Pablo Ibáñez escribió:Desnudó con lentitud su oscuro canto;
trazó en las baldosas de lluvia un mapa imaginario
y mendigó humanidad al transeúnte,
consideración para su amarga teoría de la Historia.
Así era nuestro reino —susurros de tiza humedecida, dedos fríos—:
montañas, ríos, valles, ciudades permeables, rey distante…
Así los carcinomas que siempre padecimos:
orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira—: palabras como muertes
que halaba con ojos muy abiertos, muy cercanos. Era un loco.
Las gentes de bien pasábamos fingiendo de reojo
—tacto de ropa interior caliente y limpio—,
secretamente alegres, satisfechos
de ver abismo ajeno desplegarse antes del té.
Así pasó el otoño. A veces por la noche,
debajo del arco de mármol del ensanche,
seguía emborronando la lluvia con locura
perfectamente cuerda, razonada, consistente.
Vino el frío y el loco ya no estaba. Orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira
quedaron con nosotros como muertes.
Y nadie dijo nada.
"Vino el frío y el loco ya no estaba. Orgullo, envidia, odio, soledad, cierta mentira
quedaron con nosotros como muertes.
Y nadie dijo nada".
... todo un compendio en un sólo poema, en unas pocas pero magníficas palabras; he recogido los 3 versos finales porque me ha parecido que recogen, de forma sincrética, todo el muy hondo latir del poema, toda, toda su extensión poética y humana, Pablo - que es mucha, mucha - de lo cual me alegro y por lo cual te felicito y saludo, poeta y amigo; Orión