Palabras como muertes

[Ana Muela Sopeña]

Un poemazo, Pablo.

Un poema para reflexionar hondamente sobre la realidad en la que estamos inmersos. Ese loco es siempre el símbolo de la falta de solidaridad.

Un fuerte abrazo
Felicitaciones por haber dado en la diana
Ana

[Ventura Morón]

Un disfrute leerte Pablo. Condensas con pulso una mirada de frente hacia la injusticia, y lo haces con un equilibrio experto, salpicando esas sucesiones en las que se acelera la conciencia, la fuerza del mensaje y combinaciones tan acertadas como la del propio título del poema.
Me encantó amigo
Abrazos

[Mitsy Grey]

¿Por qué será que casi siempre la locura, peca de cuerda?
Impresionante trabajo, poeta. Mis sinceras felicitaciones, maestro.

Un abrazo. Mitsy

[Pablo Ibáñez]

Gracias Ramón,

me alegra que te guste, amigo. Un honor tu paso.

Abrazos

[Pablo Ibáñez]

Felipe,

eres la bomba, querido amigo. Me dejas de piedra con esos sonetos que te sacas de la manga como si tal cosa. Poca gente del foro sería capaz de colgar un mensaje así y tú lo regalas ¡ala!, como respuesta a un poema de otro. Eso demuestra tu generosidad y es un auténtico HONOR para mí que un poeta de tu categoría lo haga.

Recibe un gran abrazo, amigo.

[Pablo Ibáñez]

Gerardo,

gracias querido amigo. Siempre vienes a comentarme y eso me encanta, es un honor para mí. Sabes que siempre me ha gustado mucho tu poesía, siempre la leo y siempre aprendo algo nuevo.

Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Gracias Rosa,

me alegro que te haya gustado, amiga.

Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Gracias Judit,

sabiendo de la calidad de tu poesía es un honor para mí tu comentario. Sabes que me encanta tu blog "pinteratura", me paso por él a menudo.

Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Gracias Ana,

bueno, no sé si es un poema denuncia. El episodio está basado en un hecho real que ocurrió en Oviedo a finales de los 80. Un mendigo se instaló en el paseo más concurrido de la ciudad, pintaba mapas en la calle, predicaba, llovía. Cosas que se le quedan a uno y salen no se sabe cuando.

Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Gracias Ventura,

un honor tu paso y generoso comentario, querido amigo.

Te mando un abrazo hasta Estepona.

[Pablo Ibáñez]

Gracias Misty,

sí, así es. A veces el loco es el único que se atreve a decir la verdad.

Me alegro que te haya gustado, amiga.

Un abrazo.

[Rafel Calle]

Desnudó con lentitud su oscuro canto;
trazó en las baldosas de lluvia un mapa imaginario
y mendigó humanidad al transeúnte,
consideración para su amarga teoría de la Historia.

Así era nuestro reino —susurros de tiza humedecida, dedos fríos—:
montañas, ríos, valles, ciudades permeables, rey distante…
Así los carcinomas que siempre padecimos:
orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira—: palabras como muertes
que halaba con ojos muy abiertos, muy cercanos. Era un loco.

Las gentes de bien pasábamos fingiendo de reojo
—tacto de ropa interior caliente y limpio—,
secretamente alegres, satisfechos
de ver abismo ajeno desplegarse antes del té.

Así pasó el otoño. A veces por la noche,
debajo del arco de mármol del ensanche,
seguía emborronando la lluvia con locura
perfectamente cuerda, razonada, consistente.

Vino el frío y el loco ya no estaba. Orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira
quedaron con nosotros como muertes.
Y nadie dijo nada.

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Un aria de palabras confidente,
poesía de fondo y elocuencia
es tu poema, Pablo, la aquiescencia
que aúna en su latido cuerpo y mente.

La versal polirritmia componente,
de tu verso alargado la cadencia,
y el léxico feliz forman la esencia
de su lábil pureza bienhaciente.

Leo y suena el bordón del alma. ¡Cuánto
se inflama el aire y qué cabal bordura
la que orla el pulso de tu voz cimera!

¡Cómo sublima el tono de tu canto!
¡Qué gozo releer tu partitura
y qué emoción de vuelo me genera!


Recibe un afectuoso saludo.
Felipe.

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Muy bello este soneto del amigo Felipe. Un lujazo, sí señor.
Abrazos, colegas.

[Carmen López]

Desnudó con lentitud su oscuro canto;
trazó en las baldosas de lluvia un mapa imaginario
y mendigó humanidad al transeúnte,
consideración para su amarga teoría de la Historia.

Así era nuestro reino —susurros de tiza humedecida, dedos fríos—:
montañas, ríos, valles, ciudades permeables, rey distante…
Así los carcinomas que siempre padecimos:
orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira—: palabras como muertes
que halaba con ojos muy abiertos, muy cercanos. Era un loco.

Las gentes de bien pasábamos fingiendo de reojo
—tacto de ropa interior caliente y limpio—,
secretamente alegres, satisfechos
de ver abismo ajeno desplegarse antes del té.

Así pasó el otoño. A veces por la noche,
debajo del arco de mármol del ensanche,
seguía emborronando la lluvia con locura
perfectamente cuerda, razonada, consistente.

Vino el frío y el loco ya no estaba. Orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira
quedaron con nosotros como muertes.
Y nadie dijo nada.

A mí, me ha encantado el poema, Pablo, lo he disfrutado mucho, de los que más (de los tuyos), redondo, milimétrico, circular...perfecto.
Y es que a la verdad a veces la llamamos locura, y son pocos los que vayan a decir algo.

Un abrazo, amigo.

Carmen

[Ricardo Serna G]

Pablo


Esas muertes son necesarias
para la vida
lo mejor
y para poesía
todo lo que nos baña
el alma



Un abrazo fuerte, querido amigo

[Alonso Vicent]

¡Cuantas historias viven nuestras calles, cuantas ilusiones y desilusiones podrían contar las aceras!
Era un loco, ¿somos unos locos? Quizás solo unos inconscientes.
Y llega el otoño, y el invierno, y el silencio se vuelve a adueñar de los pasos.
Tremendo y estupendo poema.
Un saludo, Pablo.