Editorial Alaire

El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.

Me encantó este poema. Tiene una ternura que te envuelve. Aplausos
Un abrazo grande
Pilar

carmen iglesia escribió:El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.

Tocada Carmen. La lluvia no entiende de edades.

Un besazo, disfruté como una niña con este poema maravilloso.

Un poema encantador, Carmen, con esa forma de decir tuya tan especial. Mi felicitación sincera y un beso de los grandes.

carmen iglesia escribió:El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.

"Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas."


Carmen, me gusta tanto este poema que me resulta difícil comentarlo. Es que me gusta por completo, palabra por palabra. Tiene una ternura increíble, imágenes maravillosas, y emociona, emociona mucho.

Besos y mis felicitaciones.

Mágico instante éste en que te leo, Carmen, porque la tarde se incendia de poesía en cada verso. Tengo que volver sobre el poema varias veces y en él encontraré que quizás sí, haya mundos inasibles y sublimes donde el amor se hace madre hembra de todos los días pintados de porvenires. Lástima que poemas como éste no sean de obligada lectura en los cursos prematrimoniales, por ejemplo, así se evitarían muchos patíbulos adolescentes después. Deslumbrante la ternura que destella cada sílaba. En fin, que me has dejado muy feliz, muy feliz.

Un beso.

Por partes: En primer lugar, decirte que te has sacado un poema impresionante, me ha encantado.
Sobre el poema y sus posibles y múltiples interpretaciones no voy a entrar mucho, pero me gusta notarte más a ras de suelo, más emotiva y más humana que en otras ocasiones que te pones la coraza.
También decirte que ultimamente me sueles hacer acotaciones a algunos poemas y que eso me gusta mucho, pero que a ver si podemos tener una charla vía e-mail o como sea para que yo te explique las razones por las que hago algunas cosas (acertadamente o no que eso es muy discutible) y se pueda establecer debate.

Va, un beso con cariño.

Pilar Morte escribió:Me encantó este poema. Tiene una ternura que te envuelve. Aplausos
Un abrazo grande
Pilar

Hola Pilar,

No hay nada en el mundo que me guste más que la ternura y los gestos que la acompañan, así que si el poema te inspiró esa sensación me doy por satisfecha...

Besos. Y gracias por venir,

Carmen

Cuando la melancolía se abisma en la contemplación de una tarde lluviosa, con ese manto de sobriedad amenazante de las nubes de plomo, y con el imperecedero anhelo de la entrega, el corazón se desborda en sentimientos de fidelidad y de ternura.

Un fuerte abrazo.

Carmen Alegre escribió:

carmen iglesia escribió:El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.

Tocada Carmen. La lluvia no entiende de edades.

Un besazo, disfruté como una niña con este poema maravilloso.

Hola Carmen,

la lluvia sólo entiende de "ganas de llover", sean las que sean las edades...

Besotes, tocaya.

Carmen

Ramón Carballal escribió:Un poema encantador, Carmen, con esa forma de decir tuya tan especial. Mi felicitación sincera y un beso de los grandes.

Gracias, Ramón... vendrán más disparates...

Un beso,

Carmen

Aubriel Camila de la Prad escribió:

carmen iglesia escribió:El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.

"Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas."


Carmen, me gusta tanto este poema que me resulta difícil comentarlo. Es que me gusta por completo, palabra por palabra. Tiene una ternura increíble, imágenes maravillosas, y emociona, emociona mucho.

Besos y mis felicitaciones.

Te lo digo lo mismo que a Pilar, Aubriel, si te inspiró ternura me doy por satisfecha....

Un beso y muchas gracias por pasarte,

Carmen

Valentin Martin escribió:Mágico instante éste en que te leo, Carmen, porque la tarde se incendia de poesía en cada verso. Tengo que volver sobre el poema varias veces y en él encontraré que quizás sí, haya mundos inasibles y sublimes donde el amor se hace madre hembra de todos los días pintados de porvenires. Lástima que poemas como éste no sean de obligada lectura en los cursos prematrimoniales, por ejemplo, así se evitarían muchos patíbulos adolescentes después. Deslumbrante la ternura que destella cada sílaba. En fin, que me has dejado muy feliz, muy feliz.

Un beso.

Feliz me has dejado tú a mí con tu comentario... aunque me temo, no lo sé, que sobre el amor no hay clases ni cursillos que valgan...

Como siempre, una preciosa manera de contarme tu lectura.

Besotes,

Carmen

El tenía paraguas en los dedos.

Y yo, que estaba loca por sus manos,
pretendía mojar con mi lengua su voz,
salvarme de la vida tras su espalda.

Quería darle besos en el miedo.

Explicarle que dentro de mis cosas
hay duendes que vigilan el planeta
(para que nadie pueda hacerte daño,
mi amor).

Yo quería cuidarle de lo negro,
ser parque en sus domingos.

Llenarle los zapatos de tormentas.

Y enseñarle que todo es de mentira
menos este momento que llueve en las ventanas.


Me encanta todo lo que escribes, Carmen, pero este me ha tocado de una manera especial.

El final es inmejorable.

Un abrazo poeta.