Antonio Arjona escribió:Al amigo querido que se fue
y me hiciera feliz al conocerlo,
para aquel que no pude comprenderlo
a pesar de lo mucho que intenté.
Por aquella persona a la que amé
y se fue presurosa sin saberlo,
corazón que no pude retenerlo;
secreto con el cual me moriré.
Hoy que se nos acaban ya los meses
y la vida se me hace más anciana,
cosechada al final las malas mieses,
tengo miedo del día de mañana
derramando mis lágrimas sin ceses,
presintiendo la muerte más cercana
Cuando nos rodea el mar en lo alto de una noche fría, se teme, y es inevitable que comprendamos lo precario de esa situación. Cuando se vive en la noche fría, en las alturas naufragas del mar, el corazón y la mente pueden hacerse una nave milagrosa en lo profundo del sueño. Ante el peligro mortal, el cerebro humano produce la química necesaria del superhombre. O podemos morir, lo cual es igual de milagroso, porque ya sin cuerpo, el mismo sentido milagroso de la salvación, opera libre de los límites físicos. Tu poema recoge el semblante aterrorizado de este momento cuando simultáneamente experimentamos el dolor, las pérdidas materiales, las pérdidas de seres queridos, simultáneamente frente a una plaga que arremete contra la mortalidad de todos nosotros. Es la hora negra, y es la hora milagrosa.
Un abrazo grande Antonio Arjona. ERA