Editorial Alaire

Igual que un secreto impúber te aguardo en la alquimia de mi piel
y tu anatomía de arcilla moldea el tacto de mis manos.
Cuando comienza su cortejo el poniente con la tarde,
o aparece el deseo mostrando su pretensión caníbal,
te haces peregrino que camina por la geografía de mi cuerpo
y la nada entonces es el refugio de un hombre acorralado
que siente diluirse el aura de su rabia en las sombras del abismo.

Hay días que a a la palabra me aferro como a un dios que ya no ampara
y desnudo la intimidad de su concierto de sílabas oscuras
donde la parca acostumbra a esperarte en la esquina del fracaso
y te invita a bailar con ritmo sosegado el vals de los suicidas,
mientras, borracha la luna se duerme sobre un jergón de escarcha,
a la hora en que regresa a su guarida la noche de mi exilio
y se abren las grietas de un corazón que sueña a la intemperie.

Me dicta la memoria un soliloquio donde el diapasón del viento ruge:
acordes de añoranza se concentran en pentagramas de espuma
y la expresión indómita del agua se escucha clandestina.
Un caudal de carne atrincherada se desliza sueño abajo,
me irrumpe con su furia, igual que el grito de la navaja duele,
y se yerguen los puños a la madrugada como este otoño apátrida
que al cadáver del porvenir lo envuelve en su mortaja de hojarasca.

Soy como la fiebre de un desierto donde los rostros del fuego se incineran;
o como una elegía al mar, escrita sobre cenizas de sus náufragos,
mientras los labios besan la sal que estalla en mi boca
como un torrente de potros indomables que van pisándome la sangre.
Por eso necesito regresar contigo a la génesis de la vida:
allí donde cabalgan los jinetes de la niebla y se me acercan
con la amnesia irreversible del tiempo a lomos del futuro.

Me ha encantado, Rafael. Recibe mis abrazos sinceros, amigo.

Todo un placer viajar por tus versos "allí donde cabalgan los jinetes de la niebla y se me acercan
con la amnesia irreversible del tiempo a lomos del futuro." Gracias por tu voz
Un abrazo

Un soliloquio precioso y de buenas imágenes. Un placer leerte
Besos
Pilar

u soliloquio se mueve en una introspección cautiva que va saliendo poco a poco como si el miedo fuera
creciendo con la realidad enel fondo más sensible de las reflexiones íntimas.

Me encantó leerte, amigo . Un abrazo

Un poema que he leído con el placer, con disfrute de una voz poética que avanza en la introspección de una vida. Un abrazo, amigo.

José Manuel F. Febles, desde mi isla.

Marius gracias por pasarte por mis versos y dejar tus palabras

saludos
rafael

Excepcional poema, Rafael:

Creo entender que el soliloquio es el de una muerta que ha sido asesinada por su pareja ¿no?

Enhorabuena
Un beso grande
Ana

Xaime gracias por pasarte por mis versos y dejar tus palabras

saludos
rafael

Brillante poema donde demuestras una vez más tu variedad de recursos poéticos. Enhorabuena y un saludo cordial.

Un poemazo, Rafael, desbordas y eclipsas con tu gran expresividad.
Me ha encantado.
Abrazos

Rafael Valdemar escribió:Igual que un secreto impúber en la alquimia de mi piel te aguardo,
el tacto de mis manos tu anatomía de arcilla moldea
y cuando comienza su cortejo el poniente con la tarde,
o aparece el deseo mostrando su aspiración caníbal,
te haces peregrino que camina por la geografía de mi cuerpo
y la nada entonces es el refugio de un hombre acorralado
que siente diluirse el aura de su rabia en las sombras del abismo.

Hay días que a a la palabra me aferro como a un dios que ya no ampara
y desnudo la intimidad de su concierto de sílabas oscuras
donde la parca acostumbra a esperarte en la esquina del fracaso
y te invita a bailar con ritmo sosegado el vals de los suicidas.
mientras borracha la luna se duerme sobre un jergón de escarcha,
a la hora en que regresa a su guarida la noche de mi exilio
y se abren las grietas de un corazón que sueña a la intemperie.

Me dicta la memoria un soliloquio donde el diapasón del viento ruge:
acordes de añoranza se concentran en pentagramas de espuma
y la expresión indómita del agua se escucha clandestina.
Un torrente de carne amurallada se desliza sueño abajo,
me irrumpe con su furia, igual que la voz de la navaja duele,
y se yerguen los puños a la madrugada como ese otoño apátrida
que con su mortaja envuelve un cadáver de hojarasca.

Soy la herida de un desierto donde los rostros del fuego se incineran
y llueve sobre el vértice del mar ceniza de los náufragos,
mientras estos labios besan la sal que estalla en mi boca
como un caudal de potros indomables que van pisándome la sangre.
Por eso necesito regresar contigo a la génesis de la vida;
allí donde cabalgan los jinetes de la niebla y se me acercan
con la amnesia irreversible del tiempo a lomos del futuro.

Rafael, un encanto de poema, me ha tocado un día, donde fluyen los poetas

Pilar gracias por pasarte por el poema y dejar tus palabras

saludos

rafael

Excelente poema. Impactante en la expresividad de las imágenes. Un placer de lectura. Mi enhorabuena y atronadora ovación.

Un abrazo.

Rafael Valdemar escribió:Igual que un secreto impúber en la alquimia de mi piel te aguardo,
el tacto de mis manos tu anatomía de arcilla moldea
y cuando comienza su cortejo el poniente con la tarde,
o aparece el deseo mostrando su aspiración caníbal,
te haces peregrino que camina por la geografía de mi cuerpo
y la nada entonces es el refugio de un hombre acorralado
que siente diluirse el aura de su rabia en las sombras del abismo.

Hay días que a a la palabra me aferro como a un dios que ya no ampara
y desnudo la intimidad de su concierto de sílabas oscuras
donde la parca acostumbra a esperarte en la esquina del fracaso
y te invita a bailar con ritmo sosegado el vals de los suicidas.
mientras borracha la luna se duerme sobre un jergón de escarcha,
a la hora en que regresa a su guarida la noche de mi exilio
y se abren las grietas de un corazón que sueña a la intemperie.

Me dicta la memoria un soliloquio donde el diapasón del viento ruge:
acordes de añoranza se concentran en pentagramas de espuma
y la expresión indómita del agua se escucha clandestina.
Un torrente de carne amurallada se desliza sueño abajo,
me irrumpe con su furia, igual que la voz de la navaja duele,
y se yerguen los puños a la madrugada como ese otoño apátrida
que con su mortaja envuelve un cadáver de hojarasca.

Soy la herida de un desierto donde los rostros del fuego se incineran
y llueve sobre el vértice del mar ceniza de los náufragos,
mientras estos labios besan la sal que estalla en mi boca
como un caudal de potros indomables que van pisándome la sangre.
Por eso necesito regresar contigo a la génesis de la vida;
allí donde cabalgan los jinetes de la niebla y se me acercan
con la amnesia irreversible del tiempo a lomos del futuro.

Hermoso poema, Rafael, apasionado. Me gustan mucho estas ricas imágenes. Abrazos, ERA