Damas del amor urgente
Publicado: Jue, 17 Oct 2013 17:55
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Con la sonrisa aburrida de sí misma,
vagabundean las aceras de la noche,
sobre tacones de aguja casi eternos,
cimbreando la cintura a cada paso
de sus piernas torneadas por la luna
y alargadas por las tenues minifaldas,
mientras que, solemnes, bordan sus caderas
un vaivén sensual de péndulo perverso.
Catedráticas en sueños derribados,
cargan en sus mochilas tantas ausencias,
tanta espera amamantando soledades,
tanta vida gastada, tanto desierto,
tanta y tanta historia ajena digerida
a la luz de la lumbre de un pitillo,
que impostoras del amor que las demandan,
envuelven su indiferencia y su desprecio
en lujurias de ternura eventual,
por la mísera estrechura acomodada
de los asientos traseros de un turismo.
Guardianas de esquinas, parques y rotondas,
territorios comanches en estas guerras,
esculpidas por la luz de una farola,
exhiben su mercancía marchitada,
al acecho de una víctima propicia,
mientras cargan sobre el lomo de la suerte
el destino que engorda su fracaso
Embaucadas por un chulo proxeneta,
parásito social, violador experto
y bachiller en chantajes y agresiones,
son náufragas donde el vértigo triunfa,
vampiresas de esperas taciturnas
que adulteran sus orgasmos a granel,
mientras sorben los suspiros de la noche,
compitiendo por tener otro servicio,
que las ayude a obtener para su dosis,
antes de que el sol haga nacer su sombra.
Palomas raudas del amor efímero,
recolectan sus amantes apurados
por los flecos de los cubos de basura
donde arroja el amor sus excrementos
o donde vomitan su asco las pasiones.
Desahuciadas de la luz de los burdeles,
exprimidas, explotadas, maltratadas,
son, ellas, las perdedoras de siempre,damas nocturnas del amor urgente,
la nota más humilde en el pentagrama
del son jerárquico de todas las putas.
© Antonio Urdiales
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Con la sonrisa aburrida de sí misma,
vagabundean las aceras de la noche,
sobre tacones de aguja casi eternos,
cimbreando la cintura a cada paso
de sus piernas torneadas por la luna
y alargadas por las tenues minifaldas,
mientras que, solemnes, bordan sus caderas
un vaivén sensual de péndulo perverso.
Catedráticas en sueños derribados,
cargan en sus mochilas tantas ausencias,
tanta espera amamantando soledades,
tanta vida gastada, tanto desierto,
tanta y tanta historia ajena digerida
a la luz de la lumbre de un pitillo,
que impostoras del amor que las demandan,
envuelven su indiferencia y su desprecio
en lujurias de ternura eventual,
por la mísera estrechura acomodada
de los asientos traseros de un turismo.
Guardianas de esquinas, parques y rotondas,
territorios comanches en estas guerras,
esculpidas por la luz de una farola,
exhiben su mercancía marchitada,
al acecho de una víctima propicia,
mientras cargan sobre el lomo de la suerte
el destino que engorda su fracaso
Embaucadas por un chulo proxeneta,
parásito social, violador experto
y bachiller en chantajes y agresiones,
son náufragas donde el vértigo triunfa,
vampiresas de esperas taciturnas
que adulteran sus orgasmos a granel,
mientras sorben los suspiros de la noche,
compitiendo por tener otro servicio,
que las ayude a obtener para su dosis,
antes de que el sol haga nacer su sombra.
Palomas raudas del amor efímero,
recolectan sus amantes apurados
por los flecos de los cubos de basura
donde arroja el amor sus excrementos
o donde vomitan su asco las pasiones.
Desahuciadas de la luz de los burdeles,
exprimidas, explotadas, maltratadas,
son, ellas, las perdedoras de siempre,damas nocturnas del amor urgente,
la nota más humilde en el pentagrama
del son jerárquico de todas las putas.
© Antonio Urdiales