Retirado para un proyecto personal.
Publicado: Dom, 23 Mar 2014 20:46
Retirado para un proyecto personal.
Foro poético-literario, revista y tienda de libros de la Editorial Alaire. Poemas de todo tipo, relatos cortos, ensayos. Debates, discusiones y todo tipo de estudios sobre temas relacionados con el ámbito literario. Convocatorias de concursos de poesía.
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Julio González Alonso escribió:Solamente he tenido tiempo de leer por encima, Gerardo, pero no quiero dejar pasar la ocasión de ser el primero en abrir un turno de comentarios que promete, pues lo que he visto viene todo bien vestido de la calidad poética que te caracteriza. Enhorabuena.
Salud.
Gerardo Mont escribió:EL KAMA SUTRA DE LA LUNA QUE MUERE (EB)
Érase una vez una luna de barrio,
luna en los charcos que escribe el invierno en los malos caminos.
Cegaban los faros su facha de niña,
cuando las cenicientas reniegan tres veces, después de los gallos...
Sus ojos de sueño desertando en la esquina, los ojos ajenos escaldando su espalda.
Y la luna era sol de una noche cualquiera, vagando en las góndolas de cualquier barrizal,
salpicando ventanas con tacones muy altos – estribillo cansino del fin de semana –.
Mientras los viejos Garrick…, sin consuelo, sumaban otra ronda de cervezas vacías.
Contaba adeptos, como se cuentan los días – sin más, sin remedio –,
al culto pagano de la verdad en los cuerpos.
La adicción a sus labios acicalaba quimeras, con los blandos relojes que profesaba Dalí.
Luego, dibujando un corazón con el dedo, en el espacio-tiempo decía:
“amor, ha pasado la hora”…
El ángel que en el ser escapado hace nido se desangraba flechado,
con la coherencia de ese cupido tatuado en la pelvis;
y el pobre diablo afirmaba: “amor, en la mañana te llamo”.
Y ella, en su dicha o desdicha, o en su dichosa manera de ser desdichada,
se complacía en rimar las tristezas sonriendo de lado.
En el afán cuesta arriba forjaba su patria, sumando infelices sin revelar resultados;
y a la reacción en cadena, los santos so pena de juicio,
eyaculando promesas, rogaban.
Rueca de esquinas. La noria en sus ojos giraba en el vino
del paisaje prohibido de todas sus copas.
Sin embargo en su risa, alucinaba el precario con inminentes
palacios, y poderosos filántropos al estilo sicario.
Pero cuando oscilaba el silencio en los sueños pasados,
ansiaba los besos que desdeña el negocio.
Vestida del luto que agobia las horas, exhumaba el príncipe azul
de las miradas ajenas: que la llamara señora
y le susurrara al oído, la niña del barro que enmienda castillos.
Así en el cuenco que suma los pasos, renovaba razones para seguir la partida.
Mientras en el edénico ritual de las transas, seguía cubriendo vergüenzas con algún Kama Sutra.
Y el tiempo seguía cayendo tras sus ángeles negros, y cual dama que llora un carril en su media
soñando en el teatro que anuncian su nombre; con la luz de reserva de la gloria en sus piernas,
prometía combos con mejores descuentos.
Al final caperuza, no cabía en el sermón que la libra del lobo,
ni en el sueño latino de algún forastero.
Luna que mengua,
que se ahoga en el hueco después de sí misma,
donde un niño llora en su cuna de luna
otra luna que muere.
Bruno Laja escribió:Es grande esto, Gerardo. Tomaste la luna, y ya se piensa en la fase, en el movimiento detenido, en el fragmento total, en el adiós que hace compañía. Hay una constante remisión celeste en una vida sonámbula que ya es en sí un sujeto, una entidad. A menudo la despersonalización es un recurso para alejarse, un amuleto para protegerse, una distancia blanca que uno puede arrastrar y extenderla donde quiera para sentirse lo justo, con el nervio romo. Yo creo que tú consigues que la despersonalización sea un nexo entre la carne y la luz, un alivio de cargas mediante el salto constante del símbolo al atributo que es muchas veces la propia vida, sólo un atributo, una niña, una mujer, una boca redonda en el cielo que se va adelgazando como un cuerpo muy usado, totalmente limpio de tan usado. Es un poema fantástico. Recibe un fuerte abrazo.
Hallie Hernández Alfaro escribió:Gerardo Mont escribió:EL KAMA SUTRA DE LA LUNA QUE MUERE (EB)
Érase una vez una luna de barrio,
luna en los charcos que escribe el invierno en los malos caminos.
Cegaban los faros su facha de niña,
cuando las cenicientas reniegan tres veces, después de los gallos...
Sus ojos de sueño desertando en la esquina, los ojos ajenos escaldando su espalda.
Y la luna era sol de una noche cualquiera, vagando en las góndolas de cualquier barrizal,
salpicando ventanas con tacones muy altos – estribillo cansino del fin de semana –.
Mientras los viejos Garrick…, sin consuelo, sumaban otra ronda de cervezas vacías.
Contaba adeptos, como se cuentan los días – sin más, sin remedio –,
al culto pagano de la verdad en los cuerpos.
La adicción a sus labios acicalaba quimeras, con los blandos relojes que profesaba Dalí.
Luego, dibujando un corazón con el dedo, en el espacio-tiempo decía:
“amor, ha pasado la hora”…
El ángel que en el ser escapado hace nido se desangraba flechado,
con la coherencia de ese cupido tatuado en la pelvis;
y el pobre diablo afirmaba: “amor, en la mañana te llamo”.
Y ella, en su dicha o desdicha, o en su dichosa manera de ser desdichada,
se complacía en rimar las tristezas sonriendo de lado.
En el afán cuesta arriba forjaba su patria, sumando infelices sin revelar resultados;
y a la reacción en cadena, los santos so pena de juicio,
eyaculando promesas, rogaban.
Rueca de esquinas. La noria en sus ojos giraba en el vino
del paisaje prohibido de todas sus copas.
Sin embargo en su risa, alucinaba el precario con inminentes
palacios, y poderosos filántropos al estilo sicario.
Pero cuando oscilaba el silencio en los sueños pasados,
ansiaba los besos que desdeña el negocio.
Vestida del luto que agobia las horas, exhumaba el príncipe azul
de las miradas ajenas: que la llamara señora
y le susurrara al oído, la niña del barro que enmienda castillos.
Así en el cuenco que suma los pasos, renovaba razones para seguir la partida.
Mientras en el edénico ritual de las transas, seguía cubriendo vergüenzas con algún Kama Sutra.
Y el tiempo seguía cayendo tras sus ángeles negros, y cual dama que llora un carril en su media
soñando en el teatro que anuncian su nombre; con la luz de reserva de la gloria en sus piernas,
prometía combos con mejores descuentos.
Al final caperuza, no cabía en el sermón que la libra del lobo,
ni en el sueño latino de algún forastero.
Luna que mengua,
que se ahoga en el hueco después de sí misma,
donde un niño llora en su cuna de luna
otra luna que muere.
Muchísima fuerza y altísima calidad, querido amigo. Y las imágenes son instantáneas colosales, terriblemente ingeniosas.
El género femenino, sus vertebras deformadas, el terrible juego de poder y fortuna. La prostitución infantil, las ilusiones embalsamadas en cadáveres de sonrisa complaciente, la miseria. El símbolo de la luna y las posiciones aprendidas y amargas del arte amatorio. El lado magro de la sensualidad desesperanzada.
Reseñable siempre en tus poemas un gran respeto al concepto mujer. Ya te lo había dicho a propósito de otros textos tuyos.
Subo al escenario donde escucho los acordes de tu trabajo, para aplaudir con admiración y respeto.
Abrazos y felicidad.
Pilar Morte escribió:Un poema para degustar lentamente e imbuirse de su pleno significado, hermoso y profundo.
Abrazos
Pilar
Hallie Hernández Alfaro escribió:Gerardo Mont escribió:EL KAMA SUTRA DE LA LUNA QUE MUERE (EB)
Érase una vez una luna de barrio,
luna en los charcos que escribe el invierno en los malos caminos.
Cegaban los faros su facha de niña,
cuando las cenicientas reniegan tres veces, después de los gallos...
Sus ojos de sueño desertando en la esquina, los ojos ajenos escaldando su espalda.
Y la luna era sol de una noche cualquiera, vagando en las góndolas de cualquier barrizal,
salpicando ventanas con tacones muy altos – estribillo cansino del fin de semana –.
Mientras los viejos Garrick…, sin consuelo, sumaban otra ronda de cervezas vacías.
Contaba adeptos, como se cuentan los días – sin más, sin remedio –,
al culto pagano de la verdad en los cuerpos.
La adicción a sus labios acicalaba quimeras, con los blandos relojes que profesaba Dalí.
Luego, dibujando un corazón con el dedo, en el espacio-tiempo decía:
“amor, ha pasado la hora”…
El ángel que en el ser escapado hace nido se desangraba flechado,
con la coherencia de ese cupido tatuado en la pelvis;
y el pobre diablo afirmaba: “amor, en la mañana te llamo”.
Y ella, en su dicha o desdicha, o en su dichosa manera de ser desdichada,
se complacía en rimar las tristezas sonriendo de lado.
En el afán cuesta arriba forjaba su patria, sumando infelices sin revelar resultados;
y a la reacción en cadena, los santos so pena de juicio,
eyaculando promesas, rogaban.
Rueca de esquinas. La noria en sus ojos giraba en el vino
del paisaje prohibido de todas sus copas.
Sin embargo en su risa, alucinaba el precario con inminentes
palacios, y poderosos filántropos al estilo sicario.
Pero cuando oscilaba el silencio en los sueños pasados,
ansiaba los besos que desdeña el negocio.
Vestida del luto que agobia las horas, exhumaba el príncipe azul
de las miradas ajenas: que la llamara señora
y le susurrara al oído, la niña del barro que enmienda castillos.
Así en el cuenco que suma los pasos, renovaba razones para seguir la partida.
Mientras en el edénico ritual de las transas, seguía cubriendo vergüenzas con algún Kama Sutra.
Y el tiempo seguía cayendo tras sus ángeles negros, y cual dama que llora un carril en su media
soñando en el teatro que anuncian su nombre; con la luz de reserva de la gloria en sus piernas,
prometía combos con mejores descuentos.
Al final caperuza, no cabía en el sermón que la libra del lobo,
ni en el sueño latino de algún forastero.
Luna que mengua,
que se ahoga en el hueco después de sí misma,
donde un niño llora en su cuna de luna
otra luna que muere.
Muchísima fuerza y altísima calidad, querido amigo. Y las imágenes son instantáneas colosales, terriblemente ingeniosas.
El género femenino, sus vertebras deformadas, el terrible juego de poder y fortuna. La prostitución infantil, las ilusiones embalsamadas en cadáveres de sonrisa complaciente, la miseria. El símbolo de la luna y las posiciones aprendidas y amargas del arte amatorio. El lado magro de la sensualidad desesperanzada.
Reseñable siempre en tus poemas un gran respeto al concepto mujer. Ya te lo había dicho a propósito de otros textos tuyos.
Subo al escenario donde escucho los acordes de tu trabajo, para aplaudir con admiración y respeto.
Abrazos y felicidad.
Guillermo Cuesta escribió:Exuberante narración a flor de rigor y sentir poético. Poema sin pudor desmesurado,
en el que todo el afán del poeta se integra plenamente en una especie de cuento o sueño
que se hace real y a la medida de unos rítmicos versos, hexas, y heptasílobos
que marcan el paso con tonos musicales.Cada figura propone una interacción entre
lo que dices y lo que la metáfora representa.
Todo un ejercicio de buen hacer. Magnífica poesía que pide más lecturas.
un abrazo