© Blanca Sandino (indah) - Noviembre

En memoria de Blanca Sandino, poeta nacida en Oviedo, el 14 de enero de 1946, y fallecida en Cádiz, el 23 de mayo de 2009, que fue una destacada forista de Alaire y miembro cofundador del Grupo Poético Alaire.
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Marisa Peral
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© Blanca Sandino (indah) - Noviembre

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A MAR. A maoke.



Noviembre.

Me impresiona Noviembre. Y la mirada de sus ojos de plata aún intacta,
aún por estrenar, y la magia bien guardada en su hatillo de peregrino que
lo acompaña. Ante él, a ras de suelo, dirigida por la experta batuta de
los grillos ancianos, la actividad se vuelve frenética: La Vida se repliega
y toma posiciones en ese lugar en el que quizá alguna vez vivimos, y en el
cual, aún siendo nuestro por herencia, seríamos considerados extranjeros.

Me impresiona la luz de Noviembre desmayándose a cada paso en el costado
de sus días; pasando de puntillas sobre un sinfín de menudas aves
vegetales -¡ay, si hubieran logrado emigrar en busca de climas más
benignos!- a las que, La Tierra, tras haber recuperado todos los colores
que una mañana de primavera escaparon de sus entrañas, atrae hacia dentro de
sí, hacia dentro. Hacia dentro.

Con la llegada de Noviembre el año se hace mayor. También sus
madrugadas que parecen haber llegado a esa edad en la que todo cuesta
trabajo: amanecen perezosas, se les pegan las sabanas de nubecillas
pequeñas, desteñidas y muy tiesas -alguien, pienso, ha olvidado añadir
suavizante a la colada-, que a veces, como si fueran ratoncitos blancos,
grises o castaños huyendo de un Rey Sol que se les antojara Gato, corren
despavoridas por el cielo.

Me impresiona su misterio. Mientras La Existencia se aplica en el
continuo ejercicio de hacerse a sí misma: acaba, empieza, acaba, empieza,
ante la presencia de Noviembre, todo calla. Todo. Incluso aquello (aquellos)
que jamás aprendió a hacerlo, o no supo, o no pudo, o no quiso. Pronto
llegará la nieve para escayolar las ramas de los árboles y los tejados
rotos por el mordisco helado de la noche y el acto más vital que existe:
nuestro aliento, que se lo piensa dos veces antes de asomarse a los portones
de la boca; se resiste a abandonar el abrazo del alma en el que, entre
ensueños de nuevas primaveras, resucita.

Y me impresiona ese instante que sólo yo conozco, en el que por fin te
"veo" en las sombras gris-pensamiento de un esquivo sol de Noviembre que
adormece mi voz entre tus manos; y el silencio; su silencio empeñado en
guardarse los ecos de la tuya. No quiere, como no quiero yo, abandonarlos,
ni abandonar la mar amanecida de tus ojos.

Sé, ahora que todavía no ha llegado, que en nada y menos, con sus ojos
de plata rodando por mi espalda, sujetos de mi pelo, caminaré, caminaré,
caminaré. Por eso, hoy, cuando aún me separa de Noviembre poco menos de
una quincena, le salgo al encuentro, caminando.

[© Indah. 17 Octubre 2002]
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