Tan solo la mirada me indica que estoy aquí
Publicado: Dom, 17 Jul 2016 23:34
Del cielo baja el santuario de la verdad
pendiente de rememorar los ciclos irrefutables.
Es el momento de sentarme a deleitar
una buena taza de café
y devorar el pastoso acorde del humo de un cigarro.
No he de rendir cuentas del instante
ni dejar de valorar la tranquila sordina que se me ofrece.
Debiera en cambio pintarrajear las hojas
exigiendo el respeto que tantas veces se niega
y tantas otras negamos a la realidad,
no lo haré, sé que no merece la pena,
que no valdría de nada,
aunque por respeto a mi mismo,
como descarga al colectivo humano,
debiera forjarlo.
Aunque no escucho el canto paciente de los pájaros,
es madrugada,
y no me enredo entre los rizos del sol,
es mi afán rellenar pergaminos con el valor, que tímido,
me obsequia esta noche de luna casi dilapidada.
No puedo juzgar lo que juzga de por si la vida,
no soy juez, fiscal o abogado, si acaso sí del diablo,
soy uno más de los acusados,
de los doctores que siempre tuvo la iglesia
y que nunca ejercieron como tal.
Soy aquel que bebe de la misma copa
sin dejar suficiente alcohol para lavar las desgarraduras,
que sueña en el poder y la riqueza
y esconde en su interior la necedad del necio
envuelto en algodones de mercromina.
Soy alma, posiblemente en pena,
que se reparten los ángeles expulsados del paraíso,
que se arrastra cual pluma en una tormenta sin aire,
que vaga perdida por la azotea del destino.
El café está helado e incinerado el cigarro,
la noche huye y el alba cabalga al trote,
el santuario perdura con su verdad
y las hojas permanecen inmaculadas,
tan solo la mirada me indica que estoy aquí
y la mañana despierta con otra taza de café
y una tímida nube de humo.
Este poema fue galardonado con el primer premio en el Certamen Nacional de Poesía PEDRO ALONSO MORGADO 2007 (La Palma del Condado - HUELVA)
pendiente de rememorar los ciclos irrefutables.
Es el momento de sentarme a deleitar
una buena taza de café
y devorar el pastoso acorde del humo de un cigarro.
No he de rendir cuentas del instante
ni dejar de valorar la tranquila sordina que se me ofrece.
Debiera en cambio pintarrajear las hojas
exigiendo el respeto que tantas veces se niega
y tantas otras negamos a la realidad,
no lo haré, sé que no merece la pena,
que no valdría de nada,
aunque por respeto a mi mismo,
como descarga al colectivo humano,
debiera forjarlo.
Aunque no escucho el canto paciente de los pájaros,
es madrugada,
y no me enredo entre los rizos del sol,
es mi afán rellenar pergaminos con el valor, que tímido,
me obsequia esta noche de luna casi dilapidada.
No puedo juzgar lo que juzga de por si la vida,
no soy juez, fiscal o abogado, si acaso sí del diablo,
soy uno más de los acusados,
de los doctores que siempre tuvo la iglesia
y que nunca ejercieron como tal.
Soy aquel que bebe de la misma copa
sin dejar suficiente alcohol para lavar las desgarraduras,
que sueña en el poder y la riqueza
y esconde en su interior la necedad del necio
envuelto en algodones de mercromina.
Soy alma, posiblemente en pena,
que se reparten los ángeles expulsados del paraíso,
que se arrastra cual pluma en una tormenta sin aire,
que vaga perdida por la azotea del destino.
El café está helado e incinerado el cigarro,
la noche huye y el alba cabalga al trote,
el santuario perdura con su verdad
y las hojas permanecen inmaculadas,
tan solo la mirada me indica que estoy aquí
y la mañana despierta con otra taza de café
y una tímida nube de humo.
Este poema fue galardonado con el primer premio en el Certamen Nacional de Poesía PEDRO ALONSO MORGADO 2007 (La Palma del Condado - HUELVA)