Editorial Alaire

Catedral

Lenta ojiva hacia atrás en el tiempo
de tu punta hincada
en un cielo
sin dioses;
mentira silenciosa piedra a piedra
hermosa
y geométrica
pincelada de luz estirada en los colores
de los delgados muros,

te miro en la sonrisa helada de tus inviernos largos,
con las sombras heridas
multiplicándose interminables en tus alrededores

calles
sin transeúntes,
sin oraciones.

Te conservas allí, testigo ajeno de los años
y los dueños
de la palabra y las vidas hermanadas en los miedos
de la miseria.

Te conservas
con tu piel fría curtida por los vientos
y las aguas del norte.

Te conservas
con los dedos de tus agujas y la memoria
de lo inflexible.
Te condenamos
a tu estar siempre allí con tu verdad de roca
trabajada
con manos cerradas sobre el martillo.

Te condeno
a ser punto admirable, lugar a donde nunca
volverá nuestra historia.

Y así lo celebramos cuando el pueblo construye,
la mano en la herramienta,
para el pueblo su historia sin dioses sobre ojivas

y tú allí,

te decimos,
nos recuerdas la fuerza
de nuestra humana arcilla
y la decisión
inequívoca
de alcanzar la libertad que apuntan hacia el cielo
tus piedras afiladas.

Julio González Alonso,

Enormes palabras para esa catedral que siempre estará allí muda pero gritando las mejores palabras con sus secretos guardados vociferados a los cuatro vientos y mirando siemrpe al cielo como supliando a Dios.

Un gusto leer tan bello homenaje a esas monumentales y grandiosas construcciones aparcadas en el tiempo esperando la mirada o la dulce palabra de quienes admiramos su belleza.

Liga

Me arrastra la Historia cuando paseo por la calle de la Barchilla, por lo que era la calle Zaragoza y que ahora es plaza de la Reina (esa parte de la catedral estaba ideada para una calle, para envolverse con todos los recursos aquitectónicos-bueno eso ya son cosas mías-) y luego entrar en la Plaza de la Vírgen.
Piedras que nos ven pasar, mientras nosotros exicitamos el pensamiento con otros tiempos.
Este poema me incitó a pasear de nuevo por el barrio antiguo.
Saludos.
Amparo

Un poema bellísimo Julio, vamos, un poema como uan catedral, nunca mejor dicho.
Me encantó el tratamiento que haces del tema:

Te condenamos
a tu estar siempre allí con tu verdad de roca
trabajada

Tiene la solemnidad de lo descrito, un placer leerte, compañero.

Abrazos

Sara

Me ha encantado Julio!Es como si a través de tu homenaje poético rescataramos el fulgor cosmogónico del imaginario colectivo.Me mimetizo con tu verso para que me lleve a los portales que echo tanto de menos.Hay cierto consuelo universal en la vista panorámica de algunas catedrales...


Enhorabuena y avanti siempre!!!

Hallie

De nuevo mi más sincera felicitación. Este poema no tardará en verse reconocido en el foro con el tilde de excelente.
Me ha gustado especialmente ya que estoy leyendo en la actualidad un libro que trata sobre catedrales y creo que has plasmado de manera perfecta y poética el espíritu de las mismas en tus versos. Las catedrales me fascinan. Te agradezco sobremanera este hermosísismo poema.
Un abrazo, amigo.
J. Manuel

Julio González Alonso,

Maravilloso poema

La calidad brota desde el corazón y el alma del poeta...


Con el color de oro


Un abrazo fuerte, querido amigo

Ligia Calderón Romero escribió:Julio González Alonso,

Enormes palabras para esa catedral que siempre estará allí muda pero gritando las mejores palabras con sus secretos guardados vociferados a los cuatro vientos y mirando siemrpe al cielo como suplicando a Dios.

Un gusto leer tan bello homenaje a esas monumentales y grandiosas construcciones aparcadas en el tiempo esperando la mirada o la dulce palabra de quienes admiramos su belleza.

Liga

Gracias Ligia por tu comentario y palabras de elogio; se nota tu admiración por el arte gótico y las emblemáticas catedrales.
Salud.

vieja piedra que protege la verdad y los secretos de la historia:

Te condenamos
a tu estar siempre allí con tu verdad de roca
trabajada
con manos cerradas sobre el martillo

un gusto julio este trabajo, te felicito
y te mando un abrazo


.

femmeble escribió:Me arrastra la Historia cuando paseo por la calle de la Barchilla, por lo que era la calle Zaragoza y que ahora es plaza de la Reina (esa parte de la catedral estaba ideada para una calle, para envolverse con todos los recursos aquitectónico-bueno eso ya son cosas mías-) y luego entor en la Plaza de la Vírgen.
Piedras que nos ven pasar, mientras nosotros exicitamos el pensamiento con otros tiempos.
Este poema me incitó a pasear de nuevo pro el barrio antiguo.
Saludos.
Amparo

Gracias, Amparo; las mismas vueltas y revueltas me di yo por los alrededores de la seo leonesa, mirando sus muros y sus pináculos preguntándome por la razón de su grandiosidad, y la respuesta vino servida de la piedra que trabajaron los canteros al servicio de una fe y una visión muy determinada del mundo. Encontré la grandeza del trabajo, la fuerza del martillo, el coraje del hambre y el hombre. Sin dioses. Grandeza humana, terrenal, en las afiladas puntas que señalan al cielo. La misma experiencia me fue servida en el Vaticano, el lugar donde menos espiritualidad pude percibir y donde mayor poder terrenal es insultantemente visible, y bello. ¡Cosas!
Salud.

nos recuerdas la fuerza
de nuestra humana arcilla
y la decisión
inequívoca
de alcanzar la libertad que apuntan hacia el cielo
tus piedras afiladas.

Un poema que refleja toda la grandeza de un magnífico trabajo humano resaltando al mismo tiempo su grandeza espiritual. Bellísimos versos para una no menos bella Catedral

Un beso que te llegue al corazón

Ana

Bellisimas imágenes que nos trasladan
en la impetuosidad de tus versos
de visita a las magestuosas cátedrales.
Abrazos Julio

Me has hecho pensar en que hay algunas construcciones humanas que no se ven asoladas por lo perecedero. Tu catedral me dura en la cabeza y no se quiere romper, me ha prometido perdurar dentro de tu poema.

Hasta pronto.

Ahora que acabo de componer una a la catedral de León me sales con este tremendo poema con figura de torre-aguja clavada en los cielos.
Es realmente una glosa excelente.

S.Castelar escribió:Un poema bellísimo Julio, vamos, un poema como uan catedral, nunca mejor dicho.
Me encantó el tratamiento que haces del tema:

Te condenamos
a tu estar siempre allí con tu verdad de roca
trabajada

Tiene la solemnidad de lo descrito, un placer leerte, compañero.

Abrazos

Sara

Está bien eso de un poema como una catedral... me ha gustado. Gracias, Sara; de vez en cuando las cosas de la tierrina se cuelan por entre los versos, como es el caso.
Salud.