntan un trecho de camino. En el mismo vagon en contra de cualquier pronóstico.
Pablo afina detalles vitales, mira por dentro a los personajes y extrae motivos incandescentes.

Abrazo enorme.

[Rafel Calle]

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Noventa y dos años: una cronología abrumadora. Con la barba fieramente crecida husmea en las imágenes de la guerra. Capitán de navío, ascendencia nórdica, coleccionador de insectos. Todavía conquista la sonrisa de ella. Ella, en singular, ella imperiosamente joven, sólo desea escucharle, saberle, congraciarse con la heroica raza de su uniforme.

Hay un brillo nerudiano entre ambos; comparten lo imposible, sitian las últimas ventajas del oxígeno; es tan complejo explicar lo que flamea en sus diferencias, esa luz nada restrictiva que abrasa las miradas, que ennoblece la carne sobre la carne y hace que los sentidos sean mucho más de seis.

Les he visto ayer, juntos, inseparables; edificados y contrahechos, renuentes a besar la cruda realidad.


Y no es tan complejo en realidad, es más bien fácil. Oh, Capitán, mi Capitán… Una turbamulta de imberbes emocionales gusanean por ella en las discotecas baratas de la playa. Su oferta se limita a un paseo tronado de reggaetón en un coche asquerosamente limpio. Siempre fue un poco rarita, después de todo. Evitó una adolescencia en minifalda y coleta suspirante; prefería la amura de babor, las uñas rotas, la piel de la cara rugosa de salitre y carcajadas.

¿Y él? Aún más fácil. Una tarde brumosa de nostalgia, el olor a limpia podredumbre de las redes en el puerto, el trantrán diésel del pesquero atestado de gaviotas, cruzando la bocana.
Alguien joven que le escucha.

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Hallie Hernández
Pablo Ibáñez

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Es obvio el periplo versal de los autores, de lo cual deviene un ritmo trepidante, muy bien acotado en periodos sintácticos, ora evocadores, ora melancólicos, pero siempre vistiendo de hermosura la narración.
Ambos textos podrían dar juego como álter egos, el de Hallie en Dalton Trumbo y el de Pablo en Nabokov.

En fin, felicidades, amigos Hallie y Pablo, creo que estos trabajos compartidos, son muy interesantes aportaciones al foro Prosa, son fáciles de leer y transmiten emocionantes sensaciones.
Abrazos.

[Hallie Hernández Alfaro]

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Noventa y dos años: una cronología abrumadora. Con la barba fieramente crecida husmea en las imágenes de la guerra. Capitán de navío, ascendencia nórdica, coleccionador de insectos. Todavía conquista la sonrisa de ella. Ella, en singular, ella imperiosamente joven, sólo desea escucharle, saberle, congraciarse con la heroica raza de su uniforme.

Hay un brillo nerudiano entre ambos; comparten lo imposible, sitian las últimas ventajas del oxígeno; es tan complejo explicar lo que flamea en sus diferencias, esa luz nada restrictiva que abrasa las miradas, que ennoblece la carne sobre la carne y hace que los sentidos sean mucho más de seis.

Les he visto ayer, juntos, inseparables; edificados y contrahechos, renuentes a besar la cruda realidad.


Y no es tan complejo en realidad, es más bien fácil. Oh, Capitán, mi Capitán… Una turbamulta de imberbes emocionales gusanean por ella en las discotecas baratas de la playa. Su oferta se limita a un paseo tronado de reggaetón en un coche asquerosamente limpio. Siempre fue un poco rarita, después de todo. Evitó una adolescencia en minifalda y coleta suspirante; prefería la amura de babor, las uñas rotas, la piel de la cara rugosa de salitre y carcajadas.

¿Y él? Aún más fácil. Una tarde brumosa de nostalgia, el olor a limpia podredumbre de las redes en el puerto, el trantrán diésel del pesquero atestado de gaviotas, cruzando la bocana.
Alguien joven que le escucha.

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Hallie Hernández
Pablo Ibáñez

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Es obvio el periplo versal de los autores, de lo cual deviene un ritmo trepidante, muy bien acotado en periodos sintácticos, ora evocadores, ora melancólicos, pero siempre vistiendo de hermosura la narración.
Ambos textos podrían dar juego como álter egos, el de Hallie en Dalton Trumbo y el de Pablo en Nabokov.

En fin, felicidades, amigos Hallie y Pablo, creo que estos trabajos compartidos, son muy interesantes aportaciones al foro Prosa, son fáciles de leer y transmiten emocionantes sensaciones.
Abrazos.

Gracias de nuevo, querido amigo; es cierto, escribir a dos manos requiere sintonizar con el texto del otro, exigirle al propio escritor más aún, porque los textos se comunican entre sí; diría yo, que se afianzan y complementan.

Abrazos y felicidad.