Editorial Alaire

Gerardo Mont escribió:Y la tinta del tiempo encrespa las cenizas…

Grita el canon de la lágrima en la historia
rescoldos de un amor conjugado por mortales
-esa miserable humanidad de ser humano.

Y en el lapso de cada cuerpo que acogemos
naufraga la cotidianeidad de los milagros;
pero de atajos abisales y perdones,
inflamamos los piélagos íntimos del miedo
como niños corriendo al lago del regazo…

Y tras el ripio que urde los códigos del siglo
intuimos tierras y semillas de otra historia,
encumbrándonos en esos Ícaros del día
que repatrian cada equívoco al origen,
más allá, de donde se despeñan tempestades.

Y el cielo es tela que cortar a cada paso;
y a cada paso, los verbos zurcen en el pecho:
refugios cuando embiste el miedo los presagios;
soles de una aldea cuando un pubis nos reclama;
y un techo al que dice adiós…, pero regresa.

Que si de escrúpulos el amor lava las manos,
somos la infalible humanidad de lo divino,
frágil divinidad del universo increado;
el pacto en el árbol edénico del beso:

¡Qué será el amor, la verdad que nos reescriba!

Alejandra Goerne escribió:Me alegra mucho poder ser la primera en comentar este hermosos poema. Hoy, precisamente hoy, que he pensado cantidad en los milagros, en los presagios y la necesidad de reinventarme.
Precioso y preciso poema, un gusto acercarme a tu poesía.

Luna de Nos escribió:

Gerardo Mont escribió:Y la tinta del tiempo encrespa las cenizas…

Grita el canon de la lágrima en la historia
rescoldos de un amor conjugado por mortales
-esa miserable humanidad de ser humano.

Y en el lapso de cada cuerpo que acogemos
naufraga la cotidianeidad de los milagros;
pero de atajos abisales y perdones,
inflamamos los piélagos íntimos del miedo
como niños corriendo al lago del regazo…

Y tras el ripio que urde los códigos del siglo
intuimos tierras y semillas de otra historia,
encumbrándonos en esos Ícaros del día
que repatrian cada equívoco al origen,
más allá, de donde se despeñan tempestades.

Y el cielo es tela que cortar a cada paso;
y a cada paso, los verbos zurcen en el pecho:
refugios cuando embiste el miedo los presagios;
soles de una aldea cuando un pubis nos reclama;
y un techo al que dice adiós…, pero regresa.

Que si de escrúpulos el amor lava las manos,
somos la infalible humanidad de lo divino,
frágil divinidad del universo increado;
el pacto en el árbol edénico del beso:

¡Qué será el amor, la verdad que nos reescriba!

El poder de un beso, de una caricia, de un abrazo a tiempo, el poder del amor y la magia de la poesía.
Generalmente me cuesta comentar, decir algo coherente, y a veces sólo se trata de quedarse frente a las palabras y absorverlas.
Me encanta como escribes, un abrazo, Luna.-

Guillermo Cuesta escribió:El amor es personal y también la poesía, pero ha sido un placer
pasar por tu poema y encontrar un lapso en cada verso de lirismo
y buen hacer buscando la verdad.

Un abrazo

Guillermo

Pilar Morte escribió:Imágenes hermosas para este poema que recita en belleza
Abrazos
Pilar

Julio González Alonso escribió:Enhorabuena, Gerardo. El amor ya es otro tras la lectura de tu poema, mejor, más grande, más hondo. Con un abrazo.
Salud.