Amigo, si te digo...
Publicado: Sab, 04 May 2013 12:26
Amigo, si te digo
que ya hemos navegado mucho juntos,
alguno pensará que esta metáfora
está un tanto en desuso.
Pero es el caso, amigo,
que sí hemos navegado mucho juntos,
aunque sea una frase ya gastada,
y menos del que fuera nuestro gusto:
La lona de las velas
henchida por la brisa del verano,
cortando en dos la estela
el agua plateada y luminosa,
¡cuantos días felices recalamos
en playas deliciosas
de aguas claras y fina y blanca arena,
al redoso tranquilo de aquel cabo!
La inmensa soledad
poblando el horizonte de negrura,
la bóveda del cielo tachonada
de estrellas y de luna ,
hundiendo sus cimientos en la mar,
en una esfera exacta,
que apenas desdibujan
los rizos claroscuros de sus aguas;
galernas de olas altas y espumosas
cruzándose confusas,
barriendo la cubierta por la amura;
con la mayor rizada,
largadas las escotas
y hundida la regala por la escora,
la jarcia por el viento castigada,
y el rumbo vacilante entre guiñadas.
Amigo mío, ahora
te alcanza otra tormenta;
(usando en este caso una metáfora)
como otras veces deja
que me enrole a bordo de tu barco;
mi puesto está en cubierta,
faenando entre las velas,
las escotas y drizas adujando;
pasará como siempre este chubasco;
volveremos a ver la luz del faro
en las negras alturas de aquel cabo;
y anclando allí de nuevo
en la rada esmeralda de aguas claras,
donde ya tantas veces fondeamos,
reiremos con las risas de los nuestros
gozando la frescura de sus aguas.
De nuevo en la taberna,
evocando el embate de las olas
rompiendo por la amura en el costado
y la furia del viento al azotarnos,
un vaso de cerveza
alzaremos brindando en nuestra mano:
¡Ha de hendir todavía nuestra roda
nuevas rutas que nunca hemos soñado!
Ángel Sarroca
que ya hemos navegado mucho juntos,
alguno pensará que esta metáfora
está un tanto en desuso.
Pero es el caso, amigo,
que sí hemos navegado mucho juntos,
aunque sea una frase ya gastada,
y menos del que fuera nuestro gusto:
La lona de las velas
henchida por la brisa del verano,
cortando en dos la estela
el agua plateada y luminosa,
¡cuantos días felices recalamos
en playas deliciosas
de aguas claras y fina y blanca arena,
al redoso tranquilo de aquel cabo!
La inmensa soledad
poblando el horizonte de negrura,
la bóveda del cielo tachonada
de estrellas y de luna ,
hundiendo sus cimientos en la mar,
en una esfera exacta,
que apenas desdibujan
los rizos claroscuros de sus aguas;
galernas de olas altas y espumosas
cruzándose confusas,
barriendo la cubierta por la amura;
con la mayor rizada,
largadas las escotas
y hundida la regala por la escora,
la jarcia por el viento castigada,
y el rumbo vacilante entre guiñadas.
Amigo mío, ahora
te alcanza otra tormenta;
(usando en este caso una metáfora)
como otras veces deja
que me enrole a bordo de tu barco;
mi puesto está en cubierta,
faenando entre las velas,
las escotas y drizas adujando;
pasará como siempre este chubasco;
volveremos a ver la luz del faro
en las negras alturas de aquel cabo;
y anclando allí de nuevo
en la rada esmeralda de aguas claras,
donde ya tantas veces fondeamos,
reiremos con las risas de los nuestros
gozando la frescura de sus aguas.
De nuevo en la taberna,
evocando el embate de las olas
rompiendo por la amura en el costado
y la furia del viento al azotarnos,
un vaso de cerveza
alzaremos brindando en nuestra mano:
¡Ha de hendir todavía nuestra roda
nuevas rutas que nunca hemos soñado!
Ángel Sarroca