como en aquel hotel de mala muerte,
cuando te ajustabas las medias
después de haberlo hecho,
con poco arte de mi lado
corroído por la culpa como estaba.
Porque tú y yo sabemos
que yo deliraba, estancado
en un sueño de amor
que nunca se abriría
por más que me chocara
contra el muro de las lamentaciones.
Te ponías la falda
para ir a tus clases de Francés,
me dejaste para un taxi...
y no he vuelto a verte;
te fuiste para siempre con Musset.
Y te deseo, te deseo,
te deseo tanto
que eres una masturbación
en silencio
en tantas noches de soledad en compañía,
que me hieren y me derrumban
desde que no veo aquellas piernas.
(Robert Zimmerman's Nightmare)