El miedo es otra cosa - Luis Oroz

[Administración Alaire]

Era tiempo de abrazos desatentos,
de campanas inmensas que doblaban
destellos de amistad cada domingo.
El miedo era otra cosa...
Recuerdo que corríamos por una calle estrecha,
corríamos temiendo imaginarnos
sujetos por el miedo:
el asesino bizco del portal 19,
el bastón implacable de ese viejo
borracho del licor que destilaban
sus años en barricas de silencio,
la casa sin ventanas y el fantasma
que habitaba las risas.
La espesura de un bosque de cristales
y mil ojos abiertos...
cada ruido tenía en sus escombros
como un eco nocturno,
una reminiscencia imaginaria
que llegaba reptando, horas después,
hasta el borde infinito de las sábanas.

Temor y adrenalina, ilusión y misterio.

Empiezo a comprenderlo;
uno solo disfruta plenamente
cuando vive inconsciente de su gozo,
cuando el olor a vida se desmaya
sobre una indiferencia desleída.

Ahora los abrazos
son táctiles respuestas que se engarzan
a una duda pasible,
son tesoros de afecto que se entierran
bajo un tiempo dormido.

El miedo es otra cosa...
lo sé por esta ausencia de campanas,
por esta calle estrecha sitiada en la garganta,
donde siguen corriendo
sujetos por el miedo,
mis recuerdos.