Editorial Alaire

Qué extraña distracción tomar asiento

detrás de las pirámides altivas;

sentir cómo comienza a removerse

la arena que sustenta su grandeza.


Qué síntoma, qué adiós, qué vaticinio

previene al solitario observador,

hundido en una silla sin respaldo,

de la mortalidad de lo inmortal.


No escucha más que vientos declinantes

peinándoles la piedra milenaria.


Qué raro sentimiento compasivo

convierte el estupor en carcajadas.


Podría levantarse, golpear,

chillar como gaviota satisfecha,

o traspasar la tierra movediza

y ser como el ajuar que los cadáveres

se llevan del lugar en que murieron.

Juan Fionello escribió:Qué extraña distracción tomar asiento

detrás de las pirámides altivas;

sentir cómo comienza a removerse

la arena que sustenta su grandeza.


Qué síntoma, qué adiós, qué vaticinio

previene al solitario observador,

hundido en una silla sin respaldo,

de la mortalidad de lo inmortal.


No escucha más que vientos declinantes

peinándoles la piedra milenaria.


Qué raro sentimiento compasivo

convierte el estupor en carcajadas.


Podría levantarse, golpear,

chillar como gaviota satisfecha,

o traspasar la tierra movediza

y ser como el ajuar que los cadáveres

se llevan del lugar en que murieron.

Versos con ritmo, dirección y elocuencia en perfecta armonía.
Te aplaudo, poeta.
Un abrazo grande

Buenas imagenes poeticas, Juan. Interesante propuesta.

Saludos

Javier

A mí se me hacen difíciles este tipo de poemas y tú sales airoso con la entrega. Es precioso y uno parece sentarse a tu lado en su contemplación.
Abrazos
Pilar

[quote="Juan Fionello"]Me encanta este imaginativo y un tanto irónico poema, ese sentarse a contemplar el desmenuzamiento de lo intemporal. Un poema muy atractivo y novedoso. Abrazos.

Tus poemas, Juan, a parte del magnífico lenguaje póetico que nos muestra, nos lleva muchas veces desde la ironía de los intranscendente, a lo más serio, profundo o "transcendente"; aquí con la carcajada puesta en las ilusiones de eternidad que muchas veces muestran los hombres, sus imperios y culturas, que como todo, acabará en eso... "la arena que peina el viento"

Es todo un lujo disfrutar de tu poesía en estos foros.

Un abrazo.

Me ha encantado este poema Juan, sobre todo ese final : "Y ser como el ajuar que los cadáveres se llevan del lugar en que murieron" me parece excepcionalmente descriptivo y estético. Uno puede sentir que está al lado de las pirámides leyéndote.
Enhorabuena por este gran trabajo amigo.
Un abrazo

Muy buen poema, tanto por la exquisitez de sus imágenes y metáforas como por la profundidad de sus letras, ...un verdadero deleite de lectura. Enhorabuena, Juan. Un abrazo.

Muy interesante poema, un tema muy original que me ha encantado leer. Felicitaciones sinceras, Juan.

Ramón, poco más te puedo decir que no te hayan dicho ya los compañeros.
Coincido también en dos versos, que me parecen son de un talento destacable.

y ser como el ajuar que los cadáveres

se llevan del lugar en que murieron.

Felicidades con un abrazo.

Elizabeth Barrio Paredes escribió:

Juan Fionello escribió:Qué extraña distracción tomar asiento

detrás de las pirámides altivas;

sentir cómo comienza a removerse

la arena que sustenta su grandeza.


Qué síntoma, qué adiós, qué vaticinio

previene al solitario observador,

hundido en una silla sin respaldo,

de la mortalidad de lo inmortal.


No escucha más que vientos declinantes

peinándoles la piedra milenaria.


Qué raro sentimiento compasivo

convierte el estupor en carcajadas.


Podría levantarse, golpear,

chillar como gaviota satisfecha,

o traspasar la tierra movediza

y ser como el ajuar que los cadáveres

se llevan del lugar en que murieron.

Versos con ritmo, dirección y elocuencia en perfecta armonía.
Te aplaudo, poeta.
Un abrazo grande

Muchísimas gracias, amiga Liz, por tu paso y generosidad.

Un abrazo.

Javier Bustamante escribió:Buenas imagenes poeticas, Juan. Interesante propuesta.

Saludos

Javier

Javier, me alegra muchísimo volver a verte en el foro, y te agradezco que además aproveches para leer este poema y dejar en él toda tu generosidad.

Un abrazo.

Dios mío, qué final tan extraordinario! La muerte y sus trajes resplandecen en la vida que solloza, o palpa, o niega el todo y sus escudos. O viceversa.

Aplausos milesss, poeta. Y reverencias, si señor.

Hallie

Juan,

Magníficos endecasílabos y reflexión sobre la "mortalidad de la inmortalidad".

Un placer leerte.

Ángel

Es como sentarse a la puerta "hasta ver pasar el cadáver de tu enemigo". Pocas veces se tiene el privilegio de contemplar el desmoronamiento de una pirámide, sea del tipo que sea, y contarlo con la calidad lírica que tu lo haces e invocando una sonrisa irónicas además. De lujo.
Un abrazo.
Pepa