Donde se pierde el tacto de la tarde

[Carmen López]

Allí donde se pierde el tacto de la tarde
lo oscuro convoca el desamparo,
las alas de la noche son siempre de ébano,
allí, Nix levanta las claras banderas del humo
y los cendales en las noches de leve bruma
dejan ver claramente las sombras de las cosas,
se van cosiendo a nosotros los ojales del miedo
para abotonarse la camisa de nuestro estupor.

Cualquier designio pierde allí su sentido
las sombras prolongan su oscuridad en nosotros,
como si un abanico de mirlos llenara todo el cielo
y el reloj nos devolviera -solo- las horas muertas.
Suspendidos aún entre el sueño
y la vigilia vagan nuestros cuerpos
intentando dormir el sueño de los justos
y caer en los brazos amigos de Morfeo.
Perdidos detrás del velo de la noche
nuestros pensamientos van en bucle, sin demoras,
acercándose a ser y no ser en el mismo gesto,
con el que la noche reclama acciones
en nuestra conciencia, un círculo interminable
de cuitas, propósitos y enmiendas,
como un grito ensordecedor en medio del silencio.

Sombríos, inmóviles, soñolientos,
agotados por el acecho de nuestra memoria,
asistimos aturdidos a la bilocación de nuestra mente;
como si un Doppelgänger o Sosías nos creciera
vagamos entre días perdidos del pasado,
entre verbos condicionales y pretéritos.
Los fantasmas de las sombras nos acechan
reclamando para ellos un corazón que no tuvimos,
un corazón nuevo más brillante que el usado,
con un dolor innúmero e interminable
nos recurren, nos reclaman, nos requieren.

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.

[Mirta Elena Tessio]

Allí donde se pierde el tacto de la tarde
lo oscuro convoca el desamparo,
las alas de la noche son siempre de ébano,
allí, Nix levanta las claras banderas del humo
y los cendales en las noches de leve bruma
dejan ver claramente las sombras de las cosas,
se van cosiendo a nosotros los ojales del miedo
para abotonarse la camisa de nuestro estupor.

Cualquier designio pierde allí su sentido
las sombras prolongan su oscuridad en nosotros,
como si un abanico de mirlos llenara todo el cielo
y el reloj nos devolviera -solo- las horas muertas.
Suspendidos aún entre el sueño
y la vigilia vagan nuestros cuerpos
intentando dormir el sueño de los justos
y caer en los brazos amigos de Morfeo.
Perdidos detrás del velo de la noche
nuestros pensamientos van en bucle, sin demoras,
acercándose a ser y no ser en el mismo gesto,
con el que la noche reclama acciones
en nuestra conciencia, un círculo interminable
de cuitas, propósitos y enmiendas,
como un grito ensordecedor en medio del silencio.

Sombríos, inmóviles, soñolientos,
agotados por el acecho de nuestra memoria,
asistimos aturdidos a la bilocación de nuestra mente;
como si un Doppelgänger o Sosías nos creciera
vagamos entre días perdidos del pasado,
entre verbos condicionales y pretéritos.
Los fantasmas de las sombras nos acechan
reclamando para ellos un corazón que no tuvimos,
un corazón nuevo más brillante que el usado,
con un dolor innúmero e interminable
nos recurren, nos reclaman, nos requieren.

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.

Muy bueno tu poema. Las Aguas del Leteo, son para poder olvidar.
Un abrazo Carmen.

[Israel Liñán]

Carmen, me encantó el poema, la última estrofa cierra de manera magistral.

Un abrazo, compañera.

[Simon Abadia]

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.



Me ha gustado tu poema con este cierre que remarco.
Abrazos y cuídate

[Carmen López]

Allí donde se pierde el tacto de la tarde
lo oscuro convoca el desamparo,
las alas de la noche son siempre de ébano,
allí, Nix levanta las claras banderas del humo
y los cendales en las noches de leve bruma
dejan ver claramente las sombras de las cosas,
se van cosiendo a nosotros los ojales del miedo
para abotonarse la camisa de nuestro estupor.

Cualquier designio pierde allí su sentido
las sombras prolongan su oscuridad en nosotros,
como si un abanico de mirlos llenara todo el cielo
y el reloj nos devolviera -solo- las horas muertas.
Suspendidos aún entre el sueño
y la vigilia vagan nuestros cuerpos
intentando dormir el sueño de los justos
y caer en los brazos amigos de Morfeo.
Perdidos detrás del velo de la noche
nuestros pensamientos van en bucle, sin demoras,
acercándose a ser y no ser en el mismo gesto,
con el que la noche reclama acciones
en nuestra conciencia, un círculo interminable
de cuitas, propósitos y enmiendas,
como un grito ensordecedor en medio del silencio.

Sombríos, inmóviles, soñolientos,
agotados por el acecho de nuestra memoria,
asistimos aturdidos a la bilocación de nuestra mente;
como si un Doppelgänger o Sosías nos creciera
vagamos entre días perdidos del pasado,
entre verbos condicionales y pretéritos.
Los fantasmas de las sombras nos acechan
reclamando para ellos un corazón que no tuvimos,
un corazón nuevo más brillante que el usado,
con un dolor innúmero e interminable
nos recurren, nos reclaman, nos requieren.

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.

Muy bueno tu poema. Las Aguas del Leteo, son para poder olvidar.
Un abrazo Carmen.

Muchas gracias, Mirta, por tu amable visita a estas cosas que yo escribo, por tu generosidad.

Un abrazo grande.

Carmen

[E. R. Aristy]

Allí donde se pierde el tacto de la tarde
lo oscuro convoca el desamparo,
las alas de la noche son siempre de ébano,
allí, Nix levanta las claras banderas del humo
y los cendales en las noches de leve bruma
dejan ver claramente las sombras de las cosas,
se van cosiendo a nosotros los ojales del miedo
para abotonarse la camisa de nuestro estupor.

Cualquier designio pierde allí su sentido
las sombras prolongan su oscuridad en nosotros,
como si un abanico de mirlos llenara todo el cielo
y el reloj nos devolviera -solo- las horas muertas.
Suspendidos aún entre el sueño
y la vigilia vagan nuestros cuerpos
intentando dormir el sueño de los justos
y caer en los brazos amigos de Morfeo.
Perdidos detrás del velo de la noche
nuestros pensamientos van en bucle, sin demoras,
acercándose a ser y no ser en el mismo gesto,
con el que la noche reclama acciones
en nuestra conciencia, un círculo interminable
de cuitas, propósitos y enmiendas,
como un grito ensordecedor en medio del silencio.

Sombríos, inmóviles, soñolientos,
agotados por el acecho de nuestra memoria,
asistimos aturdidos a la bilocación de nuestra mente;
como si un Doppelgänger o Sosías nos creciera
vagamos entre días perdidos del pasado,
entre verbos condicionales y pretéritos.
Los fantasmas de las sombras nos acechan
reclamando para ellos un corazón que no tuvimos,
un corazón nuevo más brillante que el usado,
con un dolor innúmero e interminable
nos recurren, nos reclaman, nos requieren.

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.

El olvido es un río cuya descarga es el recuerdo que cargan sus piedras. Me ha gustado mucho tu singular y bello poema, Carmen. Salud y Poesía siempre, E. R. Aristy

[Pilar Morte]

Buen poema de imágenes originales y hermosas. Me gustó mucho.
Abrazos

[Jerónimo Muñoz]

Cuanto más leo tus poemas, más se acrecienta en mí la certeza de que me encuentro ante una poeta excepcional. No es esto una hojarasca lisonjera al uso. Creo en lo que te digo.
El poema goza de todos los atributos que se pueden pedir a una obra de arte poética. Y más. Es culto, refinado, inteligente, además de lírico, emotivo, estructurado, coherente… y bello.

acercándose a ser y no ser en el mismo gesto,

Desde muy joven me planteé este dilema que, sin que yo entonces lo observara, subyace en el río de Heráclito. Del griego parte todo mi pensamiento.

Felicidades, Carmen
Abrazos.

Jerónimo

[Arturo Rodríguez Milliet]

Una atmósfera maravillosa que respira puro lirismo.
Una excepcional belleza que irradia cada imagen de un mundo
muy particular al que nos vienes acostumbrando y al que provoca
migrar. Un gran abrazo querida Carmen.

[Carmen López]

Carmen, me encantó el poema, la última estrofa cierra de manera magistral.

Un abrazo, compañera.

Muchas gracias, Israel, por tu presencia entre lo mío, y por tu amable comentario.

Un abrazo, amigo.

Carmen

[Carmen López]

Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo.



Me ha gustado tu poema con este cierre que remarco.
Abrazos y cuídate

Muchas gracias, Simon por tu amable comentario y por tu tiempo para el poema.

Abrazos y salud.

Carmen

[J. J. Martínez Ferreiro]

“Cansados, adoloridos, con los cráneos ardientes
como lámparas, al final de las horas consumidas
logramos por fin conciliar un sueño agitado,
no sin antes rogar por un nepente reparador,
no sin antes anhelar beber de aquellas aguas puras,
las aguas tranquilas y apacibles del Leteo”

Creo que el poema nos intenta transmitir un estado de languidez narcotizante, donde el cuerpo y las sensaciones parecen flotar en un niebla o tedio de fatiga.

Todo un placer de lectura, amiga Carmen.

Bicos e saúde.

[Juan Cruz Bordoy]

Me encanta el modo en que lo dices. También pienso que la entrada de la noche es sinónimo de lo sombrío. Es como si no pudiéramos detener la desaparición de la luz, y eso nos generara una cierta sensación de angustia. Un abrazo y un beso, Juan Cruz Bordoy

[Hallie Hernández Alfaro]

Cuanto más leo tus poemas, más se acrecienta en mí la certeza de que me encuentro ante una poeta excepcional. No es esto una hojarasca lisonjera al uso. Creo en lo que te digo.
El poema goza de todos los atributos que se pueden pedir a una obra de arte poética. Y más. Es culto, refinado, inteligente, además de lírico, emotivo, estructurado, coherente… y bello.

Jerónimo

Estas palabras de Jerónimo las hago mías.

El poema va creciendo con cada verso, va ascendiendo en la sabia arquitectura que lo sustenta. Es como iniciarse en una obra de arte que te es fiable emocional y estéticamente; además la solidez del poema también logra un arsenal de oro puro y limpio que rueda escaleras abajo hasta ceñirse a nosotros de manera impecable.

Aplausos y felicitaciones, querida Carmen.

Abrazo de los grandes.

[Ramón Carballal]

Con qué lucidez y cercanía describes esos momentos de introspección que preceden al sueño. Me gustó mucho el poema. Felicidades y un abrazo.