el cuervo

[Ana Muela Sopeña]

Apocalipsis absoluto. Un poema que hace temblar, Esteban.

Es impresionante.
Aplausos
Un abrazo
Ana

[Nésthor Olalla]

Entre la épica y la desolación. Exhibes un caleidoscopio de sombras donde la deseseranza se muestra en todo su esplendor. Te produces en un tono apocalíptico sin caer en la inercia grandilocuente a la que suele conducir esta temáica de la destrucción y el caos. La oscuridad gana espacio a la luz, la zozobra de lo humano se evidencia en toda su crudeza expresiva. Y sobre todo ello se escucha con nitidez el gélido graznido del ave carroñera; su inapelable sentencia.


Hay muchos más matices ya expresados con magnífica solvencia por los colegas,muy especialmente por Hallie en ese lúcido y más que brillante anáisis que comparto plenamente.

Vamos, que me gusto sobremanera lo tuyo, camarada.


Abrazo.

[Natalia Pérez]

Más tarde, sucedieron los desastres naturales.
Terremotos que dejaron inservible la escala de Richter
sacudieron el armazón de las últimas ciudades en vela,
donde hileras de voraces refugiados disputaban a tremendas fieras
las sobras de la catástrofe.

Por tanto,
aconteció el final de la hermosura con un hondo suspiro de besos atrofiados.
La última princesa reclinó su espléndida figura en un altar de escombros,
los héroes cargaron con sus cruces
y los malvados vieron la luz en un charco de sangre.

Cualquier amanecer tuvo su cuervo, su bestia negra sobre fondo azul,
su antítesis desagradable.

Subió a los cielos la belleza, ascendió en su ataúd, oro y marfil,
vaporosa como una inclinación al tedio, como una discusión finalizada,
y dejó en su lugar una franja de silencio,
un violento deseo de inmovilidad.

La fuerza universal de los acontecimientos volcó sobre el futuro
un número infinito de desgracias.

En todas sus vertientes, el vértigo sustituyó al equilibrio,
colosales caídas hicieron temblar los cimientos de las civilizaciones,
dios abandonó sus diferentes tronos con un rabioso movimiento herético,
rasgó la niebla un vigoroso estruendo y, de la nuda sombra,
surgieron mil volcanes que sepultaron siglos de memoria y arte.

Simplemente notable, qué más se puede decir ante tanta desborde y magistralía de una obra poética, bendito sea el desborde de tu pluma, abrazos grandes y felicidades por millones.

[Josefa A. Sánchez]

Enhorabuena por el muy merecido reconocimiento a este impresionante poema.
Un abrazo.
Pepa

[Esteban Granado]

Muchas gracias, Rafel. Y mi sincero agradecimiento a la Administración del Foro.

Había escrito una serie de poemas de espíritu apocalíptico, tal vez inspirados en la moda de las series televisivas que abordan esa misma temática, ya sea en versión zombi o extraterrestre, pero en mis poemas la amenaza no tenía que ver con factores "externos" o sobrenaturales, sino que se ceñía a la monstruosidad capaz de ser engendrada y llevada a cabo por el ser humano. Este poema es uno de los de esa serie. Celebro que haya tenido tan buen acogida entre los poetas del foro.

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Roberto, Óscar, Ramón, Pilar, Israel, Marius, Ricardo, Ana, Nésthor, Natalia y Josefa y todos los que comentaron antes, mil gracias por tomaros la molestia de comentar y, desde luego, por la lectura. Me siento profundamente honrado por vuestras demostraciones de amistad y cariño. Sabed que aunque no participe a menudo en el foro sí os leo con frecuencia y estoy al tanto de las novedades, así como de los nuevos participantes (hola, Marius, Natalia) que aportan grandes dosis de frescura y calidad a un conjunto ya de por sí pleno de interés y capaz de crear una literatura con sello propio y que sobresale entre los demás foros en los que he tenido la suerte (o desgracia, que de todo ha habido) de participar.

Por eso, os animo a que sigáis colaborando y, sobre todo, escribiendo. Sabed que aquí tenéis un lector fiel y también un buen amigo.

Gracias de nuevo y abrazos para todos.

Esteban

[Óscar Distéfano]

"El festín de los cuervos", diría yo. Un poema de aire apocalíptico que hace temblar en cuanto a la posibilidad de la locura humana. Y, más allá, la soledad, el miedo, las amenazas implacables de la naturaleza. Es éste un poema de lo que siempre fue y de lo que siempre será, un poema que sugiere la del destino humano con toda su crudeza.

En cuanto al ritmo, sobresalen ciertas roturas acentuales con relación a aquellas viejas normas del imparisílabo, roturas que, por supuesto, se encuentran blindadas de cualquier reprobación, ya que, además de no salirse de las cláusulas impares, ayudan a sostener ese discurso intenso del caos y la desesperanza.

Ha sido un placer leerte, amigo, y aplaudo el reconocimiento que le han dado a tu trabajo.
Un abrazo.
Óscar

[Javier Dicenzo]

Esteban me gusta mucho tu obra felicitaciones por este reconocimiento un placer, con una estética y un nivel literario a respetar un gusto pasar por este poema, de algún modo representas la realidad existencial de estos tiempos
javier

[Liz Barrio.]

Saltan los versos al escenario y danzan con soltura y genial elocuencia. Excelente poema.
Te aplaudo y te felicito por el muy merecido reconocimiento.
Un abrazo también

[E. R. Aristy]

Más tarde, sucedieron los desastres naturales.
Terremotos que dejaron inservible la escala de Richter
sacudieron el armazón de las últimas ciudades en vela,
donde hileras de voraces refugiados disputaban a tremendas fieras
las sobras de la catástrofe.

Por tanto,
aconteció el final de la hermosura con un hondo suspiro de besos atrofiados.
La última princesa reclinó su espléndida figura en un altar de escombros,
los héroes cargaron con sus cruces
y los malvados vieron la luz en un charco de sangre.

Cualquier amanecer tuvo su cuervo, su bestia negra sobre fondo azul,
su antítesis desagradable.

Subió a los cielos la belleza, ascendió en su ataúd, oro y marfil,
vaporosa como una inclinación al tedio, como una discusión finalizada,
y dejó en su lugar una franja de silencio,
un violento deseo de inmovilidad.

La fuerza universal de los acontecimientos volcó sobre el futuro
un número infinito de desgracias.

En todas sus vertientes, el vértigo sustituyó al equilibrio,
colosales caídas hicieron temblar los cimientos de las civilizaciones,
dios abandonó sus diferentes tronos con un rabioso movimiento herético,
rasgó la niebla un vigoroso estruendo y, de la nuda sombra,
surgieron mil volcanes que sepultaron siglos de memoria y arte.

Reverencias, Esteban, poderoso poema en todos sus niveles. Felicidades! ERA

[Macedonio Tracel]

pavoroso escenario el de tu poema... pero cómo ha quedado belleza recostada en tu escrito.. es inmanejable. te felicito y saludos

[Víctor F. Mallada]

Tremendo, Esteban.

¿Aconteció el final de la hermosura? Definitivamente no, porque allí estaba el poeta pa' contarlo.

Muy bueno el poema, enhorabuena.

Víctor

[José Manuel Sáiz]

Fantástico poema Esteban. Te felicito y te doy la enhorabuena por este justo merecimiento.
Un abrazo.
J. Manuel

[Hallie Hernández Alfaro]

Grandezas de Alaire.

[Rafel Calle]

Gran Reserva de la bodega de Alaire.